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Principales conclusiones de la investigación británica sobre la guerra de Irak

Seres queridos de militares británicos muertos en la guerra en Irak en 2003 se abrazan tras escuchar las principales conclusiones del informe oficial sobre la intervención de Reino Unido en la invasión del país árabe, en Londres, 6 de julio de 2016 afp_tickers

La investigación oficial sobre la participación británica en la guerra de Irak, difundida este miércoles, criticó al primer ministro británico de la época, Tony Blair, a los servicios de inteligencia y a la planificación militar.

Estas son las cuatro conclusiones más destacadas de este colosal informe de 2,6 millones de palabras elaborado bajo la dirección del funcionario retirado John Chilcot:

– Blair siguió ciegamente a Bush –

“Le acompañaré, pase lo que pase”, dijo Blair al entonces presidente estadounidense, George W. Bush, en una nota del 28 de julio de 2002, un año antes de la invasión de Irak.

“A principios de enero [de 2003], Blair había llegado a la conclusión de que ‘lo más probable es que haya una guerra’. A finales de enero, Blair aceptó el plan estadounidense de lanzar una acción militar a mediados de marzo”, reveló el informe.

Blair puso al país en un camino “en el que iba a resultarle muy difícil retirar posteriormente su apoyo a Estados Unidos”.

Blair “no presionó al presidente Bush para que le diera garantías sobre los planes estadounidenses (…) y no puso como condición estar de acuerdo con ese plan para participar en la acción militar”.

– El Reino Unido no agotó las opciones diplomáticas –

“En ausencia de una mayoría para apoyar la acción militar, consideramos que el Reino Unido, de hecho, socavó la autoridad del Consejo de Seguridad”.

“Hemos llegado a la conclusión de que el Reino Unido decidió unirse a la invasión de Irak antes de agotar todas las opciones diplomáticas para el desarme. La acción militar no era la única opción”.

– Una guerra basada en mala información –

“Está claro que la política con Irak se hizo sobre la base de informaciones de inteligencia y consejos erróneos. No fueron cuestionados y deberían haberlo sido”.

“Los veredictos sobre la gravedad de la amenaza que suponían las armas de destrucción masiva de Irak se presentaron con un grado de certeza injustificado”.

Chilcot dijo que los responsables de los servicios de inteligencia “tenían que haber dejado claro a Blair que la información evaluada no establecía ‘más allá de toda duda’ que Irak hubiera seguido produciendo armas químicas o biológicas, o que siguiera intentando conseguir armas nucleares”.

Al mismo tiempo, el informe se muestra cauto sobre el documento que el primer ministro difundió en septiembre de 2002 sobre el arsenal iraquí.

“No hay pruebas de que se incluyera inapropiadamente información de inteligencia o de que Downing Street influyera de manera deshonesta en el texto”.

– Los planes para la posguerra eran “totalmente inadecuados” –

“Pese a las advertencias explícitas, las consecuencias de la invasión fueron subestimadas. La planificación y los preparativos para el Irak post-Sadam fueron totalmente inadecuados”,

Blair “no se aseguró de que existiera un plan flexible, realista y con todos los recursos, que integrará las contribuciones civiles y militares británicas y abordara los riesgos conocidos”.

“Los preparativos del gobierno no tuvieron en cuenta la magnitud de estabilizar, administrar y reconstruir Irak”.

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