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El ejército yemenita sueña con Saná, pero se topa con las montañas Nihm

Combatientes progubernamentales yemenitas apoyados por la coalición militar bajo mando saudí en la cadena montañosa de Nihm, el 2 de febrero de 2018 afp_tickers

Ajeno al ruido ensordecedor de la artillería, el comandante yemenita Nasr al Dibani señala la línea montañosa que separa a sus tropas de las bases de los rebeldes hutíes que controlan Saná, la capital de Yemen.

“Quien controle Nihm, controla Saná”, afirma Dibani, apostado en un alto recién tomado, Al Humra, a unos 50 km de la capital.

Con el apoyo aéreo de la coalición liderada por los saudíes, el ejército ha arrebatado a los hutíes varias bases en la cadena montañosa de Nihm, al este de Saná, controlada por los insurgentes desde septiembre de 2014.

Escenario de sangrientos enfrentamientos, Nihm es una vía de acceso crucial hacia la capital, pero la batalla aún está lejos de ser ganada, en este relieve montañoso sembrado de minas por los insurgentes.

“¿Cuál es el mayor enemigo, los hutíes o el terreno accidentado? Yo diría que ambos”, afirma Dibani, con un ‘talkie-walkie’ en una mano, durante una visita de periodistas organizada por la coalición.

El comandante explica que sus hombres han atacado varias veces a los hutíes chiitas, apoyados por Irán, utilizando asnos para transportar pertrechos para luego construir una ruta de montaña.

Actualmente, todo lo necesario es transportado en camionetas.

“Las montañas de Nihm hacen muy difícil el avance, incluso para el mejor de los ejércitos”, considera Adam Baron, experto en Yemen asociado al centro de reflexión European Council on Foreign Relations.

“Esto hace poco probable un cambio espectacular” de la situación a corto plazo, incluso aunque ambos bandos consideran Nihm como un importante campo de batalla en Yemen”, dice a la AFP.

– Combate a muerte –

La guerra en este país pobre de la península Arábiga dio un giro importante en diciembre, cuando los rebeldes hutíes mataron a su aliado, el expresidente Ali Abdalá Saleh, quien se había abierto hacia Arabia Saudita.

El conflicto se complicó aún más cuando los separatistas sudistas tomaron Adén, segunda ciudad del país, sede del gobierno del presidente Abd Rabo Mansur Hadi, apoyado por Riad. Allí, las alianzas cambiaron.

En su lucha contra los hutíes, los soldados gubernamentales se muestran muy determinados en en Al Humra.

Con un cuchillo, Dibani perfora una mina antitanque cuyos colores la confunden con el paisaje. Centenares de estos ingenios explosivos están diseminados en Al Humra, explica.

De un agujero en una roca, utilizado por los hutíes, extrae textos islámicos, cigarrillos, jugo de frutas y quesos.

“Comen como nosotros, son humanos”, dice el comandante riendo.

Un olor nauseabundo escapa de otro agujero, lo que hace pensar que habría dentro el cadáver de un rebelde.

“Estos hombres combatieron hasta la muerte, rechazando rendirse”, añade Dibani.

En el suelo hay octavillas, probablemente lanzadas por la aviación de la coalición dirigida por Riad. “¡Oh! juventud feliz de Yemen, Irán sólo quiere la destrucción de esta nación árabe. Confíen en el gobierno legítimo de Yemen”, rezan.

Los hombres de Dibani -entre los cuales hay profesores, abogados e investigadores que tomaron las armas- dicen ser capaces de avanzar rápidamente para echar a los hutíes de Saná, pero quieren evitar víctimas civiles.

“No queremos capturar Saná al precio de destruir la ciudad”, afirma Dibani. “Nuestras familias, parientes y amigos se encuentran allí”, añade.

Naciones Unidas acusa, en cambio, a ambos bandos de ignorar a los civiles y haber sumergido al país en el caos, epidemias y hambruna.

Acercándose a Saná, el comandante Dibani espera poder presionar a los hutíes para que se rindan y negocien.

Elisabeth Kendall, investigadora sobre Yemen en la universidad de Oxford, lo ve difícil, a causa de los cambios de alianzas tribales en la región, y “los hutíes no se rendirán fácilmente, independientemente de la potencia de fuego saudí. Es una cuestión de venganza y no de lógica militar”, dice a la AFP.

Dibani cuenta una anécdota: uno de sus hombres encontró un ‘talkie-walkie’ abandonado por los hutíes, y a un rebelde cerca suyo. A través del aparato le preguntó “¿Por qué mataron a Saleh?”. “Porque era un yihadista como tú”, contestó, disparándole e hiriéndolo en un hombro.

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