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Suiza, plataforma para financiar innovación social

escuela rural en la India
La fundación UBS Optimus invierte para contribuir a que niños de áreas rurales de la India puedan mejorar su educación. swissinfo.ch

Los fondos de ayuda a las personas más desfavorecidas para salir de la pobreza se están agotando. Al mismo tiempo, los inversores privados buscan nuevas oportunidades en un momento en que los tipos de interés rondan el 0%. Suiza se encuentra bien situada para asumir un papel de liderazgo haciendo frente de manera conjunta a ambas situaciones.

Zúrich, casi las 09:00h de la mañana. La sala de conferencias, situada a escasos 100 m de la Paradeplatz -el mismísimo corazón del barrio financiero de la ciudad-, se encuentra a rebosar. Asisten más de un centenar de representantes de agencias de desarrollo, universidades y también un puñado de inversores privados. Esperan a dos pesos pesados: Sergio Ermotti, Presidente de UBS, el mayor banco suizo, y Marie-Gabrielle Ineichen-Fleisch, directora de la Secretaría de Estado de Economía (SECO), que inaugurarán la sesión con una conferencia sobre los bonos de impacto social y los bonos de impacto en el desarrollo (BIS y BID).

Los bonos de impacto social son un instrumento financiero mediante el cual un inversor invierte en un proveedor de servicios (generalmente una ONG o un organismo de la administración pública) para lograr un resultado medible, como por ejemplo evitar que las personas ex reclusas reincidan o garantizar que los desempleados encuentren trabajo. Después, un pagador final (normalmente una administración o una fundación) reembolsa al inversor una cantidad que corresponde al logro de los objetivos.

Así pues, el  inversor obtendrá  un beneficio si se logran o sobrepasan los resultados previstos, con el riesgo de perder una parte de su inversión en el caso contrario.

Cuando el pagador final es una administración el bono se denomina bono de impacto social (BIS) y si no lo es, bono de impacto en el desarrollo (BID)

Los tipos de interés que puede esperar un inversor se sitúan normalmente entre el 7% y el 15%. Con ello se trata de equilibrar los riesgos y las motivaciones no comerciales del proyecto.

“En el clima económico actual, las fuentes tradicionales de financiación están sometidas a fuertes presiones”, afirma Sergio Ermotti, evocando el déficit de la ayuda al desarrollo para hacer frente a los desafíos mundiales, tales como la pobreza, la hambruna y la falta de atención sanitaria…

Naciones Unidas considera que se necesitan al menos 2 500 millones de dólares adicionales al año de aquí a 2030 para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenibleEnlace externo (ODS). Algunos expertos confían en que sea la financiación privada la que aporte esa diferencia.

“Mientras en el mundo occidental los tipos de interés se mantienen en los niveles más bajos de su historia, los inversores buscan activamente nuevas fórmulas de inversión”, sostiene Marie-Gabrielle Ineichen-Fleisch, cuya labor cotidiana consiste en negociar acuerdos comerciales para Suiza. “Hay una generación emergente de personas ricas que concede tanta importancia a los beneficios sociales y medioambientales como a los financieros”.

El valor añadido que aportan los bonos de impacto a la financiación del desarrollo consiste en desplazar el foco de atención hacia los resultados. Solo se reembolsa a los inversores cuando se alcanzan los objetivos.

“La orientación hacia un modelo basado en el impacto permite a los prestatarios de servicios disponer de una mayor flexibilidad para la innovación. Ellos asumen igualmente el riesgo si no se consiguen los resultados, ya que entonces el reembolso será netamente inferior a su inversión”, afirma Raymond Furer, embajador y delegado del Gobierno suizo para los acuerdos comerciales.

Liderazgo suizo

Según Toby Eccles, participante en la conferencia y considerado por algunos expertos como el padre de los BIS, existen 107 bonos de impacto a nivel mundial, que han reunido más de 378 millones de dólares y afectado a 700 000 personas. Sin embargo, la gran mayoría de esos bonos se han ejecutado en el Reino Unido y Estados Unidos.

