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La guerra en Siria acapara la campaña de las legislativas

Un cartel de las elecciones parlamentarias sirias, fotografiado en Damasco el 15 de marzo de 2016 afp_tickers

En las calles de Damasco, el conflicto armado en Siria se ha convertido en el protagonista de los eslóganes de los más de diez mil candidatos que se presentan a las legislativas, organizadas por el régimen para el próximo 13 de abril.

“Estamos a favor de la seguridad”, “por nuestros niños muertos, vamos a continuar”, afirman los candidatos en sus pancartas en la capital siria. Un aspirante a diputado se presenta como la voz de los “mártires de nuestro ejército armado”, mientras que otro clama “la Siria victoriosa”.

Para estas segundas elecciones desde el inicio de la guerra, 11.341 candidatos de más de 25 años se presentan a los 250 escaños del Parlamento.

El presidente Bashar Al asad evocó un número “inédito” de candidatos para estas elecciones, tachadas sin embargo de “ilegítimas” por las fuerzas opositoras y por Occidente. El presidente francés, François Hollande, denunció una idea “provocadora”. Por el contrario, Rusia las juzgó “conforme a la Constitución siria actual” y aseguró que “no dificultan” el proceso de paz, que se está negociando actualmente.

La ONU, por su parte, defiende que lleven a cabo unas elecciones en los próximos 18 meses.

– Sin voto en Raqa –

Más allá de las terribles pérdidas humanas de la guerra, las consecuencias económicas y sociales del conflicto están presentes en las campañas de múltiples candidatos.

“Juntos para que la libra siria recupere su gloria de antaño”, propone uno de ellos, “para erradicar la corrupción y construir una nueva Siria”, defiende otro.

El presidente del comité jurídico supremo de las elecciones, el juez Hisham al Shaar, asegura que estas elecciones “se llevaran a cabo en todas partes salvo en las provincias de Raqa y de Idleb”, en manos de los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) y del Frente al Nosra. Tampoco se celebrarán “en las regiones con problemas de seguridad”, haciendo referencia a las zonas controladas por los rebeldes. “Los electores originarios de estas regiones podrán votar en los sectores controlados por el ejército”, indicó.

Si los candidatos tienen derecho a organizar mitines, distribuir folletos y colgar carteles y pancartas, les está prohibido hablar con la prensa. “Es para instaurar la igualdad entre los candidatos ricos que pueden permitirse una publicidad en los periódicos y los que no pueden hacerlo”, justifica el juez.

Pero algunos electores no piensan para nada ir a votar. “Ni estos candidatos, ni los diputados salientes, ni incluso los de antes, nos ayudaron. Al principio, nos prometían maravillas y, una vez elegidos, ni nos dirigen la palabra”, critica Mohamad al Juje, cámara de 36 años. “Nadie merece que vote por él. Tenemos una vida muy difícil”, se lamenta.

En las regiones kurdas, los responsable locales y la población no ven con buenos ojos esta nueva campaña en las zonas controladas por el régimen, como una parte de Hasaké o Qamishli (noreste).

Según los observadores, el resultado de las elecciones debería ser parecido al de mayo de 2012. Por primera vez, varios partidos fueron autorizados a participar, pero el partido Baas, en el poder desde hace medio siglo, obtuvo la mayoría de los 250 diputados.

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