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Suu Kyi, de una vida sacrificada a las puertas del poder en Birmania

La líder opositora birmana Aung San Suu Kyi (c), de la Liga Nacional para la Democracia (LND), visita un centro de votación en Kawhmu el 8 de noviembre de 2015 afp_tickers

En las últimas elecciones libres de Birmania, Aung San Suu Kyi estaba en arresto domiciliario, pero 25 años después, esta líder opositora sueña con una victoria histórica.

Esta diputada de 70 años, vestida con el color rojo de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), atrae a las masas en las remotas regiones al norte de Rangún. El rojo también es el color que vestía este domingo cuando votó en una escuela del centro de Rangún, aclamada por una muchedumbre de partidarios al grito de “¡victoria!”.

Suu Kyi sueña con ver Birmania alejarse definitivamente del período de la junta, que dejó el país en ruinas, oprimió a la población durante décadas y la puso durante 15 años en arresto domiciliario.

En caso de victoria, “dirigiré el gobierno” y “estaré por encima del presidente” escogido por los parlamentarios, advirtió Suu Kyi el jueves ante la prensa internacional, desafiando así las leyes impuestas por la junta. En virtud de la constitución vigente, la líder opositora no puede convertirse en presidenta, ya que un artículo bloquea el acceso a este cargo a las personas con hijos de nacionalidad extranjera. Ella tiene dos hijos británicos.

“Esta elección es una gran oportunidad de cambio para nuestro país. El tipo de oportunidad que sólo llega una o dos veces en la historia”, confesó algunos días antes la premio Nobel de la Paz durante un gran mitin en Rangún.

Para los birmanos que sufrieron la crudeza de la vida bajo una junta que aisló al país del mundo, Suu Kyi encarna aún hoy “sus esperanzas de un regreso a la democracia”, estima Phil Robertson, representante de la ONG Human Rights Watch en Asia.

“Nuestro país sólo puede cambiar si ella nos dirige”, explica a la AFP Myint Myint Kyi una, funcionaria jubilada, durante un mitin de Suu Kyi.

Birmania ha experimentado grandes cambios desde la apertura del país, en 2011, pero “dos grandes factores no han cambiado: el aura carismática de Suu Kyi y la influencia duradera de la élite militar”, explica el politólogo Nicholas Farrelly. “Para muchos electores de Birmania, ella es la figura de la lucha contra el autoritarismo en su país. Ellos imaginan que el destino democrático interrumpido en los años 1990 está ahora al alcance de la mano”, añade.

– Hija de un héroe de la independencia –

Su llegada al parlamento, en 2012, durante las elecciones legislativas parciales, ha empañado, sin embargo, su reputación de símbolo de los derechos humanos, especialmente en el extranjero. De carácter pragmático, Suu Kyi evita pronunciarse sobre la suerte de los rohingyas, una minoría musulmana perseguida en Birmania.

En el seno de su partido, algunos le reprochan también su autoritarismo y el poco espacio dejado a los jóvenes.

La entrada en política de Suu Kyi no estaba programada. Tras la muerte de su padre, el general Aung San, héroe de la independencia asesinado en 1947, cuando ella tenía dos años, la primera parte de su vida la pasó en el exilio, primero en India y después en Reino Unido. Allí, llevó una vida de ama de casa modelo, esposa de un profesor universitario especialista del Tibet en Oxford y madre de dos pequeños.

Pero en 1988, cuando viaja a Birmania para estar junto a su madre, llega en pleno levantamiento contra la junta, cuya represión se convirtió en un baño de sangre, y decide implicarse en el destino de su país. “No podía, como hija de mi padre, mantenerme indiferente a todo lo que pasaba”, dice durante su primer discurso, en la pagoda de Shwedagon, en 1988. En ese momento, nace el símbolo Suu Kyi.

Aunque la junta la autoriza a formar la LND, rápidamente pasa a arresto domiciliario. A distancia, asiste a la victoria de su partido en las elecciones de 1990, cuyos resultados la junta rechaza reconocer. Así pasan los años encerrada en su casa, situada al borde de un lago en pleno Rangún, donde recibe la visita de pocas personas autorizadas, así como de sus dos hijos, que viven en Inglaterra con su padre. Este último murió de cáncer sin que su esposa pudiera ir a darle el último adiós, por temor a no poder regresar a Birmania.

En 2010, Aung San Suu Kyi es liberada tras 15 años en arresto domiciliario, siete de ellos consecutivos, durante los cuales mostró siempre una firme determinación que podría llevar ahora a su partido a gobernar Birmania.

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