No obstante, Suiza es pionera en el lanzamiento de este tipo de proyectos en países en vías de desarrollo, es decir, donde más se necesita la ayuda. Este país se encuentra detrás de los primeros BIS y BID de nivel mundial en países de renta per cápita intermedia. Por ejemplo, la SECO es el pagador final en Colombia de un BIS que tiene como objetivo ayudar a más de 500 colombianos desfavorecidos a encontrar empleo y mantenerlo. El proyecto podría aportar a sus inversores hasta 4,5 millones de francos suizos si sus resultados se ven coronados por el éxito.

La fundación UBS Optimus, una rama filantrópica del banco UBS, ha invertido en los primeros BID en educación (277 000 de dólares) y sanidad (3,5 millones de dólares) en India, con el objetivo de mantener a las niñas en las escuelas y ayudar a reducir la mortalidad infantil en los hospitales privados.

Otra entidad pionera es el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que ha lanzado el primer “Humanitarian Impact BondEnlace externo” del mundo (bono de impacto humanitario). Su objetivo es crear centros de rehabilitación física en países africanos desgarrados por la guerra. Ha conseguido recaudar 26 millones de francos suizos procedentes de inversores privados, de los cuales la sección de Ayuda al DesarrolloEnlace externo del Ministerio de Asuntos Exteriores pagará hasta 10 millones en función de los resultados que se obtengan.

Pero no todos los proyectos suizos de bonos de impacto se desarrollan en el extranjero. El cantón de Berna lanzó un BISEnlace externo para integrar a los refugiados en el mercado laboral. Tal vez la experiencia de la administración pública suiza en el uso de este tipo de contratos de pago por resultados (Leistungsvereinbarungen, en alemán) esté detrás de ese interés por lanzar esa clase de proyectos.

En todo caso, este tipo de enfoque basado en los resultados, utilizado por las administraciones públicas y asociado a un sector financiero vigoroso, así como a la presencia de organizaciones internacionales especializadas en el desarrollo y el trabajo humanitario, podría contribuir a convertir a Suiza en una plataforma para los bonos de impacto.

“Suiza dispone de una de las estructuras financieras más sólidas del mundo y es lógico reunir las ideas innovadoras de la administración suiza y del sector bancario para atraer más dinero”, señala Phyllis Constanza, presidente de UBS Optimus.

Los límites de los bonos de impacto

Los bonos de impacto no valen para todo tipo de proyecto. Los participantes en la conferencia, celebrada el 18 de enero, expusieron algunos de sus inconvenientes y sus desafíos:

“Se pueden utilizar para resolver un problema complejo con un resultado claro, donde exista necesidad de innovación, de capital externo y de nuevas colaboraciones y partenariados. Pero no son apropiados cuando no se pueda distinguir fácilmente si el resultado se debe a la intervención o es producto de factores externos” .Toby Eccles, cofundador de Social Finance UK.

“El tiempo y esfuerzo que hemos tenido que dedicar al éxito del BIS ha absorbido nuestros beneficios. Los proveedores de servicios no eran tan buenos como ellos creían. Han tenido que reforzar sus capacidades”. Fernando Cortés, Fundación Bolívar Davivienda.

“Aunque los BIS sean promocionados como un medio de reducir el riesgo del gobierno, de hecho pueden aumentar ese riesgo si los gobiernos acaban pagando demasiado”. Toby Eccles, social Finance UK.

“Estábamos trabajando en empleo con unos datos escasos. Nadie sabe, por ejemplo, cuánto cuesta verdaderamente conseguir trabajo para una persona”. Avnish Gungadurdoss, Instiglio.

“Creo que la mayor dificultad estriba en conseguir que los gobiernos financien presupuestos plurianuales. Un año no basta para obtener resultados”. Christine Ternent, Multilateral Invest Fund.

“En el Reino Unido ningún BIS se ha mantenido después de finalizar el contrato”. Toby Eccles, Social Finance UK.

“Casi siempre estos programas subestiman el periodo necesario para reforzar las capacidades de gestión en su ejecución. La tecnología es esencial para la retroalimentación y hacer correcciones”. Julie Katzman, vicepresidente ejecutiva del Inter-American Development Bank.

Traducido del inglés por José M. Wolff

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