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La Clínica Waldau, cuna del arte en bruto

Adolf Wölfli con una trompeta de cartón en 1926.

La Clínica Psiquiátrica de Waldau, a las afuera de Berna, es uno de los sanatorios más célebres de Suiza. Cada año acoge a 5.00 pacientes ambulantes y cuida a más de 2.500 que, en su mayoría, padecen esquizofrenia o depresión.

Uno de los residentes más célebres fue Adolf Wölfli (1864-1930). Vivió más de treinta años en Waldau, donde creó una de las obras más enigmáticas del arte en bruto.

En el Pfrundhaus, donde antiguamente se recluía a los residentes mayores, se encuentra desde 1993 el Museo de Psiquiatría de Berna, que pertenece a la fundación homónima.

El Museo, que dirige el psicólogo Andreas Altorfer y que cuenta con un presupuesto anual de 150.000 francos suizos, repasa la historia de la psiquiatría en el cantón de Berna desde sus inicios hasta hoy.

Expone muchos objetos de los antiguos fondos que desde finales de los años 80 se encuentran en posesión de la Fundación. Algunas obras de pacientes, como las del célebre Adolf Wölfli, alcanzarían hoy cotizaciones de varios millones de francos en subastas.

Waldau, de leprosería a clínica moderna

En un área casi incomunicada en el extremo norte del municipio de Berna, se encuentra la Clínica Psiquiátrica de Waldau. Fundada en 1855, es uno de cuatro sanatorios en el cantón de Berna.

Tras su inauguración oficial en 1855, se introdujo un nuevo concepto que consistía en la convivencia en estructuras familiares. El personal vivía con los pacientes y compartía con ellos trabajo y ocio.

Con el tiempo la psiquiatría se fue estableciendo como disciplina independiente. Otro hito importante se produjo en los años 1950 con la introducción de los primeros psicofármacos. Gracias a estos medicamentos fue posible tranquilizar a los pacientes sin tener que recurrir a métodos represivos como la camisa de fuerza.

En las décadas siguientes se afinó el uso controlado de los neurolépticos, y desde hace aproximadamente veinte años se persigue un paradigma multidisciplinario que incluye varios métodos paliativos. Hoy se combinan las terapias creativas con el tratamiento psicológico y la distribución controlada de fármacos.

Esquizofrenia y depresión

Desde los inicios hasta hoy, el número de pacientes se ha reducido de 1.000 a 300, señala Altorfer. “La sociedad no es más sana hoy que antes, lo que pasa es que ahora se trata a los pacientes de forma estacionaria. Cada año ingresan 2.500 nuevos pacientes, pero el tiempo que se quedan aquí se ha reducido.”

Ya no existen los pacientes de larga duración. Para éstos hay viviendas comunitarias que sufragan el seguro de invalidez y la Oficina Federal de Seguros Sociales. También existe el cuidado familiar. En el cantón de Berna existen más de cuarenta familias que se ocupan de los enfermos mentales.

La mayoría de los pacientes sufre de esquizofrenia —dolencia que padece de forma crónica el 1% de la población— y depresión, las dos enfermedades más ocurrentes en la clínica. “En tiempos conflictivos como los que estamos viviendo ahora con la crisis financiera, tenemos muchos pacientes que sufren estados de ansiedad y estrés”, señala Altorfer.

Adolf Wölfli

Uno de los residentes esquizofrénicos más notorios de la clínica es el famoso artista Adolf Wölfli, que permaneció en el centro desde 1899 hasta su muerte en 1930. Fue el autor de una obra prolífica que abarca más de 25.000 páginas de textos, diseños, collage y cuadernos de música.

Después de la II Guerra Mundial, expertos destacados del denominado ‘arte en bruto’ hicieron de este antiguo residente de Waldau uno de los representantes internacionalmente más conocidos del género.

“La peculiaridad de su obra se debe a su capacidad de concretizar las experiencias, su historia personal, su fantasía y su visión particular del mundo… A pesar de su valor artístico, la obra tiene una importancia fundamental por el simple hecho de la abundancia de su producción artística… Sus textos son en gran parte abstractos, incomprensibles e incoherentes. Ofrecen múltiples interpretaciones y es por eso que fascina a tanta gente”, expone Altorfer.

Genio y locura

El arte en bruto se ha convertido en las últimas décadas en un verdadero negocio. Una de las obras más caras de Wölfli es el ‘Memorando’, una obra de grandes extensiones que tiene un valor asegurado de un millón de francos. Pero en una subasta se podría vender por un valor múltiple, afirma Altorfer.

