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Familia Piccard: la saga continúa

El gran explorador de los abismos Jacques Piccard junto a su esposa e hijos Thierry (en brazos) y Bertrand en una fotografía tomada el 19 de abril de 1966 en el aeropuerto de Ginebra. Keystone

Batir récords es una costumbre familiar. Bertrand Piccard sigue una vez más los pasos de sus ancestros con su proyecto de la vuelta al mundo con energía solar.

Su contribución al prestigio familiar Bertrand Piccard la realizó en 1999 cuando, al tercer intento, consiguió junto con el copiloto Brian Jones dar la primera vuelta al mundo sin escalas en globo aerostático.

Tras decolar de Château-d’Oex el 1 de marzo, el Breitling Orbiter 3 recorrió 45.755 kilómetros no en 80 días, sino en menos de 20, antes de posarse finalmente en el desierto egipcio.

En el diario de a bordo escrito por Bertrand puede leerse: “Flotar sobre los continentes inmerso en el silencio, y siendo transportado sólo por el viento es una sensación extraordinaria”.

Y es durante este viaje que en la mente de Piccard comenzó a tomar forma la idea de repetir la empresa, pero esta vez con un avión propulsado exclusivamente por energía solar. Una idea que pronto se hizo realidad. De hecho, ya en 2012 el avión bautizado ‘Solar Impulse’ estará listo para afrontar este nuevo desafío.

Pioneros del vuelo libre

Nada permitía imaginar que Bertrand Piccard entraría en los libros de historia como piloto de globos aerostáticos junto a su abuelo Auguste. Aunque ya siendo niño, y gracias a su padre, tuvo la oportunidad de reunirse con sus ídolos de infancia: el piloto de los glaciares Hermann Geiger, el pionero de la aviación Charles Lindbergh y el diseñador de cohetes Wernher von Braun.

Sin embargo, Bertrand decidió seguir los pasos de Ícaro, entregándose a los ala delta y planeadores ultraligeros, terminando por convertirse en pionero de Europa de este tipo de aviación. En 1983, a bordo de uno de estos frágiles aparatos llevó a cabo con éxito el primer cruce de los Alpes.

Hipnosis para controlar situaciones extremas

Pero lo que hace fascinante la aviación ultraligera a ojos de Bertrand Piccard no es sólo la búsqueda de emociones fuertes o de premios. Para el psiquiatra y psicoterapeuta, el mundo del ala delta es un laboratorio perfecto para estudiar el comportamiento humano sometido a situaciones extremas.
Tras concluir con éxito sus estudios de medicina, Piccard decidió especializarse en psiquiatría con el preciso objeto de comprender mejor los mecanismos propios al mundo interior y secreto de los seres humanos. A lo largo de sus estudios, comenzó a utilizar técnicas de hipnosis como método de gestión de situaciones extremas.

Un psiquiatra pionero del vuelo en globo

Paradójicamente, fue justamente su reputación como especialista en hipnosis la que llevó a Bertrand Piccard a realizar su primer vuelo en globo aerostático. Fue en el año 1992, cuando el belga Wim Verstraeten le convenció para que participase con él en el Desafío Chrysler, la primera gran carrera transatlántica en globo.

Verstraeten estaba convencido de que las técnicas de hipnosis de su copiloto le ayudarían a superar los 5.000 kilómetros que separan las dos orillas del Atlántico. La idea del belga demostró tener éxito, y después de cinco días en globo ambos aterrizaron sanos y salvos en suelo español.

Una tradición heredada del bisabuelo

El bisabuelo de Bertrand, Jules Piccard, habría estado sin duda muy orgulloso de su bisnieto. Tanto más dado que él mismo, en el curso de sus investigaciones, se había ya ocupado del ‘mundo interior’ del ser humano.

