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Lula gana batalla judicial y moviliza a sus huestes para defender a Rousseff

Partidarios del Partido de los Trabajadores se manifiestan a favor de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y del exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, el 31 de marzo en Brasilia afp_tickers

Lula da Silva se libró de momento del temido juez que lo investiga por corrupción y podrá dedicarse a reconstruir el gobierno de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que este jueves recibió el apoyo de decenas de miles de manifestantes indignados por su posible ‘impeachment’.

El Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil decidió mantener provisionalmente las investigaciones sobre el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, hasta decidir si lo devuelve al juez Sergio Moro, que sufrió su primer revés. El magistrado de primera instancia es idolatrado por una parte de la población por haber llevado a la cárcel a industriales de primer plano y a varios políticos implicados en el escándalo de Petrobras.

El STF llevó a cabo sus debates en una jornada de movilizaciones para denunciar el proceso de destitución (‘impeachment’) que la oposición impulsa en el Congreso.

Las protestas fueron convocadas por el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Rousseff, por la Central Única de Trabajadores (CUT) y otros movimientos sociales. Un total de 149.000 personas participaron en las marchas, según la policía; 811.000, según los organizadores.

A Rousseff, de 68 años, se le acusa de haber manipulado las cuentas públicas en 2014, el año de su reelección, y en 2015. Rousseff denuncia ese procedimiento como una tentativa de “golpe de Estado” institucional.

“¡No va a haber golpe!”, gritaron los manifestantes vestidos de rojo en Brasilia, Sao Paulo, Rio de Janeiro y las principales ciudades de este inmenso país de 200 millones de habitantes, enarbolando pancartas que denunciaban “las mentiras de los medios” y una campaña “de odio”, constataron reporteros de la AFP.

“La oposición quiere sacar a Dilma del poder para acabar con el gobierno popular”, dijo a la AFP Francisco Ranieri, un comerciante de 50 años que marchó en Sao Paulo junto a unas 16.000 personas, según el cómputo policial (60.000, de acuerdo con los organizadores).

Lula celebró la movilización en un video de dos minutos difundido por las redes sociales.

“Tengo la seguridad de que esta energía nueva, que viene del corazón de Brasil, va a dar el impulso necesario para que Brasil venza la crisis y retome el camino del desarrollo. ¡Viva la libertad, viva la democracia!”, proclamó.

Lula aguarda por otra parte que el STP le indique si finalmente puede asumir el cargo de jefe de gabinete, bloqueado por sospechas de que Rousseff se lo había otorgado para que gozara de fueros privilegiados, quedando al abrigo de la justicia ordinaria y de una eventual orden de captura emitida por Moro.

La crisis política en Brasil estalló tras las revelaciones sobre el pago de sobornos por grandes constructoras a Petrobras y a políticos para amañar licitaciones.

– PMDB: ¿el tiro por la culata? –

En medio de una grave recesión económica, Rousseff encara el ‘impeachment’ con una coalición diezmada. El índice de aprobación de su gobierno es de apenas el 10%.

El centrista PMDB del vicepresidente Michel Temer, principal partido de la base aliada, creyó darle el tiro de gracia, al anunciar esta semana su ruptura con el gobierno y su apoyo al ‘impeachment’.

Pero hasta ahora ninguno de los seis ministros “pemedebistas” presentó su renuncia y el poderoso jefe del Senado, Renan Calheiros, dijo a la prensa que la decisión de la dirección del partido “no fue (…) un movimiento inteligente”.

En caso de que Rousseff sea destituida, Temer completaría su mandato hasta fines de 2018.

Lula y Rousseff tratan de impedir una estampida de sus demás aliados y, con cargos en la mano, negocian las inciertas fidelidades con el objetivo de evitar que la oposición junte los 342 votos necesarios para aprobar el ‘impeachment’ en la Cámara de Diputados (dos terceras partes de 513 escaños).

El nuevo gabinete debía anunciarse en principio el viernes, pero las negociaciones podrían llevar varios días más.

La Bolsa de Sao Paulo, que festeja con fuertes alzas todas las noticias que parecen acercar la caída de Rousseff, cerró el jueves con una bajada del 2,33%.

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