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La crisis del diésel perturba la campaña electoral de Merkel

La canciller alemana, Angela Merkel anunció ante un grupo de responsables locales, tres semanas antes de las elecciones legislativas, la duplicación de un fondo que ya llega a 1.000 millones de euros, para la lucha de ciudades contra la contaminación afp_tickers

La canciller alemana, Angela Merkel, prometió este lunes ayudar a las ciudades más contaminadas del país para evitar la prohibición de los automóviles con motores diésel, una crisis que perturba a los políticos en plena campaña electoral.

Ante un grupo de responsables locales, tres semanas antes de las elecciones legislativas, la dirigente conservadora anunció haber duplicado un fondo creado a comienzos de agosto, que ahora alcanza a 1.000 millones de euros, para apoyar la lucha de las ciudades contra la contaminación.

“La mitad estará a cargo de los constructores [del sector del automóvil] y la otra mitad del Estado federal”, dijo Merkel. Las alcaldías podrán usar este fondo para instalar estaciones de carga para automóviles eléctricos o desarrollar sus transportes públicos.

De momento la prioridad es “evitar las prohibiciones de circulación” que amenazan a los automóviles en las grandes ciudades, dijo Merkel, en referencia la denuncia de Umwelthilfe.

Esta asociación asegura que cada año hay más de 10.000 muertes prematuras en Alemania por las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx). Y su denuncia ante la justicia podría obligar a unas 70 ciudades a prohibir en sus calles los vehículos más contaminantes.

Una amenaza que se hace más precisa, con varios tribunales, en particular en Múnich y Stuttgart, que consideran que sería la única medida capaz de llevar la contaminación a niveles aceptables. La corte administrativa federal debe emitir un decreto a este respecto a comienzos de 2018.

En agosto los constructores ofrecieron, durante una “cumbre” en Berlín, adaptar su programa informático para reducir las emisiones contaminantes de cinco millones de automóviles equipados con motores diésel, un tercio del parque automotor alemán, y facilitar las condiciones para retirar los vehículos más viejos.

Pero estas medidas —tomadas poco después de la revelación de la existencia de un cártel de los gigantes de industria automotriz alemana— serán insuficientes para hacer descender hasta las normas en vigor el nivel de contaminación, confirmó el 26 de agosto la oficina federal del medio ambiente.

En este contexto, Merkel intenta buscar equilibrio. Con una industria que emplea a 800.000 trabajadores, por un lado ha fustigado las críticas a los constructores, en particular tras el caso de los motores trucados de Volkswagen. Pero al mismo tiempo señala la necesidad de “recuperar la confianza en el diésel”, descartando su abandono.

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