Wölfli es en cierta manera la encarnación del cliché que genio y locura son cosas que se condicionan. “Los individuos que poseen un mundo imaginario y que ven cosas que otras personas sólo son capaces de ver si toman drogas psicodélicas, fascinan a la gente. Por otra parte hay que cuestionar si el individuo afectado también lo vive de forma parecida”, reivindica Altorfer.

“En la mayoría de los casos, una persona psicótica es alguien que sufre. Es gente que necesita que alguien les ayude a controlar sus experiencias, ideas delirantes y alucinaciones. A partir del momento que adquieren las técnicas necesarias para hacer fructíferas sus psicosis por medio de procesos creativos, pueden resultar obras artísticas.”

La psicosis como desencadenante del arte

Altorfer no cree que Wölfli sufriera mucho. “Encontró una válvula para articular en papel sus experiencias. Así pudo al menos deshacerse de las cosas que le pasaban por la mente. Porque a partir del momento en que consiguió asimilar creativamente sus ideas, ya no le preocupaban más… La actividad creativa le ayudó a tranquilizarse.”

El arte en bruto no dispone de un concepto, es el resultado de procesos cognitivos desconocidos. Los críticos del arte tienen por eso grandes dificultades en clasificar sus obras.

Wölfli desarrolló su arte de forma intuitiva. Su trabajo ha inspirado a varias generaciones de artistas. Hace poco se estrenó en Berna la ópera ‘El divino Tívoli’, de Per Nørgård, que está basada en la obra escrita y pictórica de Wölfli.

La terapia artística como método

Uno de los primeros coleccionistas de arte en bruto fue el médico Walter Morgenthaler que coleccionó la obra de Wölfli y otros enfermos. Este antiguo psiquiatra de Waldau “fue uno de los primeros en utilizar el arte como método de diagnosis y análisis”, recuerda Altorfer.

Y concluye: “Hoy en día, las terapias artísticas y los talleres creativos son métodos terapéuticos aceptados y consagrados en la práctica de la psiquiatría”.

swissinfo, Antonio Suárez Varela, Berna

Situada al norte de Berna, la Clínica Psiquiatrita forma parte de los Servicios Psiquiátricos Universitarios de Berna (UPD, por sus siglas en alemán).

Desde finales del siglo XV existe en este lugar una leprosería. Más tarde se construye otro edificio hospitalario para sifilíticos. De 1744 a 1749 se edifica en este terreno un manicomio destinado en primer lugar a la reclusión de los enfermos mentales.

A partir de 1821 se empiezan a admitir pacientes con enfermedades de la piel como la tiña.

Entre 1850 y 1855 se construye el Edificio Central que, tras su inauguración, da cabida a 250 pacientes. La clínica recibe el nombre oficial ‘Waldau’. En las décadas siguientes se renuevan y amplían diversos edificios. La última ampliación se lleva a cabo entre 1973 y 1975 con la construcción de la Clínica Ambulante.

Entre los recluidos más célebres de la clínica se encuentran el artista Adolf Wölfli (1895-1930) y los escritores Friedrich Glauser (1896-1938), Robert Walser (1978-1956) y Carl Albert Loosli (1877-1959).

Wölfli nace el 29 de febrero de 1864 en Bowil, una localidad en el valle del Emme (cantón de Berna), y crece en condiciones de extrema pobreza. Su padre abandona a la familia en torno a 1870, y su madre muere en 1874. Desde su infancia se gana la vida trabajando a destajo como jornalero agrario.

Sus primeras relaciones sentimentales fracasan por motivos sociales. En 1890, Wölfli es condenado a dos años de prisión por tentativa de violación. Tras un segundo caso de abuso a una menor en 1895, es trasladado al manicomio de Waldau, donde le diagnostican esquizofrenia.

Recluido en la clínica en torno a 1899, Wölfli empieza a dibujar. De 1907 a 1920 es apoyado y fomentado por el psiquiatra Walter Morgenthaler que durante su estancia en la clínica promueve su actividad creativa para fines diagnósticos. Morgenthaler establece además una colección sistemática de las creaciones artísticas de los reclusos de la Clínica Waldau y de otros sanatorios suizos.

En 1909, Wölfli empieza con su autobiografía ficticia ‘De la cuna a la tumba’, que concluye en 1912. Entre 1912 y 1916 realiza los ‘Cuadernos geográficos y algebraicos’.

Entre 1917 y 1922, redacta los ‘Cuadernos con canciones y bailes’, una celebración musical de su creación. En los siguientes años se dedica a los ‘Cuadernos con bailes y marchas’ y a la ‘Marcha fúnebre’. Fallece el 6 de noviembre de 1930 de un cáncer de estómago.

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