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Nubarrones en la bola de cristal de los climatólogos

La formación de nubes es uno de los fenómenos atmosféricos más difíciles de predecir. Keystone

El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se dispone a publicar un nuevo informe. Describir cuáles serán las condiciones del planeta dentro de uno o dos siglos constituye una de las labores científicas más difíciles. Entre otras razones, porque algunos fenómenos son imprevisibles.

Los modelos climáticos siempre se equivocan: como cualquier teoría científica, no logran reproducir completamente la realidad. Así argumentan no solo los climatólogos, sino también los científicos encargados de hacer previsiones sobre el clima. ¿Una incoherencia? En absoluto, sostienen los expertos.

“Los resultados de una modelización climática aportan indicaciones importantes. Ayudan a entender y simular algunos aspectos y procesos”, afirma una publicación de ProClim, el foro suizo sobre el clima y el cambio climático. “Lo importante”, subraya el artículo, es saber dónde se sitúan sus límites y qué resultados son fidedignos. Prever el clima “es un ejercicio completamente al azar”, reconoce Stéphane Goyette, climatólogo de la Universidad de Ginebra.

El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que integra también a científicos suizos, ha elaborado su quinto informe de evaluación del clima. El documento se hará público en varias etapas.

La primera (Bases científica del cambio climático) se presentará del 23 al 26 de septiembre de 2013 en Estocolmo (Suecia). La segunda (Impacto, adaptación y vulnerabilidad) se publicará el 31 de marzo de 2014 y la tercera (Mitigación del cambio climático), a mediados de abril de 2014.

El sumario final del informe se presentará en Copenhague, a finales de octubre de 2014.

Los documentos del IPCC son sustancialmente una síntesis de los conocimientos científicos sobre el clima. Aunque carecen de carácter vinculante, constituyen un referente para el mundo político y económico a la hora de elaborar estrategias a largo plazo.

Precipitaciones en 2100

A fines de septiembre, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicará la primera parte de su nuevo informe de evaluación, el quinto de la serie. El documento atribuye la responsabilidad del 95% de los trastornos terrestres (90% en el informe de 2007) al ser humano. Además de compilar los datos más recientes sobre el aumento de las temperaturas, del deshielo glaciar y del nivel del mar, el estudio del IPCC contiene previsiones para los dos próximos siglos.

¿Cómo se puede describir el clima que reinará en el planeta dentro de 50 o 100 años, cuando no sabemos ni siquiera el tiempo que hará la próxima semana? “Son dos aspectos diferentes”, responde Reto Knutti, profesor del Instituto de Investigación de la Atmósfera y el Clima en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) y coautor del informe del IPCC.

“Las previsiones meteorológicas establecen qué tiempo hará un día determinado. La simulación climática no pretende conocer las condiciones climáticas del 31 de diciembre de 2100. Su objetivo es prever, por ejemplo, cuántos días de sol y de precipitaciones en promedio se registrarán a fines del siglo”.

Las previsiones del clima recurren a varios modelos, explica Stéphane Goyette. Por ejemplo, el relativo al ciclo del carbono, que gracias a componentes demográficos y económicos permite establecer cuál será previsiblemente la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

“Este dato se introduce en los modelos climáticos basados en las leyes de la física y la química. De esta manera se obtienen indicaciones sobre la temperatura, los ciclos de precipitaciones o el régimen de los vientos”, explica a swissinfo.ch

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“El futuro del clima, en manos del mundo”

Este contenido fue publicado en Para Thomas Stocker, jefe del Grupo de Trabajo I dedicado a establecer las bases científicas del quinto informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la lucha para atenuar este fenómeno mundial no está perdida. swissinfo.ch: En su función, usted es prácticamente responsable de prever la esperanza de vida de nuestro planeta.…

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Previsiones correctas, pese al volcán

Para comprobar la validez de una simulación, se pide al modelo que calcule el clima actual a partir de los datos del pasado, prosigue Stéphane Goyette. Si los resultados obtenidos corresponden a la realidad, puede considerarse un modelo fiable.

Otro método consiste en analizar si las antiguas previsiones se han cumplido. Así, varios investigadores se han encargado de evaluar los pronósticos del primer informe del IPCC. El documento de 1990 preveía que la temperatura media de la Tierra aumentaría cerca de 1,1 °C de aquí a 2030 (cerca del 0,55 °C hasta 2010).

Calentamiento global de 1880 a 2012 (NASA)

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Entre 1990 y 2010, el aumento global osciló entre los 0,35 y 0,39 °C, revelan David Frame, de la Victoria University de Wellington (Nueva Zelanda), y Daithi Stone, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (California). La discrepancia entre los 0,55 °C estimados y los valores registrados se debe a fluctuaciones naturales, subrayan.

