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Caso Anna Würgler: justicia sin cuerpo

Santiago Domenech, uno de los abogados del caso (der.) y Jürg Würgler. swissinfo.ch

Más de tres años desde su desaparición, más de tres meses de juicio y más de tres horas de alegatos fueron necesarios para que la Justicia argentina condenara a 18 años de prisión a Alcides Cuevas por encontrarlo responsable del homicidio de la bióloga suiza Annagreth Würgler.

Aunque nunca apareció su cuerpo, no existen dudas de que la joven fue asesinada.

La Cámara Penal de Chilecito, La Rioja, inició ayer 15 de noviembre, a las 11:20 de la mañana (hora local), la última audiencia del juicio por la desaparición y muerte de la bióloga suiza Annagreth Würgler, ante la presencia de su padre, Jürg Würgler, la cónsul de Suiza en Argentina, Pía Gallegos, y los abogados de la familia, Santiago Domenech y Mercedes Slim.

Más de tres horas de alegatos fueron necesarias para concluir el juicio que inició el 14 de septiembre. Ante el Tribunal -presidido por el juez Mario Pagotto e integrado por los conjueces Sofía Nader y Rodolfo Rejar-, el fiscal Darío Illanez pidió 25 años de prisión efectiva para el empresario hotelero Alcides Cuevas por el asesinato de Anna.

Sin embargo, contemplando que el cadáver nunca fue hallado y teniendo en cuenta la ausencia de antecedentes penales del acusado, el Tribunal determinó la condena de cumplimiento efectivo en 18 años de prisión por ‘homicidio simple’, cifra desprendida del promedio entre la pena mínima (8 años) y la máxima (25 años), con agravantes y atenuantes para estos casos.

La posición de la Fiscalía

El fiscal Illanez consideró probado que tras recorrer distintos puntos de La Rioja con su bicicleta, el 29 de agosto de 2004, Anna hizo dedo en la ruta y Miguel Narváez (chofer en aquel momento de Cuevas), se ofreció para llevarla hasta un camping en una camioneta.

Después que la joven acampó, Cuevas fue hasta allí para acordar con ella una excursión a Talampaya, la llevó hasta el pueblo de Villa Unión para que enviase correos electrónicos y, tras dejar a Narváez en su casa, se fue con la turista.

“Cuevas lleva a Anna a un lugar que no pudo precisarse, con medios mecánicos y/o manuales la asesina y hace desaparecer el cadáver. Al día siguiente pasa a buscar a Narváez para ir a La Rioja capital y allí le cuenta lo que hizo”, afirmó el fiscal en su alegato.

La hipótesis de Illanez fue que Cuevas la asesinó por un “móvil sexual” y por eso pidió la máxima pena para él. Esta conjetura fue en parte incentivada por declaraciones de otros testigos que relataron que el acusado solía espiar a las jóvenes turistas que se hospedaban en su hotel.

En el juicio, más de media docena de testigos complicaron al hotelero, pero fue clave la declaración de Narváez (acusado también por considerarse ‘partícipe necesario’ del crimen, pero absuelto), quien sostuvo que Cuevas le había dicho: “No la vas a ver nunca más en tu vida; ella ya no existe”.

Buscando a Anna

swissinfo siguió el caso de Annagreth desde que su novio Mathias Villiger comenzó a buscarla en Argentina, sin sospechar este final.

Corría octubre de 2004 cuando Mathias –entonces de 31 años y también biólogo- contaba a esta corresponsal que comenzaba a preocuparse por la falta de comunicación con su novia:

“Ella estaba viajando sola y en ‘bici’ en el norte de Argentina por un mes, sin problema. Se comunicó regularmente conmigo, con sus padres y amigos, hasta el 26 de agosto, cuando nos dejó la ultima noticia, indicando su trayecto supuesto. Después pensaba ir a La Rioja o a Córdoba…”

“Las primeras tres semanas no me preocupé, porque pensaba que ella estaría cruzando una región alejada, sin acceso a Internet… Pero a partir de la cuarta semana pensé que algo había pasado, y todos nos mandamos mensajes urgentes para obtener alguna noticia… A partir de la quinta semana, ya preparé el viaje para venir a Argentina”, explicaba en aquel momento.

