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Las presidenciales francesas serán una votación “sin entusiasmo” para muchos

La sombra de la candidata del Frente Nacional, la ultraderechista Marine Le Pen, sobre el fondo del escenario en que dio un discurso de campaña electoral en Les Sables-d'Olonne, oeste de Francia, el 27 de marzo de 2017 afp_tickers

Lune votará por primera vez en abril pero lo hará sin convicción. Tras una campaña presidencial dominada por los escándalos y el ascenso de la extrema derecha, muchos franceses no tienen candidato a su medida y votarán “sin entusiasmo”.

“Para mi primera elección voy a tener que votar para frenar a Marine Le Pen”, lamenta Lune Culmann, una estudiante parisina de 18 años, en referencia a la candidata del Frente Nacional (FN), el partido francés de extrema derecha.

Para Marianne Gazet, de 19 años, escoger un candidato el próximo 23 de abril “será más difícil de lo que pensaba”. “Hay tantos factores en esta campaña además de la política, como las revelaciones sobre los candidatos, que mi decisión no será por convicción”, explica esta joven francesa que cursa sus estudios en Londres.

Francia se enfrenta a sus elecciones más inciertas de las últimas décadas, tras una campaña llena de sobresaltos y en un contexto de hartazgo generalizado con el sistema político existente.

Marine Le Pen, de 48 años, apoyada por el Brexit y la elección de Donald Trump en Estados Unidos, es la única candidata que según todos los sondeos tiene garantizado su pase a la segunda vuelta de estas presidenciales francesas, que se celebrará el 7 de mayo. La gran incógnita de esta elección es saber quién la disputará ante ella.

El conservador François Fillon, que arrancó la campaña como el principal rival de Le Pen, cayó al tercer puesto en intención de voto, acorralado por una serie de escándalos de corrupción.

Pese a haber sido inculpado por la justicia por desvío de fondos públicos, el ex primer ministro de Nicolas Sarkozy (2007-2012), que basó su campaña en la honestidad, se niega a retirarse de la carrera presidencial.

– “Voto útil” –

“Hay mucha confusión”, lamenta Jacques Drouet, de 65 años. “Estamos todos como atrapados entre un voto por convicción y un voto útil”, explica este ingeniero jubilado que siempre ha votado a la izquierda.

Si Le Pen y Fillon llegan a la segunda vuelta, Drouet votará en blanco, aún traumatizado por el terremoto político de 2002, cuando el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, se calificó junto al candidato de la derecha, eliminando al candidato socialista en primera ronda.

Para evitar este “dilema imposible”, este sexagenario sopesa votar por Emmanuel Macron, un centrista de 39 años que pese a que nunca se ha sometido al sufragio universal ha ganado terreno en los sondeos, suplantando a Fillon.

“Emmanuel Macron es uno de los principales beneficiarios del voto útil porque aparece como el aspirante con mayores opciones de derrotar a Le Pen”, confirma Jerome Fourquet, director del departamento de Opinión de la encuestadora Ifop.

Pero el argumento del voto útil no convence a todos. Gwendal Dugast, un estudiante de Nantes (oeste), votará en primera vuelta por el candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon.

“El síndrome del voto útil no me interesa”, explica este joven de 20 años que no votará en la segunda vuelta. Su candidato, con 15% de la intención de voto, ocupa actualmente el cuarto lugar en los sondeos.

“Llevamos varios años viendo a las presidenciales como un medio de frenar al Frente Nacional, pero no hacemos nada para luchar contra sus ideas y dejamos que prospere en el ámbito político”, denuncia Dugast.

Pero otros electores podrían elegir simplemente no ir a votar, lo que aumenta el riesgo de una abstención alta. Según las encuestas, la abstención en 2017 podría superar el 20% alcanzado en las últimas elecciones presidenciales, las de 2012.

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