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Gritos de júbilo para las fuerzas iraquíes en el oeste de Mosul

Un hombre de la Fuerza de Intervención Rápida (FIR) patrulla por una calle de Mosul durante la ofensiva contra el grupo Estado Islámico, el viernes 24 de febrero en esa ciudad al norte de Irak afp_tickers

Las mujeres reciben con gritos de alegría a las fuerzas iraquíes a su entrada en el oeste de Mosul para expulsar a los yihadistas. Los niños los miran a hurtadillas desde detrás de puertas entreabiertas y los hombres les suplican tabaco.

“Entren, entren (en casa), hay francotiradores”, les piden los hombres de la Fuerza de Intervención Rápida (FIR) en el barrio de Jawsaq. Poco después, las balas del grupo Estado Islámico rasgan el aire.

Los vehículos militares se meten en el laberinto de callejuelas acompañados en tierra por soldados en busca de posibles coches bomba o suicidas.

En los primeros edificios hay una mezquita verde desde donde los yihadistas defendieron sus posiciones, cuenta el general Abas al Juburi, comandante de la FIR. Las balas y los obuses desfiguraron los muros. Dos yihadistas yacen sin vida delante de la mezquita.

Los edificios del barrio llevan la marca de los más de dos años de presencia de los yihadistas. En un grafiti de su bandera negra se lee “Reservado al Estado Islámico”. En otro muro está escrito: “Queda prohibido que los jóvenes se sienten aquí por orden de la policía religiosa”.

Unos soldados van de casa en casa, recogiendo información sobre los combatientes del EI que pueda haber cerca o de escondites de explosivos.

Las tropas garantizan la seguridad en las primeras calles del barrio. Los civiles se aventuran fuera, saludando a los soldados a su paso. En el umbral de las casas, las mujeres profieren yuyús (gritos de júbilo típicos de los países árabes) mientras que los hombres les piden cigarrillos.

“No tengo más, juro que no tengo más”, responde un soldado a bordo de un convoy que avanza lentamente por este barrio situado al norte del aeropuerto bajo control de las fuerzas iraquíes desde el jueves..

– ‘Libertad’ –

“Saboreo la libertad por primera vez desde hace más de dos años”, afirma Moqdad Ahmed, con barba impuesta por el EI. “Durante dos años vivimos bajo sus órdenes: pantalones cortos, barbas, nada de cigarrillos”. “Las mujeres debían taparse la cara y el cuerpo y no podían salir sin un hombre”, añade.

Cuenta haber sacado a sus hijos del colegio cuando el EI quiso introducir en el programa asignaturas sobre las armas y la guerra. “Yo rezo, pero con ellos estabas obligado a ir a la mezquita; si no, te ponían una multa”.

Según el general Al Juburi, el viernes por la noche sus fuerzas habían recuperado unos dos kilómetros cuadrados. “La mayoría de los yihadistas del sector, entre ellos extranjeros, murieron o huyeron hacia el norte” de la ciudad.

Pero todavía se oían disparos. Un francotirador emboscado abrió fuego contra los soldados que cruzaban la acera. “¡Contra la pared! ¡Contra la pared!”, gritaban los soldados a sus colegas que iban delante. Mientras avanzaban, un coche bomba estalló propulsando humo negro y pedazos de metal hacia el cielo.

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