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Cambiar de profesión o partir

Claude-Alain Guyot y algunas de sus 40 vacas lecheras. swissinfo.ch

Para Claude-Alain Guyot, la vida de agricultor en Suiza ya no era posible. Por ello se mudó con su familia a Franche-Comté, en Francia.

La Confederación Helvética ¿un país rico? Sí, seguro lo es. Aunque, pese a ello, aún hay suizos que la abandonan en busca de un mejor futuro económico.

Había una vez un negocio agrícola familiar, la ‘Ferme de Botte’, en Boudevilliers, en el valle conocido como el Val-de-Ruz, en el cantón de Neuchâtel.

Tras haber concluido sus estudios de mecánico para maquinaria agrícola, el joven Claude-Alain Guyot debió heredar el negocio de su padre, quien murió de forma intempestiva.

Ya desde pequeño, Claude-Alain sabía que el campo sería su fuente de trabajo. Pero la realidad resultó un poco diferente a lo imaginado en su infancia.

La explotación agrícola familiar contaba con 12 vacas y 16 hectáreas de tierra, de las cuáles 12 le pertenecían a Claude-Alain. “En Suiza, uno se puede hacer cargo de un negocio así, pero sin poder desarrollarlo. Suiza es pequeña, ya no queda mucha tierra agrícola y la que hay, cuesta mucho”, indica.

A principios de la década de los años 90, con la reforma europea de la denominada ‘Política Agrícola en Común’ y sus repercusiones en Suiza, “iniciaron mis cuestionamientos”, explica Claude-Alain Guyot.

“Busqué otro empleo además del negocio; y pronto comprendí que no podría seguir teniendo dos trabajos hasta que tuviera 65 años de edad”.

Pensó entonces partir a Canadá o a Nueva Zelanda. Pero su esposa, Geneviève, no quería irse tan lejos. Por ello, en 1997 eligieron Francia, Se mudaron al poblado de Cirey-les-Bellevaux, en Franche-Comté.

“O bien terminábamos con la agricultura, o partíamos”, reflexiona Guyot sobre su decisión.

Nueva dimensión

En la periferia del pueblo, su casa -blanca y un poco deslavada-, es modesta. Pero al otro lado de la frontera suiza, la propiedad de los Guyot cambió de dimensión: 119 hectáreas, de ellas, 43 para pastar y 76 para cultivar. Y sus 40 vacas lecheras producen 230.000 litros de leche.

Los Guyot emigraron para poder verse beneficiados de una extensión de tierra más grande y, así, vivir de la agricultura. El negocio lo dirigen ellos solos.

Por tanto, la vida no es fácil: “En Francia, al igual que en Suiza, los costos están en constante aumento; las exigencias del nivel de calidad y del respeto al medio ambiente también crecen mientras que, por el contrario, los precios bajan. Todo eso que vendemos es más barato y todo eso que compramos es más caro.”

¿Pero los campesinos no se la pasan quejándose, pese a que, al menos en Suiza, reciben subvenciones significativas del Estado? “Es cierto, se habla mucho de las subvenciones, pero no se habla de los horarios, ni de las restricciones”, responde Claude-Alain Guyot.

“Se quiere que los agricultores – suizos o franceses, es lo mismo- produzcan más barato, a precios a escala mundial, pero se olvida que viven en la sociedad europea. No se puede producir a precio brasileño con un salario brasileño, viviendo en Europa. No es posible. Si se disminuyen los subsidios y los precios, no veo una salida sencilla a la problemática.”

Y también ha pensado en una solución extrema: “Otra posibilidad sería decir que se suprima la agricultura. ¿Por qué no? ¡Pero entonces no hay que olvidar que no tendremos aquí la llave del almacén!

La trayectoria de los Guyot hace pensar en los numerosos suizos que abandonaron su país en el siglo XIX y principios del XX en busca de horizontes económicos más favorables.

“Aquí, hay muchas familias con apellidos suizos… Gente que llegó en la década de los años 30. En el pueblo hay familias con apellidos tan suizos como Glauser, Flückiger y Büttikofer”, dice al respecto Claude-Alain Guyot. La historia se repite.

Entre adaptación y rechazo

“Al principio me miraban con cierta sorpresa pero, ahora, conversamos como si yo hubiese vivido toda mi vida aquí.” Para Claude-Alain, el periodo de adaptación ha pasado: “Se está convirtiendo en mi región. Conozco mucha gente y formo parte de diversas asociaciones profesionales.”

Lo mismo ocurre con sus hijos, como da testimonio el mayor, Samuel, de 14 años de edad: “Crecí aquí, por lo que me siento de aquí. En la escuela, a veces me molestan cuando digo que soy suizo. Pero ahora es menos, desde que adopté el acento (francés) local.” O perder el acento francés suizo, cuestión de perspectivas.

Sin embargo, Geneviève Guyot no se ha acostumbrado al modo de vida de allí. “Tiene dificultades, ella regresaría de inmediato a Suiza. Pese a que no estamos tan lejos, la sociedad es totalmente distinta”, constata su esposo, pues la propia Geneviève prefirió no conceder una entrevista a swissinfo.

Aquí no hay vida social en los poblados de la zona. “Las mujeres permanecen en casa o trabajan. No hay invitaciones”. En Suiza, Geneviève trabajaba como mesera, por lo que nota una gran diferencia en su nueva vida en Francia.

Cirey-les-Bellevaux, ¿una larga escala o una parada definitiva? “Oh, el futuro, uno nunca sabe lo que deparará. Como todos, estamos a merced de los periplos de la vida. Si aquí también nos fuera mal en la agricultura, nos iríamos a otra parte”, opina.

“Yo digo siempre que si alguno de mis hijos monta una empresa de transportes en Australia, puede que me diga: ‘Papá, requiero de un mecánico’, entonces ¡puede ser que acepte! Cuando tenía 20 años yo quería trabajar en una plataforma petrolera en el Mar del Norte… Como usted ve, estoy abierto a la aventura.”

swissinfo, Bernard Léchot desde Cirey-les-Bellevaux
(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)

De acuerdo a las estadísticas oficiales de finales de 2004:

623.057 suizos viven en el extranjero.
La mayoría (el 60,5%) vive dentro de la Unión Europea.
En Francia se encuentra la mayor comunidad suiza en el mundo.
166.199 suizos viven allí.

En 1997, la familia Guyot abandonó Boudevilliers, en el Val-de-Ruz, en el cantón suizo de Neuchâtel.

Se mudaron a Francia, en el poblado de Cirey-les-Bellevaux, en Franche-Comté.

Su cambio de residencia se debió a dificultades económicas y, sobre todo, ante la imposibilidad de desarrollar el negocio agrícola heredado.

La pareja Guyot tiene dos hijos: Alexandre, de 16 años, y Samuel, de 14.

Claude-Alain Guyot tiene 42 años.

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