Perspectivas suizas en 10 idiomas

Las 18 turbinas de la cuestionada represa brasileña de Belo Monte ya están activas

Vista de la planta hidroeléctrica de Belo Monte en Altamira, estado de Pará, Brasil, el 11 de marzo de 2019 afp_tickers

El presidente Jair Bolsonaro inauguró este miércoles la 18ª y última turbina de la cuestionada represa de Belo Monte, cuarta mayor hidroeléctrica del mundo, en plena Amazonía brasileña.

La represa sobre el rio Xingú, en el estado de Pará (norte), costó cerca de 40.000 millones de reales (unos 10.000 millones de dólares) y dispone a partir de ahora de una capacidad instalada de 11.233 Megawatts (con una cantidad promedio de generación de 4.571 MW), superada solo por las represas chinas de Tres Gargantas y Xiluodu, y la brasileño-paraguaya de Itaipú.

Acompañado por la primera dama, Michelle Bolsonaro, de su ministro de Energía y autoridades locales, Bolsonaro develó una placa conmemorativa y apretó un botón para accionar simbólicamente las turbinas de la hidroeléctrica.

“La conclusión de esta obra concebida en la década de 1970 es un hito histórico para nuestro país”, afirmó el ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque.

“Belo Monte va a generar energía para 18 millones de viviendas o 60 millones de brasileños, lo cual equivale a la población de Italia”, destacó la semana pasada el director de la Agencia Nacional de Energia Eléctrica (Aneel), André Pepitone, al autorizar la puesta en marcha de la última turbina por el administrador estatal Norte Energía.

Aunque el proyecto fue concebido durante la dictadura militar (1964-1985), la licitación de las obras fue lanzada en 2010, en el último año del segundo mandato del entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).

La puesta en marcha de las primeras turbinas se concretó en 2016, con su sucesora Dilma Rousseff, también del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), bajo fuertes críticas de poblaciones desplazadas, comunidades indígenas y grupos ambientalistas.

El broche final lo puso el ultraderechista Bolsonaro, partidario de la apertura de la Amazonía a actividades agropecuarias y mineras.

“Resulta simbólico que justamente esta obra, que será recordada por siempre como el gran error de la gestión petista, sea la única herencia [de esas gestiones] que Bolsonaro honra y homenajea”, escribió el Movimiento Xingú Vivo para Siempre (MXVPS), que reúne a varias oenegés y grupos sociales, en un manifiesto titulado “Malditos sean quienes festejan Belo Monte”.

Las críticas apuntan a los impactos sociales y ambientales de la obra, que también fue afectada por la megainvestigación antcorrupción ‘Lava Jato’ (Lavadero de autos), por la cual se condenó a decenas de empresarios y políticos implicados en una red de sobornos para obtener contratos en la paraestatal petrolera Petrobras.

Entre los impactos sociales denunciados, figura el desplazamiento de unas 20.000 familias y la explosión demográfica provocada por la construcción de Belo Monte en el municipio de Altamira, actualmente uno de los más violentos de Brasil.

Por el lado ambiental, se cuestiona la alteración del ámbito biótico y socioeconómico en torno al río Xingú, debido a la reducción del flujo de agua.

SWI swissinfo.ch - unidad empresarial de la sociedad suiza de radio y televisión SRG SSR

SWI swissinfo.ch - unidad empresarial de la sociedad suiza de radio y televisión SRG SSR