La cárcel y el hospital, los principales cuarteles políticos de Brasil
La cárcel y el hospital se convirtieron en los cuarteles de campaña más impensados de los dos principales líderes políticos de Brasil, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y el ultraderechista Jair Bolsonaro, de cara a las elecciones presidenciales del 7 de octubre.
La carrera hacia el Palacio de Planalto más incierta y radicalizada que haya vivido el gigante latinoamericano tiene ahora a un presidiario y a un convaleciente como protagonistas, dos figuras que cosechan el mayor apoyo popular, pero también los mayores índices de rechazo.
Mientras el expresidente Lula sigue ejerciendo toda su influencia sobre el Partido de los Trabajadores (PT) desde una cárcel en Curitiba (sur), donde purga una condena de 12 años por corrupción, el diputado Bolsonaro comenzará a dirigir una nueva etapa de su campaña desde una cama de hospital en Sao Paulo, adonde llegó este viernes tras ser apuñalado el jueves en un mitin en Juiz de Fora (Minas Gerais).
Bolsonaro encabeza la intención de voto de la primera vuelta desde la impugnación el viernes pasado de Lula a causa de su situación judicial.
Pero un sondeo de Ibope divulgado el miércoles mostró que Bolsonaro sería derrotado en la segunda vuelta por sus más inmediatos seguidores en estos comicios disputados en total por trece candidatos, aunque el atentado puede ahora patear el tablero.
Si la condición de víctima puede valerle a un político la empatía y los votos de muchos electores, ahora Lula, que atribuye su condena a una persecución judicial para impedirle volver al poder, encontró un competidor en ese terreno.
Pero según David Fleischer, profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia, Bolsonaro y Lula "son víctimas de cosas muy diferentes".
"Lula puede considerarse víctima de los tribunales, pero en el marco de la ley. Bolsonaro fue víctima de un atentado. Son víctimas, sí, pero la condición de víctima de Lula depende de una percepción", afirmó.
El exmandatario (2003-2010) fue condenado en primera y segunda instancia por haber recibido un apartamento de una constructora a cambio de su mediación en contratos con Petrobras. Sus abogados presentaron recursos ante tribunales de tercera instancia y ante la corte suprema.
- Más visibilidad en TV -
Debido a sus situaciones diferentes, "Bolsonaro podrá grabar videos y entrevistas desde el hospital, algo prohibido para Lula", apunta Fleischer.
El atentado que pudo costarle la vida a Bolsonaro acabó por darle a este excapitán del Ejército una amplia presencia mediática, que compensará los pocos segundos de propaganda televisiva gratuita que le confiere la ley electoral a causa de la pequeña bancada de su Partido Social Liberal (PSL) en la Cámara de Diputados.
El PT, por su lado, tuvo que sacar las referencias a Lula como candidato de sus anuncios de campaña.
El candidato ya aprovechó esta mano desde su camilla, aún con una sonda respiratoria, tras ser operado por una puñalada que le ocasionó tres perforaciones en el intestino delgado, una lesión grave en el intestino grueso y otra en una vena del abdomen.
En un video grabado por un senador aliado y ampliamente difundido, lamentó no poder asistir a los desfiles del Día de la Independencia de este viernes, pero aseguró: "Estaremos con el corazón y la mente, teniendo siempre a Brasil por encima de todos y a Dios por encima de todo".
Entretanto, Lula sigue manejando la trastienda del PT desde su celda Curitiba (sur), convertida en un comité de campaña.
Su principal interlocutor es su compañero de fórmula, Fernando Haddad, que forma parte de su equipo de abogados y que podría sustituirlo cuando el PT se decida a reemplazar a su líder histórico. Pero aún así, toda la legitimidad de Haddad vendrá de su proximidad con el presidiario de Curitiba.