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En lucha por el derecho al bullicio de los niños

RDB

La algarabía de los niños durante el juego puede ser reconfortante para algunos, pero en Suiza, donde uno de cada seis habitantes sufre por los niveles sonoros, el bullicio que producen los menores es una causa habitual de quejas. El asunto comienza a “hacer ruido” en el ámbito político.

El año pasado, Alemania introdujo una modificación legislativa para poner coto a la ola de demandas judiciales contra parques infantiles y guarderías. Activistas suizos piden una reforma similar en su país.

La organización Okaj, que reúne a profesionales en el tema de los menores, ha llamado la atención al respecto y, tras celebrar una conferencia en noviembre pasado, lanzó un llamado para la protección jurídica del jolgorio infantil.

“Aquellos que laboramos con chicos y jóvenes adultos, deseamos que los espacios públicos sean considerados como espacios educativos”, dijo Ivica Petrusic de Okaj a swissinfo.ch.

“Lo que ocurre en esos sitios es fundamental para el desarrollo integral de los niños y los jóvenes. Ahí es donde aprenden el funcionamiento de la sociedad, la manera de comportarse y de establecer límites”, agregó.

Petrusic subrayó la importancia de adoptar una posición sobre el particular en un contexto de intolerancia creciente.

“Cualquier conflicto que surge en un espacio público es visto siempre de una manera muy negativa y son principalmente los niños y los jóvenes los que sufren por ello. Son expulsados y les imponen toques de queda a los chicos menores de 16 años que ya no tienen permiso de estar afuera después de las 10:00 PM. Nos parece que es una situación preocupante”.

Los toques de queda nocturnos para los menores de 16 o 14 años rigen en numerosas ciudades y distritos suizos, incluyendo Kehrsatz e Interlaken en el cantón de Berna; en Zurzach, Aargau y en la ciudad de Biel.

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Cuestión de tiempo

Mientras tanto, dos miembros del parlamento cantonal de Zúrich, Philipp Kutter, del Partido Demócrata Cristiano (centro derecha), y Johannes Zollinger, del Partido Evangélico, inquirieron al gobierno local sobre la protección adecuada de los juegos infantiles.

“Los niños y adolescentes son forzados a salir de los espacios públicos y expulsados de sus puntos de encuentro y zonas de juegos”, afirmaron Kutter y Zollinger en su presentación conjunta.

“Los niños son cada vez más restringidos en sus actividades recreativas. Los campos de juego son cerrados por la noche, se utilizan medidas legales para restringir o prohibir el fútbol en esos lugares”.

Los políticos locales aludían al caso de Wädenswil, cantón de Zúrich, donde una reciente decisión judicial dio entrada a una queja de los vecinos sobre el ruido y dictaminó una serie de regulaciones en torno a los partidos de fútbol en el patio de la escuela local, los fines de semana.

No hay cambio posible

La respuesta escrita del Gobierno de Zúrich el pasado mes de febrero concluyó que ningún cambio en el estatus quo era posible.

Al señalar que la ley federal de protección contra el ruido también se aplica en los puntos de encuentro y lugares de juego de los jóvenes, el gobierno de Zúrich subraya en su respuesta que es inaplicable una excepción cantonal.

Petrusic ve una contradicción en el trabajo. “Por un lado queremos un modo de vida más saludable para combatir la obesidad entre los niños. Queremos jóvenes más activos, pero cuando se hacen más activos, los adultos fijan límites”.

Un estudio nacional de 2010 sobre el ruido encontró que:

420.000 personas trabajaban cerca de lugares con niveles molestos de ruido.

600.000 apartamentos estaban muy expuestos al ruido.

1.300 millones de personas sufrían de niveles sonoros nocivos.

La contaminación acústica ha sido calificada como uno de los mayores problemas ambientales del país.

(Fuente: Empa)

El efecto de resorte

En esta época del año, la gente de todas las edades comienza a pasar más tiempo al aire libre y los funcionarios encargados de la contaminación sonora se preparan para un diluvio de quejas. Con regularidad, ello incluye el alboroto infantil, señala Markus Chastonay, del Cercle Bruit, la asociación de expertos cantonales en protección contra el ruido, a swissinfo.ch.

“En el pasado tuvimos muchos problemas relacionados con el ruido de las industrias, pero ahora hay más problemas en las zonas residenciales. En Suiza las tierras bajas son como una gran ciudad. Vivimos cada vez más cerca y la gente es cada vez menos comprensiva”, lamentó Chastonay, quien trabaja para la oficina de medio ambiente de Solothurn.

Stefan Ritz, representante de los niños y jóvenes de Dübendorf, en las afueras de Zúrich, denunció en una reciente entrevista con el diario Tages-Anzeiger que se había hecho “prácticamente imposible” construir nuevos campos de juego.

“La gente mueve cielo y tierra para bloquearlos. A menudo no tienen ninguna empatía “, añadió. Para superar este problema, Dübendorf compró un bus que funciona como una zona de juegos móvil en el verano.

Bajo la ley de protección del medio ambiente, las zonas de juegos son servicios, lo que significa que el ruido que se produzca en ellas tiene que ser limitado en la  medida de lo posible. Pero no hay límites que puedan ser medidos y respetados. Cuando surge una disputa legal, los juicios se hacen sobre una base de caso por caso.

Distintos reglamentos se aplican a diversos tipos de ruido.

Aquel que se produce en instalaciones como iglesias, parques infantiles o contenedores de botellas está regulado por la ley de protección del medio ambiente y aplica el decreto de protección contra el ruido. Pero no necesariamente los límites máximos, contrariamente a lo que sucede con el tráfico aéreo, férreo y carretero, la industria y los polígonos de tiro.

La regla para todos los otros servicios es que no deben causar perturbaciones considerables a la población. Los juicios respectivos se hacen caso por caso.

El artículo 684 del Código Civil protege a los vecinos de los ruidos nocivos y molestos. Aquí también la decisión se toma de manera individual.

Algunas policías locales han introducido regulaciones sobre los denominados  “tiempos de tranquilidad”. Durante esas horas (por lo general en la noche o a la hora del almuerzo) la protección contra el ruido se incrementa.

(Fuente: Larm.ch )

Quejas

Según Caroline Märki-von Zeerleder, de la organización para terapias familiares Familylab, el problema se reduce a las diferentes necesidades y la relación entre las generaciones.

“Es un hecho que los niños jueguen con alboroto y es un hecho que muchas personas mayores prefieren la paz y la tranquilidad. Ambos están bien, pero no van juntos. Solamente se puede encontrar una solución a través del diálogo basado en el respeto mutuo”.

Pero este diálogo no se efectúa con la suficiente frecuencia, añade Märki-von Zeerleder. En casos de conflicto ha observado falta de voluntad por parte de las personas mayores para adaptar su enfoque respecto a los niños. “Asumen que, como son mayores, tienen la autoridad y los niños tienen que obedecer. Encuentran entonces resistencias por parte de la nueva generación, porque las cosas ya no funcionan así”.

Algunas disputas llegan a los titulares de las publicaciones locales – como el obligado abandono de los proyectos de expansión de la pequeña escuela Montessori de Zug, dadas las objeciones de los vecinos por los niveles de ruido- pero la mayoría de las batallas cotidianas en torno al jaleo infantil no son escuchadas.

Hay un dicho en alemán con el que, al parecer, muchos suizos ya no están de acuerdo: Kinderlärm: Zukunftsmusik  (el ruido de los niños es la música del futuro).

Traducción, Marcela Águila Rubín

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