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Finlandia consolida sus lazos con Occidente, 100 años después de la independencia de Rusia

Vista de Helsinki, el 7 de julio de 2017 afp_tickers

Un siglo después de su declaración de independencia de Rusia, Finlandia reivindica más que nunca su lazos con Occidente, frente a su poderoso vecino, en un contexto de crecientes tensiones entre Moscú y los países occidentales.

La anexión a Rusia de Crimea en 2014 y el aumento de actividades militares en el Báltico han puesto a prueba las relaciones entre Helsinki y Moscú, que siempre dependen de un trabajo de orfebrería diplomático.

Al igual que otros países de su entorno, como Suecia y Dinamarca, los países Bálticos y Polonia, Finlandia lanzó en los últimos años una modernización de su ejército y multiplicó las iniciativas para acercarse a la OTAN, sin sellar la entrada al pacto.

Pero la retórica sigue siento muy cautelosa para referirse a Rusia, su quinto socio comercial.

“Estamos listos para defendernos, pero no especulamos ni sobre la naturaleza de un conflicto ni sobre los países”, de donde podrían venir las amenazas, dijo en una entrevista a la AFP el ministro de Relaciones Exteriores, Timo Soini.

“Somos dos naciones independientes y no nos pedimos permiso”, antes de tomar tal o cual orientación estratégica, aseveró.

– Recelo hacia el vecino –

Después de haber sido un territorio sueco durante seis siglos, hasta 1809, pasó a ser un ducado ruso hasta 1917, cuando logró su independencia justo a finales de la Primera Guerra Mundial, tras la caída del imperio zarista.

Reconocido como independiente de la URSS en 1918, el país nórdico tuvo que combatir a su “gran vecino del este” durante el invierno de 1939 a 1940 y después entre junio de 1941 y septiembre de 1944, para evitar ser invadido por los comunistas.

En el tratado de París de 1947, se reconoce la derrota de Finlandia y la obligación de pagar importantes reparaciones de guerra a la URSS y a entregarle de forma definitiva un 10% de su territorio, la región de Carelia oriental.

El costo humano y la pérdida de territorios siguen muy presentes en la memoria colectiva de los 5,5 millones de finlandeses. Un viejo adagio reza: “No hay nada bueno que venga del este, salvo el sol”.

“Desde el punto de vista finlandés, (Rusia) no es una verdadera amenaza pero sí es un gran vecino que siempre genera recelos y con quien la historia común no siempre ha sido fácil”, resumió Barbara Knuz, especialista en países nórdicos en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).

La caída de la URSS en 1991 cambió todo. Aunque Finlandia permaneció como un país no alineado desde el punto de vista militar, rápidamente Helsinki entró al ámbito europeo en 1995 y dejó su moneda, el markka, para adoptar el euro en 2002.

Desde entonces, la frontera entre ambos países es la más larga que tiene la Unión Europea con Rusia (1.340 km). Gracias a su orientación hacia Occidente, Finlandia ha buscado siempre asegurarse que cuenta con un “escudo” diplomático y de seguridad.

“Nosotros formamos parte de Occidente y necesitamos a las potencias occidentales para estabilizar la situación con Rusia”, explicó Markku Kivinen, director del Instituto Aleksanteri de Helsinki.

– Neutralidad pragmática –

Pero, contrariamente a los países Bálticos, que ganaron su independencia a principios de la década de 1990, Finlandia no busca dar el paso definitivo y sumarse a la Alianza Atlántica, por miedo a la reacción de Moscú.

Según un sondeo publicado a finales de noviembre por la televisión pública Yle, sólo un 22% de los finlandeses creen que la entrada en la OTAN es una buena opción, una opinión que bajó tres puntos en un año.

En este país, la doctrina de la no alineación es un consenso.

“Tenemos que seguir siendo independientes. Uno nunca sabe lo que puede pasar con Rusia”, contó Heini Vahtera, una treintañera que reside en Helsinki.

Una adhesión “generaría una reacción muy dura por parte de los rusos”, advirtió Jean de Gliniasty, especialista en Rusia del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) y antiguo embajador de Francia en Moscú.

Una fuente diplomática de la OTAN explicó que la adhesión sería sin embargo puramente simbólica ya que el país se sumó a su pacto para la paz en 1994 y es parte de sus operaciones conjuntas en los Balcanes y Afganistán.

Por su parte Moscú ha destacado su participación en las celebraciones del centenario, el próximo 6 de diciembre.

El presidente ruso, Vladimir Putin, aprovechó una visita en julio para resaltar el “diálogo político” entre ambos países durante una entrevista con su homólogo finlandés, Sauli Niinistö.

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