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La economía de Cataluña, afectada por el desafío separatista

La Plaza Mayor de Vic, en la provincia de Barcelona, en una imagen del 21 de diciembre de 2017, durante las elecciones autonómicas en Cataluña afp_tickers

La economía de Cataluña, una de las más dinámicas de España, se ha visto golpeada con la crisis política por su tentativa de secesión, atemorizando a turistas y empresarios.

– Un turismo ralentizado –

Tras un referendo de autodeterminación ilegal el 1 de octubre, marcado por la violencia policial, la crisis política tuvo su punto culminante el 27 de octubre, con la declaración unilateral de independencia del Parlamento catalán, a la que el gobierno central respondió poniendo la región bajo su tutela.

El impacto fue casi inmediato en el turismo, que representa un 12% del PIB de esta región, la más visitada de España. Las llegadas de turistas extranjeros cayeron casi un 5% en octubre, pese a que habían seguido aumentando incluso tras los atentados yihadistas de agosto, que dejaron 16 muertos.

El volumen de negocio de los profesionales del sector cayó entre el 10 y el 15%, en particular en Barcelona, durante octubre y noviembre.

Para el primer trimestre de 2018, las reservas hoteleras han caído un 10% interanual en Barcelona.

– Impacto en el empleo y el consumo –

Las dificultades del sector turístico catalán, que emplea a más de 400.000 personas, muchas de ellas con contratos precarios, han impactado el empleo.

El tradicional incremento del desempleo en esta época, debido al final de los contratos estivales, fue “más acentuado” este año, según Pimec, principal patronal de pequeñas y medianas empresas catalanas.

El número de desempleados aumentó en noviembre en Cataluña, mientras que bajó en la Comunidad de Madrid, que tiene un peso económico equivalente pero es menos turística.

Según una investigación de la escuela de comercio Esade, el 25% de los empresarios catalanes contratarán menos de lo previsto en 2018 y el 46% han congelado sus inversiones.

Igualmente, la crisis ha frenado el consumo: las ventas al por menor cayeron casi un 4% en octubre, mientras que a nivel nacional se mantuvieron estables.

Las ventas de coches se ralentizaron de manera clara en octubre y noviembre.

– Fuga de empresas –

Ante el temor a la inseguridad jurídica derivada de una eventual secesión o el riesgo de ver sus productos boicoteados, más de 3.100 empresas trasladaron su sede social fuera esta región, que aporta el 19% del PIB español.

Entre ellas estaban los bancos CaixaBank y Sabadell, que temían quedarse sin la financiación del Banco Central Europeo (BCE) en caso de independencia, y se vieron afectadas por importantes retiradas de liquidez (6.000 millones de euros, según el diario barcelonés La Vanguardia).

Estas mudanzas, en teoría meramente administrativas, hacen temer a medio y largo plazo que deriven en traslados de personal y de producción.

Dichas empresas representan apenas el 1% de las sociedades catalanas. Con todo, entre ellas hay grandes grupos que representan el 30% del PIB regional, como el grupo Gas Natural o el gestor de autopistas Abertis.

Estos traslados “sin precedentes” y la agrietada imagen de la región podría dificultar la captación de inversiones, según la principal patronal catalana, Foment del Treball.

Las inversiones productivas extranjeras en Cataluña cayeron un 74,9% en el tercer trimestre del año, incluso antes de realizarse el referéndum, según las cifras divulgadas el miércoles por el ministerio de Economía.

Las agencias calificadoras Standard and Poors y Fitch advirtieron en octubre que podían bajar más la nota de la deuda de Cataluña, ya en categoría especulativa, lo que le impide financiarse en los mercados internacionales. Depende totalmente de préstamos del gobierno central.

– Incertidumbre a nivel nacional –

En el cuarto trimestre de 2017, el conjunto de la economía española no ha sufrido desacelaración, pero en Cataluña el crecimiento se ha reducido “prácticamente a la mitad”, dijo esta semana el ministro de Economía, Luis de Guindos.

A causa de la crisis política, el gobierno recortó sus previsiones de crecimiento para 2018 del 2,6% al 2,3%. Si vuelve “la normalidad” tras las elecciones, pronostica en cambio un crecimiento de la economía española del 3%.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) temen también una ralentización del crecimiento.

“Si la incertidumbre se reduce considerablemente durante los próximos meses (…) los efectos van a ser transitorios y relativamente limitados”, estimó Miguel Cardoso, economista jefe del banco BBVA. Pero, si se prolonga, “los efectos serán más duraderos. En estos momentos es bastante incierto”, advirtió.

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