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La salida de Tillerson deja en el aire el acuerdo nuclear con Irán

El exsecretario de Estado de EEUU John Kerry (I) y su homólogo iraní Mohamed Javad Zarif (D), en un encuentro en Viena, el 16 de enero de 2016, para la aplicación del acuerdo nuclear de Irán. afp_tickers

El despido el martes de Rex Tillerson del Departamento de Estado estadounidense podría significar la sentencia de muerte del acuerdo nuclear con Irán, tensando aún más las ya difíciles relaciones entre Estados Unidos y sus aliados europeos, partidarios de salvar el histórico texto.

Para justificar el cese, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recurrió a un desacuerdo con su secretario de Asuntos Exteriores. “El acuerdo con Irán pensé que era terrible, él pensó que estaba bien. Yo quería romperlo o hacer algo, él pensaba diferente”.

“Trabajamos con nuestros aliados y socios para bloquear el camino de Irán hacia las armas atómicas y luchamos contra su apoyo al terrorismo”, aseguró más tarde el mandatario. “Donde sea que vayamos en Oriente Medio, se nos habla de Irán, Irán, Irán”.

Trump anunciará el 12 de mayo si, como ya ha insinuado repetidas veces, su país sale del acuerdo y restaura el régimen de sanciones contra la República islámica.

El acuerdo fue alcanzado en julio de 2015 entre Irán y las cinco grandes potencias que integran el Consejo de Seguridad de la ONU: Estados Unidos, China, Francia, Rusia y Reino Unido, junto a Alemania. El texto estipula la detención del programa nuclear de Teherán e inspecciones internacionales en varias instalaciones a cambio del levantamiento de las sanciones económicas que asfixiaban al país.

El resto de los firmantes ven el texto como una victoria histórica para la no proliferación de armas nucleares, tras un década de tensión. Irán asegura que nunca intentó dotarse de este tipo de armamento, pero advirtió que el país podría reanudar rápidamente el enriquecimiento de uranio si se abandona el acuerdo.

El presidente de Estados Unidos lanzó un ultimátum a sus aliados europeos para llegar a un acuerdo con Irán que “remedie las terribles lagunas” que contiene el texto. Trump pide más inspecciones y, sobre todo, la negativa a extender la duración de las restricciones a la producción de combustible nuclear.

Apoyado por el secretario de Defensa, Jim Mattis, Tillerson y su equipo pidieron a Trump que escuchara a los europeos, que tratan de preservar el acuerdo mientras lo refuerzan.

Pero después del nombramiento al frente del Departamento de Estado del jefe de la CIA Mike Pompeo, un “halcón” en el tema iraní, el multimillonario republicano parece más dispuesto a seguir sus instintos.

– Malos augurios –

Ello tendría consecuencias “catastróficas” para la seguridad nacional, advierten desde el centro Diplomacy Works, fundado por los consejeros de John Kerry, exjefe de la diplomacia durante la gestión de Barack Obama, que negoció y firmó el acuerdo de 2015.

“Mientras Tillerson no era un abierto partidario del acuerdo nuclear”, su sucesor “seguramente aconseja al presidente a retirar a Estados Unidos de sus obligaciones (…) que podría sumir a nuestra nación en un nueva guerra en la región”, advierten desde Diplomacy Works.

Mark Dubowitz, de la conservadora Fundación para la Defensa de las Democracias que rara vez coincide con los diplomáticos de la era Obama, está de acuerdo: la llegada de Pompeo es un mal presagio para la supervivencia del acuerdo.

“Para los europeos (y estadounidenses) que piensan que Trump realmente no habla en serio sobre abandonar (el acuerdo) el 12 de mayo si no se alcanza un acuerdo para mejorarlo, aquí está la primera prueba: el próximo secretario de Estado, Mike Pompeo”, tuiteó.

Antes de la ceremonia de confirmación de Pompeo en el cargo en el Senado, que tendrá lugar en abril, la diplomacia sigue funcionando.

El director de estrategia de Tillerson, Brian Hook, se reúne el jueves con funcionarios franceses, británicos y alemanes en Berlín para analizar los cambios del texto original, dijeron fuentes del Departamento de Estado a la AFP.

Se podrían incluir restricciones en el programa balístico iraní y el fin de las restricciones temporales. Los representantes europeos prefieren estos “suplementos” al texto siempre que el alma del acuerdo permanezca intacta. Aún así, Teherán y Washington tendrían que aceptar las nuevas cláusulas.

Barak David, periodista de Canal 10 de Israel, aseguró recientemente que el presidente Trump prometió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, crítico feroz del acuerdo con Irán, que se negaría a aceptar un texto adicional.

El presidente estadounidense rechaza los “cambios cosméticos” y quiere una redacción nueva del texto, afirmó, citando fuentes del gobierno.

La salida de Tillerson generó ya reacciones de grandes actores en este escenario.

China fue cauta y expresó su deseo de que no haya cambios radicales en el ámbito bilateral y en el diálogo con la conflictiva Corea del Norte: “Esperamos que este cambio de persona no tenga repercusión para el desarrollo de las relaciones bilaterales y para la cooperación sino-estadounidense en algunos temas importantes”, declaró Lu Kang, portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores chino.

Por su parte, el gobierno de Irán aseguró que la destitución muestra que Donald Trump “quiere dejar el acuerdo nuclear” alcanzado con las grandes potencias, según el viceministro de Relaciones Exteriores iraní, Abas Araghchi.

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