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John Bercow se retira tras presidir 10 años la Cámara de los Comunes

John Bercow interviene durante un debate sobre el Brexit en la Cámara de los Comunes el pasado 21 de octubre en Londres, una imagen tomada de una emisión del Parlamento británico afp_tickers

El presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, que tuvo un papel clave en los interminables debates sobre el Brexit, dejaba su sillón el jueves tras 10 años en el cargo que marcados por atronadores llamados al orden, truculentas respuestas y reproches sobre su supuesta parcialidad.

Para el Reino Unido el 31 de octubre iba a ser una fecha histórica y marcaría su salida de la UE. El “speaker” o portavoz había elegido también esta fecha para dejar su puesto.

Pero la salida del país de la UE se ha visto retrasada por tercera vez y el país, que entra en el torbellino de las elecciones legislativas, se despide de uno de sus personajes más peculiares, cuyo sucesor será elegido el lunes entre nueve candidatos.

Este peculiar legislador conservador de 56 años, con un pronunciado gusto por la teatralidad, es sobre todo conocido por presidir los debates gritando “¡Orden, orden!”. Según la BBC, habría pronunciado esta palabra unas 14.000 veces en diez años.

Con su toga de seda negra y sus corbatas estampadas, este hombre de 1,68 metros de alto, espesa cabellera blanca y potente voz, se dio, gracias a una interpretación personal de las atribuciones que le confiere el cargo, un papel más decisivo que sus antecesores.

El Daily Mail lo calificó esta semana de “capsula de cianuro en un bombón de chocolate” y el primer ministro Boris Johnson elogió el jueves sus cualidades de árbitro de los debates.

Según Johnson, Bercow no era sólo un “comentarista” sino un “jugador a tiempo completo” que daba sus opiniones “como un incontrolable lanzador de pelotas de tenis”.

Bercow decidió, por ejemplo, que Johnson no podía volver a someter a los diputados su acuerdo renegociado con la Unión Europea porque sería “repetitivo”. Meses antes también había impedido a la entonces primera ministra Theresa May representar su texto a los diputados.

Le corresponde al “speaker” decidir qué se acepta a debate y votación, y a lo largo de los años Bercow ha podido dirigir así las discusiones en una u otra dirección.

Por eso sus decisiones han sido atentamente escrutadas por el gobierno y los euroescépticos, que con regularidad lo acusaron de parcialidad y de beneficiar a los proeuropeos, contra la neutralidad que le impone su función.

– “¡Orden!” –

Surgido de las filas del Partido Conservador, Bercow ha sido la piedra en el zapato de sucesivos gobiernos tories. El primer ministro David Cameron incluso intentó sin éxito expulsarlo del cargo.

Fue el titular más joven en llegar al puesto, con 46 años, y se esforzó por modernizarlo, abandonando por ejemplo el uso de la peluca blanca. En 2017 permitió también a los diputados acudir sin corbata.

Pero incluso antes de suscitar críticas por su gestión de los debates del Brexit, ya se había ganado los reproches de los conservadores al oponerse a que el presidente estadounidense, Donald Trump, hablase ante el parlamento británico durante una visita al país.

También en 2018, fue acusado de maltratar verbalmente a sus colaboradores. En aquella ocasión recibió el apoyo del opositor Partido Laborista.

– “Mi mujer no me pertenece” –

Nacido el 19 de enero de 1963, Bercow creció en el norte de Londres. Su padre era taxista.

Dio sus primeros pasos en política en la universidad antes de convertirse en consejero municipal del barrio londinense de Lambeth con 23 años. En 1997, fue elegido diputado por primera vez.

Doce años después, accedió a la presidencia de la Cámara de los Comunes prometiendo romper con las prácticas de su predecesor, implicado en un escándalo de notas de gastos ilegítimas por el que se vio obligado a dimitir.

Poco después de llegar al asiento verde del “speaker”, situado entre las bancadas de la mayoría y las de la oposición, que se sientan cara a cara, provocó sin embargo una polémica al reclamar miles de libras para renovar su apartamento de función en el parlamento y poder alojar así a sus tres hijos.

También su esposa, Sally Bercow, fue portada de los diarios por cuestiones a menudo desvinculadas de la política: una vez posó para una revista vestida solo con una sábana blanca, participó en un programa de telerrealidad y mantuvo una relación con el primo de su marido.

Pero, sobre todo, en 2010 se presentó a una elección local bajo la etiqueta del Partido Laborista, principal adversario de la formación a la que pertenece su marido.

Este no obstante la defendió. “Mi mujer no me pertenece”, dijo.

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