Profesor de Química en la Universidad de Basilea, Jules Piccard se concentró en sus investigaciones sobre la cristina, una sustancia que se halla en la pasiflora (flor de la pasión) y notable por sus propiedades ansiolíticas. Dicho de otro modo, lo que Bernard busca hoy con la hipnosis, su bisabuelo lo buscaba ya con la química.

De las alturas siderales a la profundidad de los abismos

El físico e inventor Auguste Piccard, hijo de Jules y abuelo de Bertrand, se hizo famoso por sus exploraciones de la estratósfera y de las profundidades marinas.

En 1932, junto con su colega belga Max Cosyns, despegó de Dübendorf con un globo aerostático especialmente diseñado por él, capaz de alcanzar una altura de 16.201 metros.

Tras la Segunda Guerra Mundial, las experiencias adquiridas durante la realización de la cabina presurizada probaron ser de gran utilidad para la construcción del batiscafo ‘Trieste’.
Es a bordo de este ingenio que, en 1953, se sumergió en el Mar Tirreno y estableció el récord de profundidad para la época: 3.150 metros. El objetivo de su misión era estudiar la vida en las profundidades marinas.

En el punto más bajo del planeta

Hasta no hace mucho, el Piccard más conocido, al menos en Suiza, era Jacques, el padre de Bertrand. Colaborador de su padre Auguste, Jacques participó en la construcción del ‘Trieste’.

El 23 de enero de 1960, a bordo del mencionado batiscafo, Jacques Piccard descendió junto al teniente de la Marina estadounidense Don Walsh en la Fosa de las Marianas hasta 10.916 metros de profundidad. Desde entonces, ningún otro ser humano ha llegado a un punto tan extremo.

No satisfecho con esta experiencia, Jacques proyectó y construyó el mesoscafo (submarino) ‘Auguste Piccard’, que fuera una de las principales atracciones de la Exposición Nacional de Lausana, en 1964. En dicha ocasión, el mesoscafo transportó a más de 33.000 pasajeros a visitar las profundidades del Lago Leman.

En honor a la verdad, allí abajo hay muy poco para ver, sin embargo el ‘Auguste Piccard’ sigue siendo hoy el más grande submarino turístico y el mayor sumergible no militar de todos los tiempos.

A la deriva en la corriente del Golfo

En 1969, Jacques Piccard se lanzó a la exploración de la corriente del Golfo a bordo del ‘Ben Franklin’, un submarino concebido especialmente para dicha misión. Durante cuatro semanas, seis científicos se dejaron transportar por la corriente del Golfo a unos 300 metros de profundidad, como un globo en el viento…

Las lecciones aprendidas sobre las consecuencias para la psique de la tripulación, confinada durante tanto tiempo en un espacio tan exiguo, fueron de un valor precioso para la NASA. La agencia aeroespacial estadounidense las utilizó con gran provecho cuando fue el momento de organizar las misiones Skylab y el programa del transbordador espacial.

Paladín de la vida en las profundidades oceánicas

La pasión por la flora y la fauna que habita los abismos acompañó a Jacques Piccard a lo largo de toda su vida y le llevó a establecer su propia fundación para promover la investigación y la preservación de la vida marina.

Sus últimas expediciones submarinas tuvieron lugar en 2004, a la venerable edad de 82 años. Jacques Piccard murió el 1 de noviembre de 2008, en su casa a orillas del Lago Leman.

Ulrich Goetz, swissinfo.ch
(Traducción y adaptación: Rodrigo Carrizo Couto)

Apertura de las alas: 63,40 m

Longitud: 21,85 m

Altura: 6,40 m

Peso: 1.600 kg

Propulsión: cuatro motores eléctricos de 10 CV

Cantidad de células fotovoltaicas: 11.628 (10.748 en las alas, 880 en el estabilizador horizontal) para una superficie completa de 200 m2

Velocidad media: 70 km/h

Velocidad mínima: 35 km/h

Altitud máxima de vuelo: 8.500 m (27.900 pies)

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