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Los cortes de electricidad, una pesadilla diaria para los libios

Unos libios reparan grupos electrógenos en Trípoli, la capital de Libia, el 25 de agosto de 2018 afp_tickers

En un cuarto sombrío y húmedo, Ahlam Fathi observa como su hijo estudia a la luz de una vela. Y es que los cortes de electricidad son el pan nuestro de cada día en la capital de Libia desde hace años.

En este pequeño apartamento de Trípoli el aire es sofocante, incluso por las noches con las ventanas abiertas de par en par.

“No puedo enfadarme con él por haber suspendido dos asignaturas del tawjihi”, cuenta en voz baja esta madre de dos adolescentes refiriéndose al examen de fin de estudios secundarios en Libia.

Noche y día, los habitantes de Trípoli invaden las playas y los lugares públicos en busca de un poco de frescura. “Como de costumbre, el verano en Libia es difícil pero el calor es todavía más insoportable a causa de los cortes de electricidad, que a menudo duran más de diez horas por día”, explica ella.

Los cortes de corriente imprevisibles son una constante desde la caída del régimen de Muamar Gadafi en 2011. También lo es la penuria de carburante y de dinero, acompañada de la subida vertiginosa de los precios.

La anarquía reinante en el país fomenta el tráfico y el contrabando transfronterizo de mercancías, y las familias tienen muchas dificultades para subsistir. El precio del pan se cuadruplicó en menos de un mes.

De todo el país, la ciudad que más sufre las penurias es la capital, con casi 2,5 millones de habitantes sin contar los desplazados de las zonas de conflicto.

– Aguzar el ingenio –

Algunas localidades del oeste de Libia se niegan a “compartir” el racionamiento nacional de corriente y sus milicias impiden por la fuerza los cortes en los centros locales de la compañía general libia de electricidad (Gecol).

Esta semana Gecol advirtió de un posible apagón general debido a los daños causados a la red de distribución eléctrica por los combates entre milicias en los suburbios del sur de Trípoli.

La escasez ha obligado a los libios a arreglárselas como buenamente pueden. Instalan grupos electrógenos, “con frecuencia caros, con poca potencia y de mala calidad” , afirma Amal Khayri, profesora universitaria en Trípoli.

La venta y reparación de generadores se ha convertido en un comercio lucrativo.

La crisis ha generado empleos, explica Abdalá al Werfalli, un técnico que repara generadores. “Así es como pude satisfacer las necesidades de mi familia”, dice.

Unas estrecheces que demuestran el fracaso de las sucesivas autoridades de transición, como el actual gobierno de unión nacional (GNA) apoyado por la ONU.

Para muchos libios sería “ilusorio ahora hablar de elecciones” -pedidas con insistencia por la comunidad internacional- si no mejoran las condiciones de vida.

– Vandalismo e inseguridad –

“Cuando me hablan de elecciones, de Constitución o de referéndum me da la risa”, afirma Ramadan al Buni.

Este vendedor de electrodomésticos de 53 años, con tres hijos, “no tiene tiempo ni energía para pensar en otra cosa que no sean las horas diarias malgastadas haciendo cola delante del banco o de las gasolineras”, cuyas actividades se detienen durante los cortes eléctricos.

“El sistema (informático) dejó de funcionar”, esta expresión es tan frecuente en las administraciones y los servicios públicos o privados que los libios la usan en el día a día como sinónimo de no.

Pese a su riqueza en hidrocarburos, Libia produce actualmente 5.500 megavatios (MW) como máximo. El consumo diario supera los 7.500 MW.

Esto se debe a “múltiples razones”, entre ellas la inseguridad, explica Mohamad al Tekuri, de la oficina de comunicación de la Gecol. También lo achaca a la suspensión de proyectos por la partida de las empresas extranjeras, al robo de vehículos y al derroche.

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