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Política y fe se mezclan en los intentos de reformar Al Azhar en Egipto

Un musulmán lee el Corán en la mezquita Al Azhar de El Cairo el 26 de abril de 2017 afp_tickers

En su visita a Egipto, el papa encontrará en la venerable institución Al Azhar un apoyo contundente para su mensaje de paz, pero esta autoridad islámica, considerada un escudo frente al extremismo, está acusada por sus detractores de ser parte del problema.

Al Azhar está en el centro de una lucha entre las autoridades políticas y religiosas desde que el presidente Abdel Fatah al Sisi lanzó una campaña de reformas en materia religiosa.

Sisi, ex jefe del ejército que derrocó a su predecesor islamista en 2013, considera que los extremistas no han sido suficientemente cuestionados en el plano teológico.

“Él cree que las ideas extremistas han infiltrado completamente las sociedades musulmanas, que son latentes”, pero que podrían provocar una ola de devastación, indicó bajo anonimato un miembro de una delegación extranjera que se reunió con el jefe de Estado.

– Reticencias –

Al Azhar y su gran imán, Ahmed al Tayeb, han aprobado el llamamiento de Sisi, aunque de forma discreta.

La prestigiosa institución, que tiene casi 1.000 años de historia, dirige una universidad y tiene una red de escuelas asociadas. Miles de estudiantes acuden desde lugares tan distantes como China para recibir formaciones de teología y poder volver a sus países como clérigos.

Los dignatarios de este tradicional bastión del islam sunita odian profundamente a los movimientos yihadistas inspirados en la corriente rigorista del salafismo, que domina en Arabia Saudí.

Pero muchos altos cargos y profesores en Al Azhar ven con malos ojos la tentativa de Sisi de reformar el pensamiento islámico. La forma en la que impulsó estos cambios incluso escandalizó a muchos.

“Por Dios, voy a argumentar en contra de ustedes delante de Dios el día del juicio final”, dijo el presidente en un discurso ante los clérigos en 2015, en el que recalcó la necesidad de renovación.

“Los altos cargos religiosos, no todos, pero en su mayoría, son más bien reticentes a estas injerencias, al hecho de que alguien desde fuera venga a estipular cómo la religión y el discurso religioso tienen que funcionar”, dijo H.A. Hellyer, politólogo del centro de reflexión estadounidense Atlantic Council.

En una reunión con un miembro de otra delegación extranjera, “Tayeb se burló abiertamente de la idea de una reforma religiosa promovida por Sisi”, dijo a la AFP este miembro, que requirió el anonimato. Para él, “el problema es el desempleo y las desigualdades”.

Los llamamientos de Sisi animaron a los detractores de Al Azhar, tanto a seculares como a partidarios de una modernización. También tuvieron eco en los clérigos que buscan congraciarse con el presidente.

Uno de ellos, Mohamed Mojtar Gomaa, ministro que se encarga de los bienes religiosos, que administra las mezquitas, decidió imponer que el sermón semanal de los viernes sea puesto por escrito para erradicar los discursos extremistas, en sintonía con las peticiones de Sisi.

Pero Al Azhar se rebeló, forzando a Gomaa a dar marcha atrás. Después, el mismo Sisi se desmarcó de la iniciativa.

– ¿Programas arcaicos? –

Los detractores reformistas de Al Azhar también fueron alentados por los llamamientos de Sisi. Uno de ellos, Islam el Behairy, atacó los libros canónicos sunitas, considerando que son una inspiración para los extremistas.

Behairy y otros señalan que los manuales clásicos de jurisprudencia islámica usados en Al Azhar, que contienen afirmaciones arcaicas con respecto a la esclavitud, las mujeres y los no musulmanes, pueden resultar chocantes para un lector moderno.

Para los profesores, sus estudiantes entienden que estos textos fueron escritos en una época diferente.

Después de que estos comentarios generaran indignación en Al Azhar, Behairy terminó encarcelado por “insulto a la religión”. Sisi acabó distanciándose de él.

La tensión volvió a subir en enero, cuando el presidente pidió a los dignatarios que reformen el procedimiento de divorcio, para terminar con la práctica islámica de decretar las separaciones en procesos orales. Al Azhar se negó categóricamente.

La presión se acentuó todavía más después de los atentados del grupo Estado Islámico (EI) contra iglesias coptas en diciembre y, de nuevo, en abril.

Voces críticas de Al Azhar y de Tayeb afirmaron en tertulias y en los medios que la organización no ha logrado contrarrestar el discurso extremista.

El diputado Mohamed Abu Hamed propuso un proyecto de ley para limitar los mandatos del gran imán, que actualmente puede quedarse en su puesto todo el tiempo que quiera.

“Descubrimos que el programa de Al Azhar y de sus instituciones contenía muchas ideas que pueden llevar a la violencia o incluso incitar a la violencia”, dijo el representante a la AFP.

Al Azhar rechaza estas acusaciones, citando las conferencias que organiza para contrarrestar el extremismo y el grupo que instaló para monitorizar esta problemática.

“Entre los criminales que cometieron estos crímenes, no hay ni uno que haya estudiado, ni un solo día, en Al Azhar”, argumentó Abas Shuman, segundo en la jerarquía, en una entrevista concedida a un diario.

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