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El Frente Polisario, en alerta al otro lado del muro en el Sáhara occidental

Unos soldados marroquíes vigilan desde eun puesto en la zona de Al Mahbes el muro que separa el Sáhara Occidental de Marruecos, el 3 de febrero de 2017 afp_tickers

“Hay 25.000 militares saharauis y todos los saharauis son movilizables”. En el Sáhara Occidental, al otro lado del muro construido por Marruecos, los independentistas del Frente Polisario siguen al pie del cañón.

En esta excolonia española controlada en buena parte por Marruecos, un inmenso territorio casi desértico poblado por medio millón de habitantes, las armas callaron en 1991 al entrar en vigor un cese al fuego tras 15 años de guerra.

Desde entonces, la ONU desplegó una fuerza de paz y propuso un referéndum de autodeterminación, constantemente postergado a causa de desacuerdos sobre la integración del cuerpo electoral.

Rabat propone actualmente a los saharauis una autonomía bajo su soberanía, algo que el Frente Polisario, respaldado por Argelia, rechaza.

Los dirigentes saharauis afirman que los combatientes del movimiento independentista siguen movilizados, del otro lado del “muro de arena”.

Esta divisoria de dos a tres metros de altura construida por Marruecos corta el Sáhara Occidental en dos a lo largo de 2.700 kilómetros de frontera.

“A pesar del cese al fuego, seguimos con el reclutamiento y la movilización”, explica a la AFP Abdulahi Lehbib, “ministro de Defensa” del Frente Polisario.

Según él, el movimiento cuenta con 25.000 combatientes y “todo saharaui”, hombre o mujer, es “movilizable”.

“El bloqueo del proceso de paz y sobre todo la situación en Guerguerat hacen que estemos en estado de alerta a lo largo del muro”, agrega, en referencia a una pequeña ciudad del suroeste del territorio, cerca de Mauritania, donde el Frente Polisario instaló en diciembre una nueva posición militar después de que Marruecos iniciase el año pasado la construcción de una ruta asfaltada más allá del muro de defensa.

– Guerra de desgaste –

Al noroeste del territorio, cerca de El Mahbes, en un sector bajo control saharaui, el muro está rodeado de trincheras, alambre de púas y campos minados.

En el lugar, el jefe militar del sector describe cómo sus hombres, uniformados y equipados de armas automáticas, realizan patrullas en vehículos 4X4 para vigilar cualquier movimiento en las inmediaciones del muro.

Sheikh Bechri Mhamed indica que su trabajo también consiste en manejarse en medio del campo minado.

A menos de 100 kilómetros del lugar, en los campos de refugiados saharauis de Tinduf (suroeste de Argelia), el director del “Museo de la resistencia” explica a los visitantes que el ejército saharaui supo “adaptarse” a la construcción del muro a pesar de “algunas dificultades”.

Según Mohamed Uleda, un militar, “el muro de defensa no resultó eficaz para defender a los marroquíes”: “el ejército escogió ciertas regiones para realizar incursiones a pesar de que en aquella época sólo había 12.000 militares saharauis frente al ejército marroquí”.

Destaca que, según unos documentos de la Cruz Roja -que la AFP no pudo verificar-, los saharauis capturaron a “511 prisioneros de guerra marroquíes entre la construcción del muro y el alto el fuego”.

En su museo, Uleda muestra los “botines de guerra”, armas, vehículos blindados o documentos militares marroquíes procedentes “del otro lado del muro”.

“Era una guerra de desgaste”, recuerda el actual líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.

“Los marroquíes construyeron este muro pensando que era infranqueable”, explica Ghali, interrogado por la AFP en un campamento de Tinduf.

“Para el ejército marroquí terminó convirtiéndose en una carga económica, psicológica y moral, más que en una solución”, explica. “Fue entonces cuando Marruecos inició las negociaciones que condujeron al plan de paz de la ONU y al cese del fuego”, resume.

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