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Veinte años después de la guerra, los niños soldado de Nepal lo han perdido todo

El exniño soldado maoísta Khadka Bahadur Ramtel y su esposa, Manisha Khadka, reciben a la AFP en Katmandú el 2 de febrero de 2016 afp_tickers

Bijay Rai hace una mueca de dolor cada vez que camina, un recuerdo imborrable de su decisión de unirse con solo 14 años a las filas de los maoístas en Nepal, como otros miles de niños soldado.

Rai se unió por voluntad propia a la insurrección de los maoístas, que combatieron contra el ejército y las autoridades durante una década, ya que creía estaban al servicio de los millones de pobres y oprimidos del país.

Pero, 20 años después del inicio de la guerra, y prácticamente 10 años después de su fin, Rai, que no puede trabajar por las esquirlas que martirizan su cuerpo, se siente traicionado y abandonado por los líderes maoístas. “Nos usaron cuando nos necesitaban, pero cuando la guerra terminó, nos abandonaron”, dice a la AFP este joven de 27 años, cuando este sábado se cumplen 20 años desde el inicio de esta guerra.

El ataque contra un puesto de policía en el oeste de Nepal el 13 de febrero de 1996 fue el detonante de un conflicto saldado con 16.000 muertos y cientos de desaparecidos.

Cerca de 4.000 niños soldado combatieron junto a los rebeldes. Muchos fueron reclutados a la fuerza, otros tomaron las armas voluntariamente, atraídos por la idea de una “guerra popular” que podría cambiar el funcionamiento de un país feudal.

Los maoístas entregaron las armas en 2006, después de firmar un acuerdo de paz. La misión de la ONU en Nepal fue la encargada de supervisar su reinserción en la sociedad. De los 19.000 maoístas identificados, 6.500 recibieron una oferta para unirse al ejército, mientras que los demás recibieron una formación o una pensión de jubilación de hasta 800.000 rupias (7.400 dólares o 6.600 euros). Sin embargo, los niños soldados, entre ellos Rai, no recibieron la misma compensación, ya que la ONU los excluyó del proceso debido a su edad. Obtuvieron únicamente una indemnización de 10.000 rupias (90 dólares o 80 euros) y formaciones en fotografía o cocina, de poca utilidad en un país asolado por la pobreza.

– Seducidos por los eslóganes –

Khadka Bahadur Ramtel, hijo de un jornalero ‘dalit’ (intocable) tenía apenas 11 años cuando fue obligado a llevar mensajes a los rebeldes. Rápidamente fue convencido por las promesas de igualdad y progreso. Pero hoy, Ramtel también se siente traicionado.

Los jornaleros de servidumbre, que los dueños de las granjas se transmiten de una generación a otra, son todavía numerosos en Nepal. “Los maoístas defendían una ideología en la que prometían el fin de la esclavitud (…), es por eso que los quería”, dice a la AFP este joven de 24 años.

Una vez que entregaron las armas, los maoístas se lanzaron a la política y ganaron las elecciones para la Asamblea Constituyente en 2008 con una promesa de paz y cambio social duradero. Pero muy pronto se les acusó de haber renunciado a sus ideales revolucionarios y haber adoptado una vida de lujos. “Adoptaron rápidamente las costumbres de los otros partidos”, explica Aditya Adhikari, autor del libro ‘The bullet and the ballot box’ (‘La bala y la urna’), que relata la historia de la lucha maoísta en Nepal. “Les gustó el poder y comenzaron a descuidar a su base social”, explicó a la AFP Adhikari.

Los sucesivos Gobiernos, dirigidos por los maoístas, fracasaron en redactar una nueva constitución destinada a unificar un país fracturado y sufrieron una aplastante derrota en las últimas elecciones en 2013.

El exprimer ministro maoísta Baburam Bhattarai defiende a los rebeldes, pese a que abandonó su partido en septiembre debido a un desacuerdo sobre el texto de la Constitución. Bhattarai estima que tienen el mérito de haber desencadenado una transformación política que puso fin a una monarquía hindú que duró 240 años.

Pero, para los exniños soldado, como Rai, que regresaron a sus casas con las manos vacías, estas promesas no se cumplieron. “Los maoístas prometieron que nos iban a liberar de la pobreza, pero destruyeron nuestro futuro”, estima Rai.

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