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Turquía y sus rivales se unen en su hostilidad a un Estado kurdo

Turquía se arriesga a perder mucho si rompe sus relaciones comerciales con el Kurdistán iraquí, que le reportan unos 10.000 millones de dólares anuales, beneficio que puede disuadir a Ankara de transformar en actos su retórica contra el referéndum afp_tickers

Opuestos en numerosos temas, Turquía y sus rivales regionales coinciden en la hostilidad a un Estado kurdo a medida que se acerca un referéndum sobre la independencia kurda en el norte de Irak, por temor a que contagie a los países vecinos.

Hace apenas unos meses, Turquía imprecaba a Irak por la presencia militar turca en el norte de ese país, y sus relaciones con Irán estaban afectadas por las divergencias en torno a Siria, donde ambos países apoyan bandos opuestos.

Estos desacuerdos parecen disminuir y los tres países muestran la misma intransigencia ante el referéndum de independencia que los kurdos de Irak prevén organizar el lunes 25 de septiembre, aunque no parece que contemplen por ahora una acción común.

Turquía, cuya población cuenta con al menos 15 millones de kurdos, mira mal cualquier embrión de Estado kurdo, inclusive fuera de sus fronteras, por temor a que la emergencia de una entidad de esa índole impulse la búsqueda de autonomía de los separatistas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el sureste del país, donde el conflicto ha costado la vida a más de 40.000 personas desde su inicio, en 1984.

– “Profundas sospechas” –

Aunque la mayoría de los kurdos están en Turquía, unos seis millones viven en Irán, donde choques esporádicos oponen a las fuerzas de seguridad con los rebeldes de esta minoría. Un levantamiento kurdo fue duramente reprimido después de la Revolución islámica de 1979.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que viajará a Irán el 4 de octubre, afirmó recientemente que ambos países podrían lanzar operaciones conjuntas contra las milicias kurdas en Irak, lo que Irán desmintió.

Ali Vaez, especialista en Irán del Grupo Internacional de Crisis, subraya que Ankara y Teherán tienen un interés común en preservar la integridad territorial de Irak, pero su rivalidad histórica podría impedir cualquier acción conjunta para lograr tal objetivo.

“Aunque han tratado de actuar juntos frente a temas comunes de preocupación, las profundas sospechas mutuas sobre las ambiciones del otro les han impedido llegar a un acuerdo para apagar los conflictos regionales”, dijo Vaez a la AFP.

– “Daños significativos” –

Pese a la presencia de bases del PKK en el norte de Irak, Turquía en los últimos años ha establecido lazos económicos estrechos con las autoridades del Kurdistán iraquí (KRG) que podrían servirle como instrumento de presión para impedir una votación sobre la independencia.

El Kurdistán iraquí se ha vuelto uno de los principales mercados de exportación para Turquía, y los productos turcos abundan en las principales ciudades de esta región.

Turquía es también la única vía de exportación del petróleo del Kurdistán iraquí, transportado por un oleoducto que llega al puerto turco de Ceyhan.

“Turquía tiene capacidad de provocar daños significativos a los kurdos iraquíes si lo desea”, subraya David Romano, profesor de política sobre Oriente Medio en la Universidad del Estado de Misuri, en Estados Unidos.

Pero añade que Turquía se arriesga a perder mucho al romper sus relaciones comerciales con el Kurdistán iraquí, por las que obtiene unos 10.000 millones de dólares anuales, beneficio que puede disuadir a Ankara de transformar en actos su dura retórica contra el referéndum.

“Turquía hace mucho ruido contra el referéndum pero especialmente para calmar a la parte nacionalista del electorado del partido en el poder”, subrayó.

– “Terreno de entendimiento” –

Según algunos analistas, la prioridad acordada por Turquía al combate contra las veleidades independentistas kurdas podría inclusive incitar a lograr un terreno de entendimiento con el régimen sirio de Bashar al Asad, su enemigo jurado desde el inicio del conflicto en Siria en 2011.

Turquía y Siria quieren impedir la creación de una zona autónoma kurda en la parte norte de Siria colindante con el Kurdistán iraquí y Turquía, zona donde las milicias kurdas sirias de las YPG controlan vastos territorios.

“Las acciones de Turquía muestran claramente que la salida de Asad ya no es una prioridad y que está interesada ahora en la integridad territorial de Siria”, indica Aaron Stein, investigador del centro de reflexión Atlantic Council.

“Esto se inscribe claramente en el marco de sus esfuerzos destinados a impedir que el poder de facto ejercido por los kurdos en Rojava (norte de Siria) se conviertan en una realidad reconocida”, agregó.

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