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Portugal sigue sufriendo la austeridad un año después de irse la troika

El primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, durante una rueda de prensa en Lisboa el 25 de abril de 2015 afp_tickers

Un año después de librarse de la tutela de sus acreedores internacionales, Portugal ha empezado a recuperarse a nivel macroeconómico, pero su población sigue sufriendo los efectos de la austeridad aplicada en los últimos años.

Con un déficit controlado, unas cifras récord en el sector del turismo, una recuperación del mercado inmobiliario y el alza de las exportaciones y las inversiones, las grandes cifras han mejorado claramente. Para este año, el gobierno espera un crecimiento económico del 1,6%.

La oposición de izquierda acusa al gobierno conservador de aplicar con excesivo celo la doctrina de la austeridad y de ser “más alemán que la canciller Angela Merkel”.

Pero el ejecutivo insiste en seguir privilegiando la reducción del déficit presupuestario y, a cinco meses de las elecciones legislativas, el primer ministro, Pedro Passos Coelho, tiene clara su estrategia. “Más que nunca, estoy convencido de que debemos continur por la vía que hemos tomado”, declaró el sabado.

A pie de calle, la impresión es muy diferente de lo que dan a creer las cifras macroeconómicas. “Desde que se fue la troika, no ha cambiado nada para mí. Perdí mi trabajo al comienzo de la crisis, en 2009, y tengo pocas esperanzas de volver a encontrar un empleo”, cuenta Carlos Navarro, un exjoyero de 48 años. Divorciado y padre de dos hijas, ya no tiene derecho a recibir el subsidio por desempleo. Carlos Navarro sobrevive a base de pequeños trabajos y recibe el ingreso mínimo de inserción, que se ha visto a salvo de los recortes. “Gano 348 euros al mes, es decir, 40 menos que antes”, explica.

“Las cifras con mejores, pero la vida de los portugueses ha cambiado muy poco. Un año después de la era de la troika, el milagro económico es más bien un espejismo”, comenta a la AFP Domingos Amaral, profesor de la economía en la Universidad Católica de Lisboa. “El desempleo sigue siendo alto, la deuda pública también y los impuestos están en un máximo histórico. El crecimiento es todavía tímido, y los portugueses continúan emigrando”, añade el profesor Amaral.

La partida de los inspectores de la troika de acreedores (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo), celebrada con gran pompa el 17 de mayo de 2014, permitió a Portugal recuperar su soberanía, aunque sin poner fin a los sacrificios.

Actualmente, cerca de un portugués de cada cinco vive bajo el umbral de la pobreza, con ingresos inferiores a 411 euros mensuales. El desempleo se ha reducido, aunque sigue siendo alto (13,7% de la población activa) y entre los jóvenes asciende al 34,4%. El déficit público fue reducido al 4,5% del PIB en 2014, pero la deuda ha seguido aumentando y alcanzó el 130% del PIB, un nivel muy superior al de 2011.

Para evitar la quiebra, el país cerró en 2011 un acuerdo para un plan de rescate de 78.000 millones de euros. A cambio, el gobierno tuvo que acometer un severo plan de austeridad, que incluyó recortes de sueldos, pensiones y prestaciones sociales y un aumento de la presión fiscal.

Gracias al bajo nivel de los tipos de interés en los mercados de renta fija, el gobierno ha podido desde hace un año financiarse sin problemas. Prueba de la mejora de las cuentas, ya ha reembolsado con antelación al FMI casi una cuarta parte de su deuda de 29.600 millones de euros.

No obstante, “la recuperación sigue siendo muy frágil y se debe en parte a factores externos como la bajada del precio del petróleo y del euro”, observa Joao Cesar das Neves, profesor de economía en la Universidad Católica de Lisboa.

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