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De Payerne al espacio, Suiza se pone en órbita

El nuevo transbordador SOAR concebido en Payerne puede asemejarse a esto. S-3.ch

Suiza se lanza a la carrera espacial y espera convertirse en un importante actor del lucrativo mercado del lanzamiento de satélites. El responsable de este ambicioso proyecto, Pascal Jaussi, explica en qué medida su futuro transbordador reutilizable puede revolucionar la industria espacial.

En el corazón de la zona industrial que rodea el aeródromo de Payerne, una pequeña localidad de apenas 9.000 habitantes, se encontraba antaño un depósito de muebles. Hoy, después de su restauración, el edificio de 2.000 metros cuadrados dispone de equipos ultramodernos. Para acceder a él, los visitantes tienen que pasar una serie de controles, entre ellos la identificación de las huellas dactilares.

Es aquí donde Pascal Jaussi, director del Swiss Space Systems (S3), quiere avanzar en la democratización del acceso al espacio. Desde un avión de línea, el transbordador SOAR permitirá lanzar al espacio pequeños satélites de bajo coste.

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Poner en órbita, difícil y costoso

Este contenido fue publicado en En los tiempos heroicos de la carrera a la Luna, las cosas eran simples. En el contexto de la Guerra Fría, un cohete capaz de alcanzar el espacio solamente podía ser soviético o estadounidense. Los comunistas tenían sus naves espaciales, el mundo libre las suyas, todos, más o menos bajo mandos militares. Medio siglo más…

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swissinfo.ch: Actualmente trabaja en la concepción de un transbordador espacial de 22 metros de largo y 14 toneladas de peso. ¿En qué fase se halla el proyecto?

Pascal Jaussi: La fase de concepción de SOAR –que en inglés significa dispararse como una flecha– concluirá de aquí a finales de 2014. Después, ensamblaremos sus componentes y observaremos cómo interactúan. Para ganar tiempo y dinero, utilizamos compuestos de empresas asociadas que trabajan en el transbordador espacial Hermes [Agencia Espacial Europea] y Falcon [Dassault].

El primer vuelo de prueba está previsto para 2017 y el lanzamiento del primer satélite para 2018. SOAR nos permitirá poner en órbita satélites que pesan hasta 250 kilos.

swissinfo.ch: Los vuelos suborbitales, o sea, en la órbita terrestre baja, están a mitad de camino entre la aviación y los programas espaciales. ¿Dónde reside su interés y atractivo?

P.J.: La aviación ha pasado a manos privadas y se ha transformado en negocio. La industria espacial, sin embargo, siempre fue competencia del Estado y un asunto de prestigio nacional. El espacio suborbital es una mezcla de las dos, lo que nos permite trabajar en el espacio en calidad de empresa privada.

Al igual que la industria aeronáutica, nos interesa ofrecer precios razonables y soporte técnico. Una vez puesto en órbita, no hay que ocuparse del mantenimiento del transbordador. El nuestro, en cambio, regresará a la Tierra después del vuelo.

La idea de un equipo espacial reutilizable constituye una revolución para la industria del sector. Gracias al desarrollo técnico, ya no se necesitan forzosamente grandes infraestructuras ni rampas de lanzamiento. Necesitamos solamente un aeródromo y un piloto en tierra que dirija el transbordador. Los aviones volarán de un país a otro según las misiones, y luego volverán al puerto de matriculación para someterse a un mantenimiento técnico.

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swissinfo.ch: ¿Por qué eligieron Payerne para este proyecto?

P.J.: Porque tenemos a disposición un aeródromo y muchos especialistas en aviación, especialmente en el ámbito del diseño, las telecomunicaciones y los sistemas electrónicos. Todo ello en un radio de una decena de kilómetros. Además, los dos Politécnicos Federales – EPFL en Lausana y ETHZ en Zúrich – están relativamente cerca de Payerne.

swissinfo.ch: El proyecto S3 prevé la construcción de un puerto espacial que costará 50.000 millones de francos. Las autoridades de Payerne han acogido favorablemente la idea. ¿Un proyecto de esta envergadura no requiere también el visto bueno del Gobierno nacional?

P.J.: Por el momento no se trata de un puerto espacial en el sentido estricto. Lo será solamente cuando comiencen las actividades espaciales. En 2015, concluirán previsiblemente los trabajos de construcción de un hangar situado al lado del aeropuerto de Payerne. El hangar podrá albergar el transbordador espacial y los dos Airbus A300 que se necesitan para transportarlo.

