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La elección presidencial en Kirguistán, un test para la democracia local

Unos mimebros de la comisión electoral realizan la identificación electrónica de una votante en una casa de Arashan, a unos 20 kilómetros de Biskek, el 14 de octubre de 2017, durante la votación temprana de la presidencial afp_tickers

La elección presidencial del domingo en Kirguistán debe conducir a un pacífico traspaso de poder, lo que supone una prueba de democracia local y una excepción en Asia Central, región habituada a los presidentes vitalicios.

Hay once candidatos en esta elección, entre ellos varios ex primeros ministros del actual presidente.

Kirguistán ha sido escenario de dos revoluciones en 25 años de independencia, en las que se produjo la caída del jefe de Estado, primero en 2005 y luego en 2010.

Este país, dirigido desde 2011 por Almazbek Atambayev -que según la Constitución no tiene derecho a volverse a presentar- ha sido sacudido además por numerosos episodios de violencia étnica.

Bajo la presidencia de Atambayev, el país se ha acercado políticamente a Rusia, aunque ha buscado apoyo económico del lado de China, algo vital para su desarrollo.

No ha habido violencia durante el mandato de Atambayev, pero si se han adoptado medidas represivas que han generado tensiones al acercarse la elección.

Pese a ello, la vida política kirguisa contrasta con la de sus vecinos de Asia Central, donde son norma los presidentes vitalicios y autoritarios.

– Dos favoritos y un statu quo –

Dos ex primeros ministros aparecen como favoritos, según los sondeos: Sooronbai Jeenbekov, aliado de Atambayev, y el rico empresario Omurbek Babanov.

Jeenbekov se ha beneficiado en su campaña del apoyo del Estado, gracias a su cercanía con el presidente Atambayev.

“Tenemos muchas informaciones sobre Babanov y sus opiniones políticas, pero no podemos decir lo mismo de Jeenbekov”, explica a las AFP Azel Dulotkeldieva, analista política en la universidad Manas de Biskek.

Sea cual fuere el vencedor, esta experta no espera ni “reformas profundas” ni un cambio en la política extranjera por parte del nuevo presidente.

“No me siento cercano a ningún candidato”, declara a la AFP Polad Suleimanov, que dirige una clínica veterinaria en Biskek.

Las divisiones regionales, reforzadas por la geografía montañosa del país, desempeñarán un rol clave en la elección.

Babanov espera ganar los votos de su provincia natal de Talas, en el noroeste, mientras que Sooronbai Jeenbekov espera obtener un fuerte apoyo en su región de Och, en el sur.

La popularidad de varios otros candidatos, como Temir Sariyev -otro ex primer ministro- o el nacionalista Adakhan Madumarov, reduce la posibilidad de que uno de los dos favoritos logre el 50% de los votos en la primera vuelta, lo que hace probable que se celebre una segunda ronda, algo que muchos temen.

En efecto las revoluciones de 2005 y de 2010, marcadas por la violencia interétnica, empezaron cuando se cuestionaron los resultados electorales.

“Que se elija a alguien este domingo y que podamos retomar nuestra vida normal”, es lo que pide Marat Babakulov, granjero del norte del país, entrevistado por la AFP.

“Un millón de nuestros ciudadanos están obligados a ir a Rusia para encontrar trabajo. Todo lo que queremos es paz y una economía que funcione”, asegura.

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