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La huelga de hambre de presos palestinos entra en una fase peligrosa

Guardias fronterizos israelíes durante enfrentamientos contra manifestantes palestinos que protestaban en apoyo de los presos palestinos en huelga de hambre en cárceles hebreas, en Belén, Cisjordania, el 11 de mayo de 2017 afp_tickers

Centenares de presos palestinos en huelga de hambre comenzaron este miércoles su segundo mes de protesta, una fase peligrosa para su salud.

El 17 de abril, Marwan Barghuthi, condenado a cadena perpetua por mortíferos atentados, inició este movimiento con el objetivo de obtener mejores condiciones de detención, como contar con teléfonos públicos o más visitas.

Según Israel hay 840 prisioneros en huelga de hambre y según responsables palestinos son más de 1.000.

¿Cómo reacciona el cuerpo? Zeratzion Hishal, médico eritreo de la Cruz Roja Internacional y uno de los pocos extranjeros que han tenido acceso a los detenidos, responde a esta cuestión.

Sus declaraciones han sido corroboradas a la AFP por otro médico especialista en la materia.

Hishal solo puede expresarse en términos generales sobre esta huelga de hambre.

– ¿Cómo reacciona el cuerpo?

Hay que abandonar la idea de que huelga de hambre significa un hambre intensa y permanente, dice Hishal. Se tiene la sensación de que se va a morir de hambre solo dos o tres días durante los cuales el cuerpo espera desesperadamente recibir comida, provocando intensos dolores de estómago.

Al cabo de tres días, “el estómago dice que no hay comida y el cerebro lo acepta. En la mayoría de los casos, los dolores de estómago desaparecen porque ya no espera nada”.

En su lugar, el cuerpo comienza a consumir sus propias reservas de grasa.

Pasado un mes, cuando la grasa se agota, el cuerpo consume sus propias proteínas, es decir, los músculos y más tarde los órganos, intentando siempre preservar el cerebro, el hígado, los riñones y el corazón.

“En una huelga de hambre, uno se come a sí mismo”, asegura Hishal.

– Primeras semanas

Normalmente, durante las dos primeras semanas, “las personas están eufóricas, felices, debido a los cambios hormonales. Están de buen humor cuando se les habla”, explica el médico.

No sienten mucho dolor, “eso llega más tarde”.

Tras dos semanas comienzan los mareos, los dolores articulares y los dolores de cabeza.

Los desequilibrios hormonales cambian y el humor se entristece.

Cuando llega la tercera o cuarta semana, los huelguistas pueden vomitar de manera incontrolada varias veces al día durante tres o cuatro días.

“Pueden vomitar cada vez que beben”. “Están cansados y se vuelven apáticos, quieren dormir y no tienen ganas de hablar. Se observa una forma de depresión”, destaca.

– ¿Cómo afecta al sueño?

El sueño es poco habitual, a menudo se limita a dos o tres horas por la noche, puesto que durante el día están acostados.

Los dolores articulares intensos provocados por el mínimo movimiento hacen que el sueño se vuelva más difícil.

– ¿Cuándo hay que hospitalizar?

Después de tres o cuatro semanas, los huelguistas pierden cerca del 10% de su peso, lo que significa que, en teoría, deben someterse a exámenes regulares, declara Hishal.

Los riesgos aumentan considerablemente pasado un mes. La pérdida de peso puede llegar al 20%, haciéndose necesaria la hospitalización.

Ingresar en hospitales a cientos de personas supondría un desafío logístico importante para Israel.

Precisamente, para hacer frente a este supuesto, Israel adoptó una ley que le permite recurrir a la alimentación forzosa. Este recurso, sin embargo, se enfrenta al rechazo del Colegio de Médicos.

– ¿Cuándo se muere?

El riesgo de muerte empieza a ser alto al cabo de 50 días. Los huelguistas sufren desmayos intensos, ya no controlan los movimientos de sus ojos, el ritmo cardíaco se ralentiza, la orina se vuelve marrón oscuro, señal de posible fallo renal.

Los huelguistas han perdido ya en general el 30% de su peso, los músculos ya no soportan al esqueleto, haciéndoles imposible permanecer de pie.

“A partir de este estadio, se pueden esperar graves complicaciones, como el fallo de órganos y la muerte”.

La muerte se produce generalmente por paro cardíaco.

Diez huelguistas de hambre independentistas irlandeses, dirigidos por Bobby Sands, se dejaron morir en las prisiones británicas en 1981, después de entre 46 y 73 días, según el caso.

“El caso Bobby Sands muestra cómo el cuerpo de cada uno reacciona de manera diferente”, cuenta este médico eritreo.

“Pero según pasan los días, aumentan las complicaciones, con la muerte en definitiva”, apostilla.

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