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Buscan en Ginebra mejorar adaptación al cambio climático

Desprendimientos de rocas, como el ocurrido cerca de Gurnellen, al sur helvético en mayo de 2006, pueden volverse más comunes en el futuro, dicen expertos. Keystone

Alrededor de 1.500 expertos, responsables políticos y líderes de negocios se reúnen en Ginebra esta semana para lograr una mayor eficiencia en la difusión informativa en torno al clima.

Suiza, con una larga tradición en el ámbito de la investigación y adaptación a las transformaciones meteorológicas, impulsa la propuesta de crear un sistema global de informaciones y predicciones exactas y oportunas.

La Tercera Conferencia sobre el Clima, convocada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en colaboración con Suiza, se realiza desde este lunes, 31 de agosto hasta el 4 de septiembre.

La reunión de Ginebra quiere establecer medidas que vayan “más allá” de la Conferencia Mundial del Clima de Naciones Unidas de diciembre en Copenhague, según indicó Michel Jarraud, director general de la OMM.

En la capital danesa, los gobiernos quieren llegar a un acuerdo para reducir la generación de dióxido de carbono, mientras que en Ginebra se centrarán en limitar los riesgos económicos y humanos ligados al cambio climático, explicó Jarraud.

“Todavía espero que un acuerdo substancial se pueda alcanzar en Copenhague a pesar de las negociaciones extremadamente duras que se prosiguen. Pero independientemente de que logremos limitar o no el calentamiento global a dos grados centígrados este siglo, debemos tomar medidas de adaptación”, reiteró Jarraud.

Conocimiento tradicional

La investigación sobre el cambio climático ha dado grandes saltos durante los últimos años, pero todavía hay muchos elementos desconocidos y múltiples debilidades. Se requieren mil millones de dólares por año para establecer redes locales de supervisión del clima en regiones como África, comentó el jefe de la OMM.

Mientras que los responsables políticos piensan en plazos de cinco a diez años, los investigadores del clima hacen pronósticos usando una escala de 50 a 100 años, por ello, “tenemos que reconciliar estos dos calendarios”, advirtió el experto.

“Aunque los problemas de calentamiento del planeta son cada vez mejor entendidos, las observaciones no se utilizan de la mejor manera posible”.

El dirigente de la OMM subrayó que “el pasado ya no es un buen indicador del futuro”, y añadió que el desarrollo climático y la predicción meteorológica son clave para las industrias pesqueras, silvícola, del transporte y el turismo, e incluso, de los esfuerzos para luchar contra enfermedades tales como la malaria.

Consecuencias en Suiza

Suiza, como muchos países industrializados densamente poblados, es vulnerable a las consecuencias del cambio de clima, señaló, por su parte, Andreas Götz, vicedirector de la Oficina Federal del Ambiente, en conferencia de prensa previa a la cita mundial en Ginebra.

“Sólo hay que pensar en la fusión de los glaciares y la subsecuente creación de lagos glaciales, que pueden dar lugar a inundaciones devastadoras”, advirtió.

Por su puesto, agregó que el mismo panorama se observa en los bosques. Con un incremento de tres grados centígrados, el paisaje suizo cambiará dramáticamente con el predominio de árboles de roble en deterioro de otras especies. “Esto es importante porque el 50% de los bosques suizos tiene una función protectora en caso de desprendimientos de roca”, explicó.

En el futuro, Suiza tendrá que enfrentarse a más inundaciones, precipitaciones intensas y derrumbes y a la fusión de la capa permanente de hielo, lo que reduce la estabilidad de las montañas. Y, en verano, a sequías más frecuentes con incidencia en los bosques, la agricultura, los ríos y los lagos.

Consecuentemente, la supervisión del cambio de clima es necesaria, además de la aplicación de sistemas de vigilancia en los glaciares y en la caída de rocas, y el diseño de mapas de regiones en peligro de inundación, indicó Götz.

No es una isla

Pero Suiza no es una isla y, en ese sentido, apoya esfuerzos a nivel internacional y nacional para adaptarse al cambio climático.

“Esta conferencia en Ginebra no es sólo para los científicos y los meteorólogos”, dijo José Romero, alto funcionario ambiental helvético.

La reunión de Ginebra pretende llenar el vacío entre los que poseen la información vital del clima y los usuarios y responsables en sectores como la silvicultura, la energía, la salud, la gestión de riesgos, la producción alimentaria y la gestión acuífera en todo el mundo.

A mediano plazo, Suiza quisiera ver la creación de una red mundial, bajo el nombre de Red Globlal de Servicios del Clima, dirigida a las necesidades de los responsables mundiales para obtener la información y las predicciones exactas y oportunas sobre el clima.

“La sincronización de la conferencia de Ginebra, justo tres meses antes de la de Copenhague, no es una coincidencia,” dijo Romero.

Las adaptaciones ante el cambio de clima desempeñaron un papel preponderante en las discusiones de 2007 sobre el clima en Bali y la reunión de Ginebra busca proporcionar las herramientas técnicas necesarias para las negociaciones en Copenhague, indicó el especialista suizo.

Simon Bradley, swissinfo.ch
(Traducción, Patricia Islas Züttel)

El Protocolo de Kyoto, firmado por 178 países, fue agregado en 1997, al tratado de 1992 sobre el clima de la ONU que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 37 naciones industriales, a un promedio de 5% por debajo de los niveles generados en 1990. La meta de esta reducción está fijada para el año 2010.

El Parlamento suizo ratificó el Protocolo de Kyoto sobre cambio de clima en 2003.

Suiza se propuso entonces reducir sus emisiones de CO2 por los menos 10% menos a los emitidas en 1990. Un objetivo también fijado para el 2010.

A pesar de estos ambiciosos objetivos, en Suiza las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado realmente en un 0.4% desde 1990.

Una ley sobre las emisiones de CO2 entró en vigor en 2000 para asegurar que los objetivos del Protocolo de Kyoto sean alcanzados en Suiza.

Más de mil empresas han tomado medidas voluntarias para reducir su emisiones, aunque ya en 2005 se puso de manifiesto que no eran suficientes.

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