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Los musulmanes de EEUU, entre el miedo y el optimismo

Ahmed Rehab, del Consejo de Relaciones Islámico-estadounidenses (CAIR) de Chicago, el 18 de marzo de 2017, en esa ciudad de Estados Unidos afp_tickers

Delante de los comensales elegantemente vestidos, casi todos musulmanes, Ahmed Rehab se dirige hacia una tarima y pronuncia un virulento discurso contra la nueva administración Trump, causante de temores pero también de esperanzas en su comunidad.

“Esta lucha no es solamente nuestra, es la lucha de Estados Unidos”, exclama ante unos 1.200 invitados que asisten a una jornada de recaudación de fondos en beneficio del Consejo de Relaciones Islámico-estadounidenses (CAIR) de Chicago, que preside.

“Cuando se contempla a los que intentan prohibir que buenas personas ingresen a este país (…), personas que no han cometido más delito que ser musulmanes (les decimos que) no lo vamos a tolerar”, asegura Ahmed Rehab en medio de los aplausos.

Los musulmanes en Estados Unidos están en pie de guerra contra la segunda versión del decreto migratorio de Donald Trump, actualmente bloqueado por la justicia, que prohíbe temporalmente el ingreso a Estados Unidos de ciudadanos de seis países de mayoría musulmana (Irán, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen).

“Hay un verdadero temor a lo que pueda venir a continuación, a lo que pueda pasar, por quién será el próximo afectado”, explicó Louise Cainkar, presidenta de la Arab American Studies Association y autora de un libro sobre las consecuencias de las políticas gubernamentales en las comunidades árabe y musulmana de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre.

– “Nos sentimos extranjeros” –

“Tenemos el presentimiento de que van a atacar nuevamente a las asociaciones civiles y sin duda vigilar a las mezquitas, cosas que ya ocurrieron en el pasado”, afirma.

Los asistentes que escuchan a Ahmed Rehab están divididos entre la inquietud y el optimismo.

“Mis hijos son todos estadounidenses”, explica Fraheen Hashmi, una farmacéutica de 36 años, madre de 4 niños. “Es simplemente aterrador educarlos en este ambiente”, dice, preocupada de que puedan ser molestados por su religión o de que teman identificarse como musulmanes.

Zayna Saadeh también está inquieta. Esta inmigrante palestina de 59 años vive en Estados Unidos desde hace cuarenta. Pero ahora cierra con llave su negocio de ropa por temor a un ataque islamófobo. Sólo abre cuando alguien toca timbre. “No somos extranjeros”, afirma, pero “eso es lo que a menudo ahora sentimos”.

– Actos islamófobos –

El número de organizaciones islamófobas se triplicó el año pasado, según el Southern Poverty Law Center, que hace un seguimiento de los grupos extremistas. Y el número de actos islamófobos aumentó 67% en 2015, según el FBI.

El mes pasado un incendio arrasó una mezquita en Florida, y un hombre en Kansas fue acusado de haber disparado contra dos indios que confundió con ciudadanos de Medio Oriente matando a uno de ellos.

Esta semana una persona lanzó copias rotas del Corán alrededor de una mezquita en Tucson, Arizona, según el centro islámico de la ciudad.

La multiplicación de amenazas y actos islamófobos ha logrado, sin embargo, una cosa: unir a los musulmanes y a quienes los apoyan.

Ahmed Rehab saludó a los nuevos aliados de su comunidad, como los abogados no musulmanes que ayudaron a los viajeros bloqueados en los aeropuertos tras la firma del primer decreto migratorio de Trump el 27 de enero, que prohibía el ingreso a Estados Unidos de todos los refugiados y ciudadanos de siete países musulmanes (la primera versión del decreto incluía a Irak), provocando caos.

– Optimismo –

“Mis amigos, ustedes representan lo mejor de Estados Unidos”, dijo. Los invitados se hicieron eco de su optimismo. “Lo negativo se puede convertir en positivo, y a eso es a lo que asistimos ahora”, asegura Akif Ali, de 36 años, nacido en Houston, Texas.

“Lo mejor de todo esto es que la opinión pública estadounidense se ha mostrado muy generosa con nosotros”, dice Saqib Khan, un abogado estadounidense de origen paquistaní.

Ejemplo de este apoyo creciente, unas treinta personas de todos los credos y que defendían causas variadas asistieron a la iglesia episcopal Grâce de Chicago a una exposición sobre islamofobia.

“Muchos que no son musulmanes miran la actualidad e intentan ayudarnos”, declaró en esa reunión Sofia Sami, una joven de 24 años de origen indio, que lleva hijab, el velo de las musulmanas.

En Chicago el CAIR también reclutó a centenares de voluntarios, extendió su red y organizó cursos sobre los derechos de los musulmanes, dijo Hoda Katebi, portavoz del CAIR.

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