Considerando que los modelos informáticos de la época eran más simples que los actuales, “la precisión de las previsiones de 1990 es notable”, escriben los autores del estudio publicado en diciembre de 2012. Las estimaciones, agregan, son incluso más impresionantes, si consideramos que los científicos no podían anticipar los grandes sucesos que influirían en el clima. Entre ellos, la erupción del volcán Pinatubo (Filipinas) en 1991, el colapso industrial de la Unión Soviética o el crecimiento económico de China.

La Oficina Federal de Meteorología y Climatología (MeteoSuisse) es responsable de elaborar modelos climáticos para Suiza, en colaboración con los institutos universitarios.

De aquí a mediados de este siglo, las temperaturas medias aumentarán en la mayoría de las regiones helvéticas y en todas las estaciones, prevé MeteoSuisse.

Dependiendo del escenario de emisiones, el incremento de las temperaturas se sitúa entre los 0,5 y los 3,6 °C de aquí al año 2060.

En las bajas cotas del altiplano, el número de días estivales (temperatura mínima de 25 °C) pasará de 50 a 65-80 al año. El periodo vegetativo aumentará de 30-50 días.

En verano, las precipitaciones medias disminuirán en todo el país. Los periodos de calor serán más largos y las olas de calor más intensas.

Entre 1990 y 2010, el aumento global osciló entre los 0,35 y 0,39 °C, revelan David Frame, de la Victoria University de Wellington (Nueva Zelanda), y Daithi Stone, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (California). La discrepancia entre los 0,55 °C estimados y los valores registrados se debe a fluctuaciones naturales, subrayan.

Considerando que los modelos informáticos de la época eran más simples que los actuales, “la precisión de las previsiones de 1990 es notable”, escriben los autores del estudio publicado en diciembre de 2012. Las estimaciones, agregan, son incluso más impresionantes, si consideramos que los científicos no podían anticipar los grandes sucesos que influirían en el clima. Entre ellos, la erupción del volcán Pinatubo (Filipinas) en 1991, el colapso industrial de la Unión Soviética o el crecimiento económico de China.

Cambios a corto plazo en la generación de emisiones, así como los citados acontecimientos tienen un efecto bastante limitado sobre el calentamiento global, explican David Frame y Daithi Stone. Lo decisivo es la acumulación de CO2 en la atmósfera desde la revolución industrial.

Otro estudio, también de finales de 2012, llega a una conclusión similar. Los investigadores en Alemania, Estados Unidos y Francia subrayan que la temperatura global y la concentración atmosférica de CO2 siguen en aumento, según las estimaciones del IPCC. El nivel de los océanos, en cambio, crece más rápido de lo previsto.

“Es reconfortante ver que las principales conclusiones del primer informe del IPCC están en línea con las del informe de 2007”, anota Stéphane Goyette.

Decir que las previsiones de 1990 eran “exactas” es exagerado, sostiene Eduardo Zorita, del Instituto de Investigación Costera de Geesthacht, en Alemania. “Yo diría que iban en la buena dirección. Un intervalo de veinte años no es suficiente para sacar conclusiones”, indica el climatólogo, que participó en la Swiss Climate Summer School 2013.

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La incógnita de las nubes

Durante el evento internacional, que se celebró a principios de septiembre en la localidad alpina de Grindelwald (cantón Berna) y giró en torno a la reconstrucción y las predicciones del clima, se demostraron las consecuencias del denominado efecto mariposa, es decir: pequeñas variaciones en las condiciones iniciales son suficientes para obtener resultados diametralmente opuestos en una simulación climática. “La climatología sigue confrontada a muchas incógnitas”, revela Eduardo Zorita. “Los modelos actuales son más sofisticados y tienen una resolución más alta. Pero es frustrante comprobar que persisten las

Los modelos climáticos contemplan bastante bien aspectos como la evolución a largo plazo de la temperatura global y los cambios en las precipitaciones, observa Reto Knutti. “En cambio, les cuesta reproducir correctamente el ciclo completo del agua o las mutaciones de la estructura de las corrientes atmosféricas”. También la interacción entre la atmósfera y los océanos, el suelo o la vegetación es aún poco conocida.

La formación y transformación de las nubes figuran entre los principales desafíos de la modelización, revela Reto Knutti. “Su estructura es extremadamente compleja y cada nube tiene sus peculiaridades. Basta con mirar a través de la ventana”. Las nubes, prosigue, tienen una gran influencia en la temperatura. “Pero cada nube influye diferentemente en el balance de la irradiación. Simular su comportamiento en un modelo numérico informático es extremadamente difícil”.

Pese a las vacilaciones, es sensato hacer previsiones, sostiene Eduardo Zorita. “Los modelos climáticos mejoran y se pueden desarrollar aún más. Lo hemos visto en el caso de la meteorología: hace veinte años disponíamos de pronósticos exactos para dos días. Hoy, podemos prever hasta seis días”.

(Traducción: Belén Couceiro)

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