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Las víctimas exigen justicia 70 años después de la sangrienta masacre de Taiwán

Pan Hsin-hsing muestra unas fotos de sus padres el pasado 8 de febrero durante una entrevista en Taipei afp_tickers

Para Pan Hsin-hsing, la simple vista o el aroma de los lirios le causan un sentimiento horrible desde años, pues esas flores decoraban la habitación donde yacía su padre, ejecutado hace 70 años por las tropas nacionalistas del Kuomintang en Taiwán.

Él solo tenía seis años cuando Pan Mu-chih, un médico y político local, fue arrestado, torturado y asesinado en una masacre de 1947 que marcó el comienzo de años de purgas políticas en Taiwán, una época conocida como ‘Terror Blanco’.

Una última nota de su padre quedó garabateada en un paquete de cigarrillos que le pasó a su familia un carcelero. “No estéis tristes, muero por los residentes de nuestra ciudad. Muero sin arrepentirme”, dice la nota.

El martes, Pan hablará durante el homenaje nacional a las víctimas del líder nacionalista Chiang Kai-shek, cuyo partido, Kuomintang (KMT), gobernó Taiwán en ese tiempo. En representación de tantos que perdieron a sus seres queridos, pedirá que por fin se haga justicia.

El padre de Pan era crítico con el KMT y fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento junto con otros políticos locales de la ciudad de Chiayi (sur), donde se registraron disturbios contra el gobierno.

Esos levantamientos formaban parte de los altercados ocurridos por toda la isla que empezaron el 28 de febrero de 1947, después de que un inspector golpeara a una mujer que vendía cigarrillos de contrabando en Taipéi.

Se calcula que las medidas represivas contra los manifestantes pudieron acabar con la vida de hasta 28.000 personas.

Pan también perdió a su hermano de 15 años, a quien le dispararon cuando salió a buscar a su padre, desaparecido. La familia dijo que el joven se había suicidado por miedo a las consecuencias de decir la verdad.

El cadáver fue trasladado a la clínica familiar, donde trabajaba como médico, y yació en la sala de espera para que la gente pudiera acudir a presentarle sus respetos.

“Recuerdo mirar los lirios y oler su aroma mientras los hombres que venían a presentar sus condolencias mostraban su enojo y las mujeres lloraban”, indica a la AFP. “Fue difícil de llevar”.

– La verdad –

Las masacres de 1947 fueron el preludio de las purgas más amplias que el gobierno llevó a cabo contra sus oponentes entre 1949 y 1987 bajo la ley marcial impuesta por Chiang y su hijo, cuyo partido huyó a Taiwán cuando el Partido Comunista de Mao Zedong lo derrotó en una guerra civil, en la China continental.

Datos oficiales dan cuenta de 140.000 personas procesadas por tribunales militares durante el ‘Terror Blanco’, con entre 3.000 y 8.000 ejecutados. Pero muchos creen que las cifras reales son más altas.

El actual Gobierno de Taiwán, liderado por el Partido Democrático Progresista (DPP) de la presidenta Tsai Ing-wen, prometió investigar las purgas. Pero, después de tres años, todavía no se ha presentado ningún informe y algunos activistas, impacientes, dan muestras de escepticismo.

Yeh Hung-ling lidera una campaña para que se haga justicia con las familias de las víctimas y las ha estado ayudando a localizar cartas de sus allegados. Su grupo solicita una nueva “ley de archivos políticos” para tener un mayor acceso a archivos restringidos.

– Curar heridas –

Un informe pagado por el Gobierno en 2006 señalaba que Chiang tenía que asumir sus responsabilidades por las purgas de 1947.

Sin embargo, algunos activistas afirman que no existe ningún reconocimiento oficial de Chiang como culpable o de su papel en purgas más amplias.

“Pedimos que se aclare la verdad y que se haga responsables a quienes estuvieron detrás, con sus nombres en una lista en registros oficiales y libros de texto”, defiende Yang Chen-long, dirigente del Memorial Foundation de 228.

Cuando Pan hable junto a la presidenta Tsai el martes, pedirá de nuevo que se elimine la imagen de Chiang del paisaje taiwanés como un signo de respeto por los fallecidos.

Pan fue uno de los primeros taiwaneses que sacó a la luz las vivencias de su familia durante las purgas, un tema tabú hasta que se levantó la ley marcial en 1987 y Taiwán comenzó su etapa democrática.

Tras hablar del trauma de su familia en una iglesia unos diez años atrás, rodeado de lirios, Pan empezó a dejar de tenerle miedo a esa flor. “Hablar ayudó a curar las heridas”, dijo.

El paquete de cigarrillos en el que su padre escribió su último mensaje está archivado en el National 228 Memorial Museum en Taipéi, así como la camiseta ensangrentada que llevaba ese día.

Pan asegura que deberían recordarse las purgas para evitar otra tragedia en Taiwán. “No queremos venganza”, afirma a la AFP. “Queremos justicia”.

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