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Berna seduce a los bailarines de ‘Cenicienta’

El cubano Lázaro Godoy es el príncipe que rescata a Cenicienta de la miseria. swissinfo.ch

Vienen de Cuba, Nueva Zelanda, España... Aparte de las razones artísticas, la quietud y belleza de Berna ‘hechizó’ a los extranjeros del Ballet del Teatro municipal.

Así lo expresan los tres hispanohablantes que integran esta compañía que escenifica ‘Cenicienta’.

“Suiza es organizada y Berna tranquila. Vengo de una cultura muy agitada y aquí encuentro la calma para concentrarme”, dice el cubano Lázaro Godoy, el príncipe que rescata a Cenicienta de la miseria.

En la realidad, su vida bien podría ser la versión masculina de este cuento. Sonriente, cuenta su propia historia. “Deambulaba por las calles cuando vi por primera vez el break-dance.

Fue un amor a primera vista. “Era tan pequeño que no tenía idea que había cierto conflicto las canciones en inglés y el comunismo”.

Desde entonces dedicó su vida al baile. Y en su madre encontró a la incondicional aliada. “Ella sabía que si en Cuba uno no hace arte o deporte, va al servicio militar”. A los 12 años Lázaro fue matriculado en el Colegio de Arte de Pinar del Río y después continuó su formación en la Escuela Nacional de Arte.

A Miami, de un día a otro

Repentinamente su madre le dijo que partirían a los Estados Unidos. “Ella había iniciado en secreto los trámites para la salida tres años antes. Salimos de la isla mi madre, mi hermana y yo. A mi padre lo conocí poco antes”.

Antes había pensado que algún día abandonaría su país. “Mis zapatos tenían huecos, ni hablar de la indumentaria de baile. En los 90, con la caída de la Unión Soviética, la situación en Cuba se volvió aún más difícil”.

En Miami Lázaro pensó que nunca volvería a bailar. Su madre, otra vez entre bambalinas, preguntó aquí y allá y lo llevó a la New World School of Arts. Daniel Louis, el director, se convirtió en su Mecenas. En 1996 ganó una beca para la Juilliard School de la Universidad de Nueva York.

Al graduarse le picó el bichito para conocer Europa. Lo contrató la compañía Introdance de Holanda. Un año más tarde, gracias a una novia norteamericana que vivía en Berna, decidió venir a Suiza.

En el país de Heidi

Desde la temporada 2001/2002, Lázaro integra el Ballet del Teatro de Berna y ya tiene una idea del público suizo. “Es un poco conservador, especialmente en el teatro. Aquí todo es más lento, sin embargo empiezo a ver cambios. En Alemania u Holanda son más abiertos, constantemente sucede algo”.

El cubano ha intentado aprender alemán, pero “uuuffff! lo dejé por falta de tiempo”. El desconocimiento del idioma local no le ha impedido tener amigos suizos con los que va a las montañas y come fondue. “Cuando los conoces bien puedes tener una relación buena y cercana”.

En la calle, no obstante, el caribeño percibe cierta frialdad. “A veces siento que no quieren hablarme… Esta actitud cambia cuando se enteran de que soy artista, entonces creo que me valoran”.

Su salario “no es para hacerse rico, pero bueno comparado con otros países… Vivo tranquilo, tengo un lugar propio y de mis ahorritos puedo mandar algo a los parientes. En Cuba piensan que aquí uno hace dinero”.

Nacidos para bailar

“Lacho” valora la heterogeneidad cultural de la compañía. “Cada persona refleja las formas de vivir, las costumbres, la cultura de su país. Es lindo conocer todo esto sin tener que viajar mucho”.

Según el cubano, los latinoamericanos llevamos algo en la sangre. “Nuestro lenguaje corporal es muy rico, nacemos con la música. Muchos ritmos se crearon en Cuba, ésta es una riqueza que está siendo rescatada, pues hasta cierto punto fue censurada durante las cuatro últimas décadas”.

En su opinión, un buen director como Celis, saca a relucir esas características. “Lo admiro, asume su trabajo con gran profesionalidad. Es un líder que merece todo el respeto y personalmente es como el padre que nunca tuve”.

Lázaro se siente bien, aunque tampoco cree que vaya a quedarse toda la vida en Suiza. Su sueño es volver a bailar en Cuba como profesional.

Unidos por la diversidad

Ariadna Montfort encuentra a Berna idílica. Al terminar sus estudios en su nativa Barcelona viajó a Lausana donde integró la Compañía de Ballet Béjart. El verano 2003 llegó a la capital suiza y ahora está contratada por un año.

“Mi intención es quedarme por lo menos un año más”. ¿Sus razones? “En primer lugar por la compañía, que por cierto existe hace muchos años, pero con Celis ha logrado una nueva dinámica”.

Otro punto a favor es el ambiente familiar que reina en la compañía. “Somos pocos y extranjeros, estamos en la misma situación, lejos de casa, no hablamos el idioma y esto nos une mucho”.

Aunque en el seno de su nueva familia se siente bien, Ariadna sale con gusto a descubrir el mundo que la rodea. “No he tenido problemas de comunicación porque hablo francés y Berna es bilingüe. Y porque la gente, que es agradable, gusta del español”.

Patricia Vázquez, la ‘Cenicienta’ suplente que viene de Alicante, comparte esta opinión. “Los jóvenes viajan, se interesan por diferentes culturas, por Sudamérica, aprenden el castellano. Por eso me siento acogida en esta ciudad tan linda”.

No a obras subidas de tono

Según Ariadna, el público suizo “es agradecido, aunque depende: en obras picantes, como ‘Alicia en el país de las maravillas’ se iban, les parecía de mal gusto. Son conservadores a partir de la mediana edad, pero gustan del ballet, traen a sus hijos. En España no hay cultura de ir al teatro”.

Patricia está en Berna desde agosto último. “Aunque no conozco bien al público suizo, creo que difiere del español. Pese a los altos precios, aquí hay tradición de ir al teatro, compañías de danza estables, cada ciudad tiene su ópera. Eso explica por qué muchos españoles estamos fuera”.

Ariadna no se siente mal remunerada. “El sueldo es correcto. En España sería muy difícil, tendría que trabajar el doble, con inestabilidad total y sueldos ridículos, sin saber si los recibiré a fin de mes”.

A Patricia le gustaría seguir con Celis. “Su trabajo es impresionante, consigue sacar todo de uno y como persona tiene trato excelente, preocupación sincera por cada uno de nosotros”.

Ariadna describe a Celis como un coreógrafo con mucha proyección, talentoso, inteligente, con gran experiencia, alguien que puede dar al Ballet de Berna nueva proyección.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro

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