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El presidente encabeza el escrutinio en Kenia, pero la oposición rechaza los resultados

Habitantes de Mathare, un barrio pobre de Nairobi, se manifiestan contra los resultados de las elecciones armados con palos, este miércoles 9 de agosto en la capital de Kenia afp_tickers

El candidato opositor Raila Odinga rechazó este miércoles el triunfo del actual presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, en la elección presidencial celebrada la víspera, que, según él, fue manipulada informáticamente.

Tras las declaraciones de Odinga, que sumieron Kenia en un clima de ansiedad, se registraron enfrentamientos entre manifestantes y la policía en Kisumu, gran ciudad del oeste y feudo de la oposición.

“Se trata de un fraude de una gravedad monumental, no ha habido elecciones”, denunció a la prensa Raila Odinga, el candidato de la coalición de oposición Nasa.

Odinga aseguró que piratas informáticos “manipularon” la elección en favor del presidente, tomando el control del sistema de recuento de votos, gracias a los códigos de acceso de un responsable informático de la Comisión Electoral (IEBC), asesinado poco más de una semana antes.

“Uhuru debe volver a casa”, reprendió Odinga, que también impugnó los resultados de 2007 y de 2013.

La Comisión Electoral publicó el miércoles por la mañana el resultado del 93,5% de los colegios electorales, dando a Kenyatta el 54,4% de los sufragios, contra el 44,74% para Raila Odinga, sobre un total 14,1 millones de votos escrutados.

Odinga reprochó a la IEBC no comunicarle las actas susceptibles de corroborar los resultados transmitidos electrónicamente y difundidos en la página web de la comisión.

El miércoles, sostuvo que estaba en cabeza de la elección y pidió igualmente calma a los kenianos, antes de añadir: “Yo no controlo al pueblo”.

Durante este tiempo, en Kisumu (oeste), uno de los bastiones de la oposición, varias decenas de partidarios de Odinga se manifestaron y quemaron neumáticos en una rotonda de esta ciudad situada a orillas del lago Victoria. La policía antidisturbios intervino utilizando especialmente gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.

– Temores de violencia –

Aspirante por cuarta vez al sillón presidencial, Raila Odinga ya había cuestionado los resultados en las elecciones anteriores de 2007 y 2013.

En 2007 Kenia se sumió en dos meses de violencia político étnicas y represión policial que dejaron al menos 1.100 muertos y más de 600.000 desplazados.

En 2013, Odinga denunció fraudes tras la victoria de Kenyatta desde la primera vuelta, apoyándose en el fallo del sistema electrónico.

El miércoles por la mañana, las calles de Nairobi se encontraban en una calma poco habitual. En los barrios pobres de Kibera, ampliamente partidarios de la oposición, se desplegaron varios vehículos de la policía antidisturbios.

Antes de las elecciones, para la que las autoridades dispusieron un despliegue sin precedentes de 150.000 miembros de las fuerzas de seguridad, varios observadores kenianos e internacionales habían manifestado su temor de que se produjesen incidentes al anunciarse los resultados de la presidencial.

La campaña de 2017 fue especialmente dura, con la oposición acusando sin descanso al campo presidencial de preparar un fraude. Para ganar en primera vuelta, un candidato debe obtener la mayoría absoluta y más del 25% de los votos en al menos 24 de los 47 condados del país. La IEBC no comunicó la tasa de participación.

– Fervor demócrata –

La votación se desarrolló sin problemas el martes en la mayoría de los 41.000 centros electorales, delante de los cuales las largas filas de espera daban fe del fervor democrático de los kenianos.

Pese a algunos problemas localizados relacionados con el sistema biométrico de identificación de los electores, el sistema electrónico funcionó sin embargo al parecer mejor que en 2013.

La oposición, que no escatimó sus críticas contra la IEBC durante la campaña, se mostró en un primer tiempo “ampliamente impresionado” por su trabajo.

Los cerca de 19,6 millones de electores de esta excolonia británica de 48 millones de habitantes, debían elegir también gobernadores, diputados, senadores, representantes locales y representantes de mujeres en la Asamblea. Y según los resultados provisionales, la oposición parecía que iba a perder el codiciado puesto de gobernador de Nairobi.

Estas son las presidenciales que levantaron más pasiones, donde se enfrentaban el hijo del primer presidente de la Kenia independiente, Jomo Kenyatta, y el hijo de Jaramogi Oginga Odinga, vicepresidente por un breve periodo de tiempo antes de ser apartado del poder por Jomo.

El voto en Kenia suele basarse en sentimientos de pertenencia étnica, más que en programas. Kenyatta, que pertenece a la etnia kikuyu, y Odinga, a la luo, establecieron dos poderosas alianzas electorales.

Kenyatta, de 55 años, y su vicepresidente William Ruto (un kalenjin) promovieron su resultado económico: desde 2013, la tasa de crecimiento del país llegó a más del 5% y se han desarrollado sus infraestructuras.

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