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Suizo estudia cambio climático en Los Andes

Raoul Kaenzig (centro) con sus amigos Louca y Jean Claude en el Nevado del Illimani. Raoul Kaenzig

Inundaciones en Pakistán, en China; incendios en Rusia, Portugal, Grecia; terremotos en Chile, en Haití. ¿Cuánta gente se va, a dónde y por cuánto tiempo a causa de los desastres naturales?

El académico suizo Raoul Kaenzig estudia las repercusiones del cambio climático en las comunidades de Bolivia.

Las respuestas de la Naturaleza a la acción del hombre ocupa desde hace tiempo a científicos y políticos. Ya en 1990, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) señaló que los desastres causados por las alteraciones del clima podrían provocar la migración de entre 200 y 700 millones de personas para el año 2050.

Atraído por los alcances del tema, Raoul Kaenzig decidió estudiarlo en un país del Sur, concretamente en Bolivia cuya orografía guarda similitudes con la de Suiza. Para esa meta deja durante dos o tres meses sus tareas de asistente de docente en la Universidad de Neuchâtel, en la Suiza de habla francesa.

La dependencia del agua

“En mi trabajo de campo he hecho algunas entrevistas con gente de comunidades que viven en las faldas del Illimani y dependen de las aguas de este nevado”, sobre todo en periodos de sequía por la ausencia de lluvias. Este factor y la falta de tierra (las familias se multiplican y el suelo no crece) fuerzan la emigración de la gente joven hacia las ciudades de Santa Cruz o La Paz.

Kaenzig considera que la presión demográfica en las ciudades receptoras no ocasiona necesariamente impactos ecológicos graves. Pero admite que el aprovechamiento inadecuado de las aguas y la falta de tratamiento de las aguas servidas que salen de la ciudad contaminan a las que corren, por ejemplo, en el Río Choqueyapu que sirven para regar los cultivos en el valle de Río Abajo. Además de poner a prueba las estructuras sanitarias.

Si focalizamos en el tema de los glaciares, hay un deshielo, un retroceso. No obstante, las comunidades próximas no siempre dependen de los glaciares, por ejemplo de Zongo o del Huayna Potosí, porque casi un 85% de su abastecimiento de agua proviene de las lluvias. Aún así no faltan voces alarmistas que ven en el fenómeno un problema inmenso, señala.

El estudioso de Neuchâtel cree necesario realizar más estudios al respecto. El ejemplo de los glaciares le es particularmente interesante porque es la consecuencia más visible del cambio climático. “Cuando las temperaturas suben medio grado es difícil sentirlo, casi no cambia nada, pero los glaciares son indicadores de la variabilidad de la temperatura porque se puede ver que hay un deshielo y eso es uno de los impactos del cambio climático. Por eso es importante investigar este tipo de cambios”.

Parecidos, pero diferentes

Suiza y Bolivia cuentan en su orografía con montañas nevadas que, en muchos casos, albergan glaciares considerables. Más allá de esta similitud, el investigador Kaenzig precisa las diferencias: En Bolivia son glaciares tropicales y en Suiza, continentales. En ambos casos se registran retrocesos, pero “en Suiza es menos importante que en regiones tropicales. No se puede comparar la gravedad”.

El cambio climático que provoca el deshielo afecta más al sector económico, entre ellos el del turismo invernal, porque la falta de nieve obliga a crearla artificialmente, sin omitir el impacto ecológico consecuente. En Bolivia, el efecto es directo sobre las poblaciones dependientes del agua proveniente de los glaciares. “En Suiza no falta agua”, precisa Kaenzig.

Fondue en el Illimani

Lo que es el Monte Cervino para Suiza es, en cierto modo, el Illimani para la ciudad de La Paz por su vestimenta de nieve y su atracción para los montañistas (alpinistas o andinistas). Tres de ellos se unieron a Raoul Kaenzig para afrontar el desafío de cocinar “fondue” en la cumbre del nevado en el pico sur, a 6.530 metros sobre el nivel del mar.

“Fue difícil cocinar ese plato típico con queso suizo por el viento que soplaba a más de 100 km por hora, pero gracias a las carpas, el gas y el pan ‘marraqueta’ (popular en La Paz) que llevamos, conseguimos hacerlo (y saborearlo)”, cuenta a swissinfo.ch el docente de Neuchâtel.

Una experiencia grata durante el intervalo de sus indagaciones.

Migraciones forzadas por el clima

A lo largo de la historia se han producido desplazamientos de las sociedades en busca de mejores condiciones de vida. A las razones políticas, económicas y culturales se suman ahora los desastres naturales activados por las alteraciones climáticas. En el afán de sobrevivencia, las personas emprenden el éxodo.

A juicio de Raoul Kaenzig, es imprescindible ahondar el estudio de este tema para establecer si se producen emigraciones o desplazamientos temporales de las personas expulsadas por los desastres naturales.

En todo caso, el término migrante climático ganó eminencia en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, celebrada el paso mes de abril en Cochabamba, Bolivia. En aquel evento se recogieron sugerencias que seguramente serán difundidas en el marco de la próxima Cumbre Mundial sobre Cambio Climático en la Tierra, prevista para diciembre en la ciudad mexicana de Cancún.

Una declaración de intenciones para reducir los gases de efecto invernadero desde 2020; 3.000 millones de dólares de EEUU para apoyar a los países más pobres afectados por el cambio climático y la renuencia de China e India a compromisos formales en la materia fueron resultados raquíticos de la pasada Cumbre de Copenhague.

¿Cómo prevenir las catástrofes naturales? ¿Cómo debemos adaptarnos para la eventualidad de inundaciones, huracanes, sequías, desertificación, plagas y otros desastres causados por los sobresaltos del clima? Mientras no haya respuestas coherentes del mundo político, los científicos como Raoul Kaenzig seguirán buscando los caminos adecuados.

Félix Espinoza R., swissinfo.ch, La Paz

Natural de Neuchâtel, Suiza de expresión francesa.

Tiene 26 años y es doctorante en Ciencias Humanas.

Su maestría inter facultativa abordó los ámbitos de la Geografía Humana, la Sociología y la Comunicación.

Trabaja en la Universidad de Neuchâtel como asistente de docente en el departamento de Geografía.

Desde hace año y medio investiga y prepara su Doctorado sobre los impactos del cambio climático en las migraciones.

En ese afán escogió Bolivia como fuente de estudio.

Es padrino de un niño de Sorata: Dainor, de 10 años de edad. Su relación con la familia de éste y un amigo suizo radicado en esa localidad facilitan su familiaridad con el país andino. Su novia y él mantienen contactos permanentes con los padres del niño.

El trabajo de su doctorado se extenderá hasta el año 2013, porque debido a sus labores docentes en la Universidad de Neuchâtel puede permanecer en Bolivia sólo 3 a cuatro meses en cada fase de sus estudios.


Acaba de dictar una conferencia en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz y, hace poco, de superar un reto que sin duda guardará en su anecdotario: cocinar el típico plato de queso fundido a 6.539 m.s.n.m. a pesar de un viento de más de 100 kilómetros por hora.

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