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Rumanía entra en una fase de incertidumbre tras la victoria de los socialdemócratas

La mano de una mujer sale de una cabina de votación en Vidra, Rumanía, el 11 de diciembre de 2016 afp_tickers

Rumanía entra en una fase de incertidumbre un día después de la amplia victoria de los socialdemócratas en las elecciones legislativas, que deja presagiar un pulso con el presidente del país, el centroderechista Klaus Iohannis, respecto al nombramiento del primer ministro.

El Partido Socialdemócrata (PSD) regresa por la puerta grande tras abandonar el poder a finales de 2015, después de que un incendio en una discoteca de Bucarest desatara muchas protestas contra la corrupción en el país.

El domingo obtuvo el 45,2% de los votos, muy por delante de sus principales adversarios del centroderecha, según resultados oficiales parciales publicados este lunes.

Su dirigente, Liviu Dragnea, ha dejado claro que aspira a ser primer ministro a pesar de que se le condenó a dos años de cárcel en suspenso por fraude electoral, una decisión que, según la ley, lo inhabilita para el puesto.

“No me planteo regalar esos votos a nadie, bien sea una persona o una institución. He dirigido la campaña, el partido, ha sido una enorme responsabilidad. No estoy dispuesto a bromear con [ese] voto”, avisó Dragnea.

Iohannis anunció antes de los comicios que no investiría a ninguna persona implicada en casos judiciales.

Dragnea, de 54 años, fue condenado por hechos que se remontan a la época en que era secretario general del PSD.

Tras las elecciones, pidió evitar cualquier “conflicto inútil” susceptible de amenazar “la estabilidad” del país. “Todos los hombres políticos y todas las instituciones deben respetar el voto”, declaró.

– Abstención récord –

El politólogo Cristian Parvulescu cree que “podría perder esta batalla”. “No creo que Iohannis renuncie a los criterios de integridad que anunció”, dijo a AFP.

La batalla entre Dragnea y Iohannis podría, sin embargo, llevar a una suspensión de las funciones del presidente por el Parlamento, un caso que ya se dio en dos ocasiones con Traian Basescu, el predecesor de Iohannis.

El PSD tuvo que abandonar el poder en noviembre de 2015 tras el incendio del Colectiv, una discoteca de la capital rumana, que dejó 64 muertos.

El hecho de que la discoteca hubiera infringido todas las normas de seguridad se consideró entonces como un síntoma de la corrupción endémica que domina el país hasta en sus servicios de salud.

Manifestaciones masivas provocaron la dimisión de primer ministro socialdemócrata Victor Ponta, sustituido por un Gobierno de tecnócratas dirigido por el excomisario europeo Dacian Ciolos.

Pero el efecto de aquellas protestas parece haberse esfumado y sólo el 39,5% de los electores votaron el domingo, una de las participaciones más bajas desde el regreso de la democracia en 1989, según los analistas.

“Los rumanos se sobresaltaron en su sueño (…) antes de volver a dormirse. Los políticos esperaron a que pasara el efecto de las manifestaciones de 2015”, declaró el analista Cristian Tudor en el canal ProTV.

Para Niculae Popescu, un vendedor de periódicos de Bucarest, “la gente está harta de la clase política, pero ¿por qué ir a votar cuando se sabe que no cambia nada?”.

Miembro de la Unión Europea desde 2007, Rumanía continúa sumida en una pobreza que afecta a un cuarto de su población y que ha llevado a algunos de sus tres millones de habitantes a buscar trabajo en el extranjero.

En ese contexto, el PSD ha sabido movilizar a sus electores rurales y mayores con promesas de aumentos de sueldos y pensiones y reducción de la fiscalidad.

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