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Moderna, la pequeña compañía que quiere acabar con la pandemia

Fachada de la sede de Moderna en Cambridge, Massachusetts afp_tickers

Establecida en Cambridge, Massachusetts, en 2010, la empresa biotecnológica Moderna ha sido durante mucho tiempo la consentida de los inversores, pero fue la pandemia la que le permitió probar su nueva tecnología de vacunas, convirtiendo a sus fundadores en multimillonarios.

Después del anuncio este lunes de que su vacuna experimental contra el covid-19 tenía un 94,5% de efectividad, un nivel muy alto y comparable al de la vacuna contra el sarampión, el precio de la acción, que desde enero se ha multiplicado por más de cinco, continuaba en ascenso.

Jefe de la firma estadounidense desde 2011, el francés Stéphane Bancel se convirtió en multimillonario en abril, cuando se publicaron resultados muy preliminares de los ensayos clínicos. Ahora atesora 3.000 millones de dólares gracias a su participación del 9% de la compañía, según Forbes.

Muchos inversores habían apostado por esta biotecnológica en la última década, posiblemente en parte gracias al talento comercial de su director general. En 2018, rompió el récord de salida a bolsa para una empresa de su tipo.

El revuelo también era real entre los científicos, convencidos de que la tecnología era prometedora. Una serie de investigadores, incluido un premio Nobel, conformaban su consejo científico.

Dos profesores e inversores de renombre, Timothy Springer, de Harvard, y Robert Langer, del MIT, invirtieron de entrada en Moderna y ahora están cosechando los frutos: ambos se convirtieron también en multimillonarios este año, de acuerdo con Forbes.

La compañía originalmente prometía agregar “una categoría totalmente nueva de medicamentos al arsenal farmacéutico en la lucha contra las enfermedades importantes”, según señaló uno de sus fundadores en 2012.

Sin embargo, hasta la fecha ningún producto ha obtenido la autorización de comercialización.

El nombre de Moderna es una combinación de “modify” y “RNA” (“modificar” y ARN, en español): la tecnología para su vacuna consiste en insertar en nuestras células hebras de instrucciones genéticas en forma de ARN para dar instrucciones de fabricar proteínas a demanda, dependiendo de la enfermedad contra la que queremos luchar.

La idea se remonta a la década de 1990, pero no fue hasta la de 2000 que se superó un obstáculo biológico importante que permitió evitar que el organismo destruyera al muy débil ARN mensajero “intruso”.

– “Guerrero” –

Una de las primeras ideas de Moderna era crear vacunas personalizadas contra el cáncer (proyectos que continúan en desarrollo).

Pero Moderna también se centró rápidamente en los virus, que ocupan la mayoría de los ensayos clínicos actualmente en desarrollo: el Zika, el virus de Epstein-Barr (mononucleosis), el virus respiratorio sincitial (bronquiolitis, etc.), el citomegalovirus (que puede significar un riesgo para el feto) o simplemente la gripe.

Alain Mérieux, quien fuera jefe de Stéphane Bancel como director general de bioMérieux, dijo de él al diario financiero francés Les Echos que tenía un “temperamento guerrero”, un calificativo que el aludido no niega e incluso justifica en nombre de la búsqueda de tratamientos para pacientes.

“¿Era intenso como lugar de trabajo? Sí. ¿Me disculpo por ello? No”, respondió en 2016 al sitio Statnews, que había publicado una investigación sobre las duras prácticas respecto a lo recursos humanos en Moderna, atribuidas al estilo de gestión de Bancel.

Con un millar de empleados, la mitad de ellos en su fábrica en Massachusetts, la compañía no tiene los medios para producir suficientes vacunas para el todo el planeta.

Pero gracias a la ayuda de subvenciones y un contrato de suministro para el gobierno de Estados Unidos, ha establecido asociaciones con productores farmacéuticos establecidos que tienen fábricas en Europa y Estados Unidos: Lonza, Rovi, Catalent.

Con su optimismo habitual, Bancel sigue prometiendo entre 500 millones y mil millones de dosis en 2021. Espera una autorización de comercialización a finales de año en Estados Unidos, inicialmente para las personas con mayor riesgo, y sugiere dejar a los niños para una segunda autorización.

“Podrían vacunarse el próximo verano, regresar a la escuela en septiembre de 2021 y volver a la vida normal”, dijo este lunes a Fox Business.

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