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Una fiebre compradora recorre el sector de las energías limpias en España

Una pareja camina cerca de unos molinos eólicos en El Perdón, a 15 kilómetros de Pamplona, en España, el 24 de mayo de 2004 afp_tickers

Un viento nuevo sopla en las energías renovables en España: empresas y fondos de inversión multiplican las compras, atraídos por el conocimiento y las perspectivas de crecimiento de un sector aún convaleciente.

En 2015, “llegamos a 5.000 millones de euros” en transacciones, dice Joao Saint Aubyn, de la consultora Roland Berger, con sede en Madrid.

Entre las adquisiciones más espectaculares, el fondo estadounidense Cerberus compró al especialista en energía solar y eólica Renovalia por cerca de 1.000 millones y su compatriota KKR, la empresa fotovoltaica Gestamp Solar por un monto equivalente.

Este movimiento no parece agotarse. El grupo industrial alemán Siemens tiene un ojo puesto en el líder de los aerogeneradores Gamesa. El fondo Cerberus parece dispuesto a aliarse con el millonario estadounidense George Soros para adquirir T-Solar y sus centrales solares.

“El sector de las renovables en España es uno de los más potentes a nivel mundial”, recuerda Joao Saint Aubyn.

En 2015, era el quinto del mundo en lo que se refiere a energía eólica, con una potencia instalada de 23 gigawatios (es decir, el equivalente a 23 reactores nucleares), y el octavo en el ámbito solar (5,4 GW), por detrás de China, Estados Unidos o Alemania, a pesar de unas inversiones prácticamente nulas en estos últimos años.

A mediados de los años 2000, también había logrado colocarse en el podio de los principales países productores.

España debe su buena posición a sus muchas horas de sol y el viento que barre algunas de sus comunidades, pero también a la política llevada a cabo por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), que apoyó las energías limpias a golpe de subvención pública, hasta que la crisis económica frenó en seco este esfuerzo tras 2008.

Los claros recortes llevados a cabo por los socialistas y después por el Partido Popular, de Mariano Rajoy, de varios miles de millones de euros, según el sector, unidos a las preocupaciones sobre la salud de la economía española, habían enfriado el ánimo de los inversores, explica Joao Saint Aubyn.

– “Empresas punteras” –

La vuelta al crecimiento y la adopción de un nuevo marco legislativo considerado más estable ha favorecido su vuelta.

Con la reducción de subvenciones, los activos “han perdido valor”, dice Luis Polo, director general de la asociación española del sector eólico AEE, algo que viene muy bien a los compradores.

Además, las empresas españolas “son punteras a nivel internacional”, constata Borja Rubio, analista para la correduría XTB.

España cuenta con centros de investigación reconocidos, como la plataforma solar de Almería (PSA) y sus ingenieros siguen innovando con, por ejemplo, un prototipo de aerogenerador sin palas. Alrededor de 70.000 personas trabajan en las renovables.

Otro punto fuerte del sector eólico es tener empresas de toda la cadena de producción en el territorio, añade Luis Polo.

El conocimiento de los grupos españoles les ha permitido “conseguir proyectos en otras partes del mundo”, explica Borja Rubio. Gamesa, por ejemplo, está entre los cinco primeros fabricantes de turbinas del mundo y está bien implantada en varios países emergentes como India, Brasil y China, lo que interesa mucho a Siemens.

Pero para seguir creciendo, necesitan dinero. “Muchos propietarios (de parques eólicos) están teniendo dificultades para hacer frente a sus deudas”, tras la reducción drástica de las ayudas públicas, destaca la AEE.

La situación no es mejor en el sector fotovoltaico. T-Solar, filial del grupo constructor Isolux Corsan, carga con una gran deuda.

Los fondos de inversión, por su parte, no tienen problemas de tesorería. Disponen de “bastante capital para comprar”, según Saint Aubyn.

El interés por las energías limpias es una tendencia importante, recuerdan los expertos. Se enmarca en el deseo de frenar el calentamiento global, que se tradujo en la firma por 175 países del acuerdo de París, salido de la COP21.

En línea con esta tendencia, España convocó a principios de año un concurso público para aumentar sus capacidades en energía eólica y biomasa por primera vez en los últimos cuatro años.

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