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Los traductores escasean en la ‘Torre de Babel’ de Calais

Unos migrantes, en el campamento de la 'Jungla' en Calais, Francia, el 6 de febrero de 2016 afp_tickers

Kais Rezai vivió en el campamento de migrantes de la ciudad francesa de Calais (norte) y ahora lleva nueve meses trabajando como intérprete de darí, su lengua materna. Este afgano es uno de los pocos traductores oficiales en la llamada ‘Jungla’.

Tigriña, amárico, dari, farsi, pastún, kurdo, panyabi, árabe, inglés… Una decena de idiomas cohabitan en esta inmensa villa miseria, donde viven entre 7.000 y 10.000 migrantes provenientes del Cuerno de África, Sudán, Pakistán, Afganistán, Irak y Siria y que mayoritariamente buscar llegar a Reino Unido.

“Es el único lugar del mundo en donde nos solicitan en tantas lenguas”, señala Franck Esnée, jefe de misión en Calais de Médicos Sin Fronteras (MSF), una de las pocas organizaciones que puede permitirse contratar a traductores.

Oriundo de Afganistán, Kais Rezai forma parte del equipo de seis intérpretes de MSF y trabaja con menores no acompañados.

“Somos el puente entre las dos lenguas, las dos culturas. Aunque algunas cosas se pueden decir con las manos o con un inglés básico, no se puede decir todo”, explica este joven de 26 años.

“Más que traducir, interpretamos, debemos instaurar una relación de confianza con los migrantes, convencerlos de que no repetiremos lo que nos dicen al Estado o a la policía”, agrega Rezai, quien llegó a Francia con apenas 13 años y que ahora busca “devolver el favor” después de “haber pasado por la misma situación”.

– ‘Una prioridad’ –

Para Franck Esnée, a unas semanas del desmantelamiento de la ‘Jungla’ anunciado por el Gobierno, los traductores son una “prioridad”.

“Si queremos que la gente confíe en los dispositivos que propone el Estado, debemos estar seguros de que entienden lo que se les propone”, apunta este jefe de misión de MSF.

Aunque muchos de estos migrantes tienen conocimientos básicos de inglés, “para lo que es el vocabulario técnico, la orientación jurídica o la asistencia psicológica es indispensable hablarles en su lengua”.

“En la vida cotidiana de la ‘Jungla’ basta hablar inglés”, confirma Maya Konforti, miembro de Auberge des Migrants, una asociación muy presente en el campamento.

La tarea se complica en el terreno jurídico, señala. Cuando los migrantes hablan con los servicios encargados de las peticiones de asilo, “deben detallar su periplo migratorio, pero no hay traductores en sus lenguas”, se lamenta.

A veces, algunos voluntarios tienen que improvisar. Es el caso de Elias, un estudiante francés que durante el desmantelamiento de la zona sur del campamento en marzo tuvo que servir de intermediario entre migrantes iraníes que se cosieron la boca para protestar contra la destrucción de sus chabolas y los servicios del Estado.

– Gran carencia en el ámbito médico –

La policía ha llegado a la misma conclusión. “Tenemos que trabajar con traductores”. “Hemos sufrido vicios de procedimiento por falta de traductores”, asegura una fuente policial.

“Los migrantes son conscientes de este problema y se aprovechan, nos dicen que hablan un dialecto, sabiendo que nos costará mucho encontrar a un traductor adecuado”, asegura.

Pero es sobre todo en el ámbito médico donde más se hace sentir la falta de traductores, explica Esnée. Por ejemplo, “las mujeres que hablan tigriña o amárico no van al hospital porque nadie allí habla su lengua”, asegura.

A veces, incluso en los hospitales, la improvisación se impone. Una voluntaria de Socorro Católico, Mariam Guerey, cuenta que hace poco recibió una llamada del hospital para que asista a una inmigrante sudanesa. “Tenía un parto difícil, entonces pusieron el teléfono en altavoz y yo traducía las órdenes de la partera: ‘Empuja’, ‘respira’, hasta escuchar el llanto del bebé…”

SWI swissinfo.ch - unidad empresarial de la sociedad suiza de radio y televisión SRG SSR

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