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La bandera negra del EI, una usurpación de los símbolos del islam

Una bandera y un cartel del grupo Estado Islámico (EI), el pasado 11 de septiembre en Daquq, al sur de la ciudad de Kirkuk (norte de Irak), donde se produjeron combates entre el EI y milicias kurdas afp_tickers

Impacta como un estandarte pirata: la bandera negra del grupo Estado Islámico (EI), marcada con el sello del profeta, se ha impuesto como el símbolo de la yihad mundial.

Con sus vídeos ultraviolentos y sus cantos islámicos, la llamada ‘bandera del águila’ es una de las marcas de fábrica del EI y, sin duda, contribuyó a suplantar a Al Qaida en el imaginario yihadista.

Desempeña hoy un papel primordial en la propaganda del grupo, en los medios y en el campo de batalla, y se presenta (al igual que la moneda y el control del territorio) como uno de los atributos del califato que el EI quiere instaurar.

La bandera negra del EI apareció supuestamente en enero de 2007 en Irak, con la difusión en Internet por Al Faj (órgano de propaganda de Al Qaida), en nombre del “Estado Islámico de Irak”. Según el comunicado de la época, el objetivo era “agrupar a los creyentes bajo una sola bandera para unificarlos”.

Hay otras banderas islámicas, pero ésta se ha extendido en las diferentes zonas en las que los yihadistas avanzan: Libia, Somalia, Yemen o Siria.

– Rebelión y fin de los tiempos –

Sólo los hadices (que relatan las palabras, hechos y gestos atribuidos a Mahoma), y no el Corán, mencionan un estandarte del profeta, de color blanco, negro y amarillo. La bandera negra es citada por varias profecías que evocan el fin de los tiempos y el retorno del Mahdi (enviado de Alá).

El hadiz más frecuentemente citado es: “Del Jorasán (Afganistán) emergen las banderas negras que nadie podrá detener”. Otros mencionan “el estandarte negro del profeta” y su “pendón blanco”, explica un arqueólogo sirio refugiado en Francia.

Según los hadices, Mahoma combatió en diferentes momentos utilizando banderas negras o blancas. Esto explica que los salafistas y los yinadistas utilicen hoy ambos colores (los talibanes afganos tienen una bandera blanca).

La bandera negra “era el estandarte del Profeta en el campo de batalla y era enarbolada también por muchos de sus compañeros, entre ellos su sobrino, Alí ibn Abu Talib”, precisa Asiem El Difraoui, autor del ibro “Al-Qaïda par l’image” (Al Qaida a través de la imagen).

“Esa bandera recuperó un papel preeminente durante el siglo VIII, cuando fue empleada por el jefe de la rebelión de los abasíes, Abu Muslim, contra el califato Omeya”, agrega Difraoui. “Desde esa época, la imagen de la bandera negra es usada como símbolo de la revuelta religiosa y del combate, es decir, la yihad”, indica.

Ese estandarte negro es “portador de una dimensión casi mística”, como “signo de guerra”, “anunciador del fin de los tiempos, del apocalipsis”, “del combate final entre los creyentes y las fuerzas del mal”, según el especialista.

“El color negro es evidentemente el emblema de la revuelta (…), el símbolo es bastante claro”, coincide el islamólogo francés Constant Hames. “Hay en él también una referencia a los primeros tiempos del islam, época con la que se identifican especialmente los yihadistas y salafistas”, estima el experto.

– ‘Falsificadores y burros’ –

El texto en blanco sobre fondo negro en lo alto de la bandera es el inicio de la shahada (“No hay más dios que Alá”), profesión de fe de los musulmanes que es el primer pilar del islam, recuerda Hames.

En el centro, el sello del profeta (o que pretende serlo) en forma de círculo. Tres palabras están escritas en él con una caligrafía rudimentaria: Alá (Dios), Rasul (profeta) y Mahoma, que deben ser leídas desde abajo hacia arriba.

El sello es el encontrado en cartas dirigidas “a los reyes de la Tierra” y atribuidas a Mahoma, pero cuya autenticidad es cuestionada. En ellas se llama a los reyes de Etiopía, Persia, Bizancio y Egipto a abrazar el islam.

La ‘bandera del águila’ es objeto de debates sobre su conformidad con los cánones islámicos. Hay quienes denuncian una yuxtaposición poco ortodoxa, que cuestionaría la unidad de lo divino. Los más virulentos critican una bandera “panfleto” enarbolada por “falsificadores” y “burros”.

Pero más allá de ese debate religioso, lo que impacta hoy es la fuerza de esa bandera, verdadero logro de propaganda. “El Estado Islámico ha logrado secuestrar y apropiarse de un símbolo que pertenece al islam en general”, constata Difraoui.

“Es una usurpación total. Eso es lo más grave”, “han creado un logotipo de una fuerza inmensa y lo han banalizado completamente” en detrimento de la inmensa mayoría de los musulmanes del mundo, sostiene.

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