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Claude Nicollier visita Chile

Cordillera de los Andes y Desierto de Atacama: Foto que Claude Nicollier tomó desde el espacio durante una misión del Endeavour Gentileza C. Nicollier

Es el único astronauta suizo que ha caminado en el espacio. El astrofísico y ex integrante de la NASA y de la Agencia Espacial Europea (ESA) acaba de guiar una visita a los observatorios Paranal y ALMA en Chile.

Siempre se sintió atraído por la música, los paisajes y la cultura latinoamericana, aunque confiesa que -por una cuestión de tiempo- conoce menos de lo que quisiera.

Claude Nicollier, el reconocido astronauta helvético que ha participado en 4 misiones espaciales -Atlantis, Endeavour, Columbia y Discovery- había visitado Chile en dos ocasiones anteriores, en 1973 y 1982, para trabajar en el centro astronómico La Silla.

Entonces quedó maravillado por la extrema claridad de los cielos del norte del país, ideales para la observación de las estrellas. También le atrajeron los paisajes desérticos: caminar entre la arena y las rocas en aquel lugar tan solitario le daba la sensación de estar pisando la Luna.

Recuerda que en una misión espacial de 1993 tomó fotografías de la Cordillera de los Andes y del desierto de Atacama. En ese momento pensó que alguna vez volvería allí. Por eso, cuando surgió la propuesta de la publicación helvética Coopzeitung, no lo pensó dos veces.

“Me preguntaron a qué lugar del mundo me gustaría viajar y llevar gente para hablar sobre astronomía y observación de los cielos. Mi elección fue Chile”, relata a swissinfo. La iniciativa se acaba de hacer realidad, con este singular proyecto turístico-astronómico y Nicollier como guía.

“Recorrimos lugares que normalmente no están abiertos para público común, como los observatorios Paranal, de ESO (Observatorio Europeo Austral) y ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array). Aproveché para conocerlos, ya que en mis viajes anteriores aún no existían. Son realmente fantásticos”, explica.

“Paranal, por ejemplo, con su Very Large Telescope (VTL) compuesto por cuatro telescopios de 8,2 metros, es un avance muy grande en la observación astronómica. En tanto, ALMA es un observatorio construido a 5 mil metros de altura, en uno de los lugares más altos y secos de la tierra (altiplano de la Cordillera de los Andes), lo que lo hace ideal para la investigación astronómica en longitudes de ondas milimétricas que, de lo contrario, serían absorbidas por la humedad atmosférica. Aquí llegan científicos de todo el mundo para usar sus modernos equipos”.

Desde el inicio, este viaje suscitó mucho interés, por lo que “repetiremos el próximo año”, reconoce. “Para mí, como astrofísico fue un placer estar ahí, y también para quienes me acompañaron”.

swissinfo.ch: Además de su carrera como astronauta en la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), usted ha desarrollado una prolífica carrera como físico y experto en robótica. Ha participando en proyectos como el Clean Space One Project.

Claude Nicollier: Sí. Mi vida siempre ha transcurrido entre la ciencia y la astronomía, me parece que ambas son complementarias.  Ahora que estoy retirado de la Agencia Espacial Europea e imparto clases de Tecnología Espacial en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), me he dedicado más a estos últimos temas.

Con mis alumnos hemos trabajado en el proyecto Clean One Space Project, que busca demostrar la importancia de remover los escombros que están flotando en el espacio. Pueden ser muy peligrosos para las futuras operaciones espaciales, pues existe el riesgo de colisiones y ya es hora de comenzar a hacernos cargo de este problema.

El proyecto contempla la creación de un grupo de satélites equipados con una especie de tentáculos capaces de capturar estos restos de artefactos que deambulan por el espacio.

swissinfo.ch: Han transcurrido más de 10 años desde su último viaje al espacio. ¿Cómo evalúa esa experiencia?

C.N.: Fue una gran experiencia, no podría decir si cambió completamente mi vida, pero es algo que la enriqueció enormemente. Pude ver cosas que muy poca gente ha logrado conocer, tuve la oportunidad de trabajar en un medio completamente diferente, un montón de experiencias formidables que me enriquecieron mucho. También logré apreciar la inmensidad del Universo y, al mismo tiempo, la fragilidad de nuestro planeta.

swissinfo.ch: ¿Cree usted que es posible la vida más allá de la Tierra?

C.N.: Estoy convencido de ello, aunque no tengo pruebas. Cuando veo las imágenes que transmite el telescopio espacial Hubble, con tantas y tantas galaxias, estrellas y planetas, para mí es imposible pensar que somos los únicos, que no hay vida en otros lugares. Sería un desperdicio de posibilidades. Es mi opinión, eso sí, que comparten muchos otros astrónomos.

swissinfo.ch: Se ha reconocido un amante de la música latinoamericana. ¿De dónde surge ese interés y cuál es su favorita?

C.N.: Siempre me he sentido tocado por la música de Latinoamérica.  A través de mi esposa (fallecida hace cinco años), que era mexicana, conocí los mariachis y me gustaron mucho esas alegres melodías. Y cuando estuve trabajando en Chile escuchábamos música andina. ¡Es una hermosa combinación ver el cielo y oír melodías andinas!

Hay una canción que me gusta especialmente: Gracias a la vida, de Violeta Parra, cantada por su hija Isabel. ¡Qué hermosa canción para tocar las estrellas! Y su letra se corresponde mucho con lo que sentí cuando viajé al espacio: la sensación de plenitud y de agradecimiento por estar vivo y  poder tener aquella maravillosa experiencia. Realmente me siento muy agradecido por eso.

Nació en Vevey, cantón de Vaud, en 1944.

Astrofísico, antiguo piloto de Swissair, piloto de prueba y astronauta, fue el primer experto no estadounidense al que la NASA concedió el grado de especialista de misión: 6.600 horas de vuelo, de las cuales 4.000 en jet y 1.020 a bordo de la nave espacial, así como 8 horas de flotación en el espacio en escafandra (traje espacial).

Su última experiencia espacial –y, a su juicio, una de las mejores- fue en 1999, con la misión al telescopio Hubble, situado a unos 600 kilómetros de la superficie de la Tierra.

“Hubble es una fantástica máquina que hace investigaciones del cielo con mucha precisión, pero a veces es necesario hacer reparaciones, instalar nuevos instrumentos o incluso evaluar la órbita del telescopio”, señala.

Para reparar el Hubble hizo una caminata espacial que duró más de ocho horas.

Ha recibido numerosas distinciones internacionales, entre ellas la Medalla de Oro Yuri Gagarin, de la Federación Aeronáutica Internacional (1994).

Actualmente, reparte su tiempo entre el proyecto Solar Impulse (avión propulsado por energía solar que en junio de este año hizo su primer viaje intercontinental), la docencia en el Politécnico de Lausana (EPFL), el Clean Space One Project y conferencias para compartir sus experiencias en sus años de investigación espacial.

Durante su paso por Chile, ofreció una charla en el Colegio Suizo de Santiago, en la que abordó la historia de los vuelos tripulados, sus 4 viajes espaciales, su rol en la reparación del Telescopio Espacial Hubble y sus consejos para el éxito de las misiones espaciales.

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