Actualmente no existen normas europeas que regulen la construcción de un puerto espacial ni otros aspectos relativos al desarrollo de la industria espacial. Hemos participado en varios talleres organizados por la Comisión Europea para discutir la elaboración de leyes ad hoc sobre los vuelos suborbitales privados.

Cuando llegue el momento de elaborar las normas de certificación, seguramente estaremos involucrados gracias a la experiencia adquirida en el proyecto S3. Con ello evitaremos que se inviertan sumas importantes para luego no recibir el permiso de vuelo.

Pascal Jaussi, de 36 años, nació en Wattenwil, en el cantón de Berna. Es bilingüe (francés y alemán).

Tras formarse como piloto, estudió en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) y trabajó como ingeniero aeronáutico. Formó parte del equipo que realizó las pruebas del avión de combate francés Rafale en Suiza.

Posteriormente, pasó a la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) donde conoció al astronauta suizo Claude Nicollier y Anton Ivanov, colaborador del Swiss Space Center, que es una división de la EPFL especializada en la proyección de satélites.

Para finalizar el Swiss Space Systems (S3), se formó en el Instituto Superior de Aeronáutica y Espacio en Tolouse (Francia), donde obtuvo un Máster en Ingeniería de Sistemas.

swissinfo.ch: Gracias al proyecto S3, Suiza puede pasar a formar parte de los países más avanzados en el negocio espacial. ¿No corre el riesgo de causar envidia?

P.J: No, creo que la imagen que se tiene de Suiza es más bien la de un árbitro al que se puede conferir tranquilamente el balón. En el proyecto S3 participan expertos de varios países: Francia, Bélgica, España, Rusia, Malasia, Marruecos y México. Utilizan equipos ultrasecretos y la neutralidad de Suiza es, en este sentido, fundamental.

Las instalaciones de Payerne se transformaron en secreto. Carpinteros, electricistas e fontaneros firmaron un acuerdo de reserva. El astronauta suizo Claude Nicollier bromeó con que este secretismo le recordaba la construcción de un refugio secreto durante la Guerra Fría. Le repetí la broma a un ingeniero ruso. Y me respondió que había vivido 21 años en una ciudad que ni siquiera aparecía en el mapa.

El departamento de recursos humanos no da abasto con el sinfín de candidaturas de gente interesada en trabajar con nosotros. Es algo positivo porque estamos en plena fase de expansión: hemos comenzado con un equipo de veinte personas y pronto seremos un centenar.

2009-2012: Nace el proyecto Swiss Space Systems; acuerdos con socios, construcción del centro de Payerne

2013: Lanzamiento del proyecto empresarial

2014: Ultimación del desarrollo del transbordador SOAR

2015: Inauguración del puerto espacial de Payerne

2016: Fin del ensamblaje de la lanzadera espacial

2017: Pruebas de la lanzadera en vuelo

2018: Lanzamiento del satélite

Coste del proyecto: 250 millones de francos suizos

Patrocinador principal: Breitling

El lanzamiento de un satélite con la lanzadera SOAR rondará previsiblemente los 10 millones de francos. Actualmente, cuesta una media de 40 millones en la competencia. El proyecto suizo puede resultar especialmente interesante para los países en desarrollo y los institutos de investigación.

swissinfo.ch: ¿Sus colegas comparten ese entusiasmo?

P.J.: Hemos introducido el sistema estadounidense basado en horarios laborales flexibles. Esto significa que los ingenieros pueden organizar sus jornadas laborales a su gusto. Nuestros colaboradores, que disponen de un gimnasio, bebidas y comida gratuitas, pueden permanecer en la oficina de las ocho de la mañana a las diez de la noche, si quieren. Todo esfuerzo es poco para que se sientan bien y su trabajo sea lo más eficiente posible.

También hemos alquilado un apartamento en Payerne para los colaboradores extranjeros. Les ayudamos a establecerse con sus familias. En el futuro, los expertos de Rusia, Malasia u otros países podrán, por ejemplo, venir a Payerne para aprender cómo funcionan nuestros aviones.

swissinfo.ch: Todo esto suena impresionante. Pero alguna vez le habrá pasado por la mente que el proyecto puede fracasar…

P.J.: Hemos discutido cada detalle con nuestros socios de la industria espacial para convencerles de que se sumaran al proyecto. La Agencia Espacial Europea, Dassault Aviation, el grupo de ingeniería Meggitt y organizaciones similares no podían darse el lujo de involucrarse en un proyecto que puede acabar en fiasco.

Todo lo que hubiera podido desembocar en fracaso habría tenido que producirse antes de principios de este año. Ahora estamos en un punto en el que no hay vuelta atrás.

(Traducción: Belén Couceiro)

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