Mathias se encontraba entonces en Brasil, trabajando en una granja orgánica, y contó que se había comunicado con Anna todo el tiempo, cada semana o diez días vía e-mail, y ella se contactaba habitualmente con sus padres y amigos por este medio.

Aunque no se desesperaba, el joven estaba desconcertado mientras seguía buscando a su compañera, reconstruyendo su supuesto trayecto y entrevistando, foto de Anna en mano, a cuanta persona se cruzaba en el camino. Para esa fecha el Consulado de Suiza ya estaba al tanto y empezaba a solicitar información a la Policía.

Una larga historia de “secretos a gritos”

En febrero de 2005 swissinfo contactó a las autoridades policiales de la zona de Pagancillo, quienes bajo reserva (para no afectar la investigación), dejaron en claro que no tenían dudas de que se trató de un homicidio:

“Nosotros creemos que Annagreth no está viva y, por los últimos testimonios, Alcides Cuevas es el autor material del hecho”.

“Según lo que hemos investigado, y sobre todo por los últimos testimonios que han sido relevantes, creemos que hubo un abuso sexual y que la muerte pudo haber sido voluntaria o involuntaria, por un accidente”.

“Descartamos lo de la red de prostitución porque Anna no tenía el perfil de las chicas que se toman para eso, y además porque nunca hubo acá en La Rioja una red de prostitución como dicen los medios”.

“Aunque no aparezca el cuerpo de la víctima se lo puede condenar igual. Tenemos antecedentes en jurisprudencia dentro del país donde ha habido condena sin cuerpo”, auguraba entonces a swissinfo, certeramente, la Policía local.

Continúa en MÁS SOBRE EL TEMA: ‘Jürg Würgler: “Siento que se hizo justicia”‘

swissinfo, Norma Domínguez desde Buenos Aires

Annagreth Würgler tenía 28 años cuando desapareció el 29 de agosto de 2004.

Bióloga y originaria del cantón de Solothurn, viajaba con su novio por Sudamérica y se encontraba recorriendo el norte argentino en bicicleta cuando desapareció.

Su pareja, Mathias Villiger, es oriundo de San Gall. Ambos radicaban empero en Berna.

Desde 2004 la Embajada de Suiza en Buenos Aires ha denunciado la desaparición a las autoridades argentinas y ha seguido muy de cerca el caso.

Desde el principio, las investigaciones policiales descartaron la posibilidad de encontrarla con vida, sospechando desde entonces del empresario hotelero de Pagancillo, Alcides Cuevas.

Cuevas fue considerado culpable del delito de homicidio simple y condenado por el asesinato de Annagreth Würgler a 18 años de prisión efectiva.

En tanto, la Justicia absolvió a los otros tres sospechosos: un ex empleado de Cuevas, el chofer Miguel Narváez, juzgado como partícipe necesario; Angélica Gordillo y Mario Machuca, encargados del camping en el que estuvo Annagreth, acusados de encubrimiento.

El fiscal Darío Illanez valoró la declaración de Narváez, quien dijo que Cuevas le confesó que había matado a Anna, así como el hallazgo de una calza de la víctima que estaba detrás de un asiento de la camioneta del hotelero.
Darío Illanez sostuvo al referirse al hecho de que el cuerpo nunca fue encontrado: “Afirmar irresponsablemente que cuando no hay cadáver, no hay homicidio, nos retrotrae a la época del terrorismo de Estado”

Miguel Narváez sorprendió al pedir declarar y dijo que, con Cuevas y la joven bióloga viajaron el 29 de agosto de 2004, por la tarde, a la localidad de Villa Unión.

Desde ese día, nunca se volvió a ver a Anna.

La delegación en representación de la familia Würgler que estuvo presente en el veredicto estuvo compuesta por Jürg Würgler (padre de Anna), la cónsul de Suiza en Argentina, Pía Gallegos, y los abogados de la familia, Santiago Domenech y Mercedes Slim.

El Tribunal estuvo presidido por el juez Mario Pagotto e integrado por los conjueces Sofía Nader y Rodolfo Rejar.

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