Mucho más que pozos y tubos
Desde sus comienzos, la ayuda suiza al desarrollo otorga una gran importancia al problema del agua.
Si en otros tiempos se limitaba al abastecimiento, hoy en día intenta tener en cuenta un conjunto de factores, tanto económicos como ecológicos.
Desde los años 50, el agua, tema ineludible de la ayuda al desarrollo, interesa a la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (COSUDE). Hoy día, la agencia estatal destina al agua aproximadamente un 10% de su presupuesto anual, el cual fue de 1,2 mil millones de francos el año pasado.
«Al principio, nos preocupamos sobre todo por el abastecimiento de agua potable, después empezamos también a pensar en el saneamiento», explica Armon Hartmann, el «Señor del Agua» de COSUDE.
¿Un decenio perdido?
Recordemos que el período 1981-1990 fue declarado «Decenio internacional del agua potable y del saneamiento.»
Sin embargo, 13 años más tarde, los seres humanos privados de agua, tanto en cantidad como en calidad suficientes, siguen siendo 1,2 mil millones. Y son dos veces más numerosos los que ni siquiera tienen un sistema de saneamiento. ¿Indicarían estas cifras espantosas que el decenio fue un fracaso total?
«Durante esos años, hemos construido mucho y también hemos aprendido mucho», dice Armon Hartmann. En el folleto sobre el agua, COSUDE incluso califica los trabajos realizados en ese período de «impresionantes».
Desafortunadamente, sus efectos han sido completamente anulados debido al crecimiento demográfico. Tanto es así que la proporción de las personas conectadas a una red de agua no ha aumentado entre 1981 y 1990.
Una visión nueva
Trece años después del fin del ejercicio, no estaría mal consagrar otra vez un Año internacional al agua. Aún más cuando los especialistas del desarrollo, basándose en la experiencia, han ampliado su visión del problema.
Globalmente, el 70% del agua dulce utilizada en el mundo sirve para irrigar los campos. La acción en el ámbito del agua debe pues integrar una reflexión sobre la seguridad alimenticia, sin olvidarse de la protección de los ecosistemas acuáticos.
La ayuda al desarrollo aprendió también a ser más realista. «Hemos tenido que admitir que no todo el mundo puede ofrecerse una red de agua como la tenemos en Suiza», resume Armon Hartmann.
Es, pues, imperativo, adaptar las soluciones a los medios de las comunidades que van a beneficiarse, teniendo en cuenta que una red de agua cuesta cada año aproximadamente un 10% del precio pagado inicialmente para su instalación.
Además, hay que ofrecer a los utilizadores un sistema que ellos puedan comprender y que respete sus tradiciones culturales. Por ejemplo, en algunas regiones, es inútil cavar un pozo cerca de un cementerio ya que nadie lo utilizaría.
Actuar localmente
Fiel a su tradición, la ayuda suiza se concentra sobre todo en las zonas rurales y se pone directamente a disposición de las comunidades y las familias.
«Desde hace unos diez años, la gestión del agua pasa cada vez más de los gobiernos a la sociedad civil, observa Armon Hartmann». «Debemos pues enseñar también a la gente a responsabilizarse, a sentirse dueños de sus instalaciones.»
Con medios limitados, es evidente que Suiza no puede ayudar a todo el mundo. Razón por la cual concentra sus esfuerzos en una quincena de países de América Latina, África y Asia del Sur.
Suiza también participa activamente en las grandes organizaciones internacionales, como el ‘World Water Council’ o el ‘Global Water Partnership’, organizadores de la próxima Conferencia de Kyoto en la cual se lanzará el Año internacional del agua.
En el terreno, con frecuencia COSUDE trabaja en colaboración con las ONG, suizas o extranjeras y también con las agencias públicas de otros países.
«Si no nos ocupamos de un sector, no es porque lo consideremos sin importancia», explica Armon Hartmann. «Si otros lo conocen mejor, más vale dejarlos actuar. Se trata de una cuestión de eficacia».
Optimismo a pesar de todo
«Hay todavía más de mil millones de seres humanos sin agua y el doble sin saneamiento», recuerda el hombre de COSUDE. «No debemos olvidar las reformas indispensables que algunos países, sobre todo del Este, tendrán que enfrentar muy pronto.»
Hay que pensar que un Año internacional no será suficiente y mucho menos para resolver todos los problemas…
A pesar de todo, y a pesar de las proyecciones que pronostican la penuria de agua en el 2050 que afectará a un tercio de la humanidad, Armon Hartmann conserva el optimismo de los hombres de terreno.
«Si no tuviera ese optimismo, tendría que dedicarme a otra profesión,» concluye el experto suizo.
swissinfo, Marc-André Miserez
(Traducción: Mariángeles Helfer)
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