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Colomé, un proyecto social con sello suizo

Los viñedos del Grupo Hess en Colomé, un proyecto de desarrollo sustentable. swissinfo.ch

Fundada en 1831 en los desérticos valles calchaquíes, la Bodega y Estancia Colomé impulsa un proyecto social que le ha devuelto a un pueblo las ganas de mirar al futuro.

El matrimonio Hess y los habitantes del lugar han redescubierto la esperanza. “Ahora la gente no se va; viene”, aseguran.

Conocer el mundo del vino es todo un desafío, más aún, si ese mundo lleva en una mano arte y en la otra, uno de los proyectos sociales y ecológicos más interesantes que se vienen realizando en el norte argentino.

Un enorme desafío

Donald Hess llegó a la Argentina de vacaciones y, casi por casualidad, mientras andaba en busca de tierras cultivables para “vinos rojos”, descubrió la Bodega Colomé.

La finca de 39.000 hectáreas tenía vida propia, pueblo propio, cultura propia… y la típica pobreza de las tierras rurales norteñas del país, donde la desocupación y el aislamiento son una traba para el desarrollo.

Cuando Hess decidió adquirir Colomé, fue conciente de que tenía un desafío titánico por delante. Zona de terratenientes malacostumbrados, la explotación era moneda corriente hasta su llegada, y sus habitantes, muchos trabajadores de la bodega, nunca habían cobrado salario en dinero. Todo era en especias…

Sabiendo de la generosidad de esas montañas, y ya convencidos de que se podía llevar adelante un plan de desarrollo económico y social, el Hess Group Switzerland compró la propiedad en febrero de 2001.

En menos de 2 años, el grupo planificó e invirtió en una nueva infraestructura que incluye una sofisticada estación de energía con una turbina de agua que produce su propia electricidad, un gran depósito de agua de 30.000 m³, una pequeña bodega, edificios de agricultura y viñedo y un hotel estancia de alta categoría.

Una meta: Mejorar la calidad de vida

Más de 400 personas viven en el pueblo de Colomé. Y a la llegada de la nueva administración de la bodega, estaban muy lejos de acceder siquiera a una línea telefónica o a una heladera. Y hasta tener caminos transitables era un lujo.

Con el espíritu de poder contribuir a mejorar la calidad de vida de los pobladores, Hess levantó una iglesia y colaboró con la escuela del pueblo.

También hizo un centro comunitario multifuncional –o Salón Comunitario- con un negocio que provee a los habitantes de mercancías y evita el abuso de los vendedores de insumos que llegan a la zona, un horno de adobe para hornear pan, una sala de reunión con una pequeña cantina para las fiestas de los habitantes de Colomé, baños y un teléfono público.

El secreto es la comunicación

Sin electricidad y sin recursos, la vida de los pobladores estaba totalmente limitada. “Cuando llegamos la gente no tenía siquiera para comprar velas y se alimentaba con los pocos productos que le ofrecían los vendedores ambulantes”, asegura Constanza Bearzi (conocida por todos como Cony), una de las responsables de Colomé desde la asunción del Hess Group.

Ella, junto con su compañera suiza Beatrice Moeckli, han sido las encargadas de realizar el censo del pueblo y quienes seleccionaron y formaron a los empleados, al tiempo que oficiaron –además de sus tareas empresariales- de nexo entre los Hess y la comunidad.

“Algo en que nos fijamos fue que tratamos de darle trabajo por lo menos a un miembro por familia”, dice Beatrice. Explica que las estructuras de las familias son con varios hijos, por lo que la cantidad de gente que emplean cubre bastante esta meta.

“Para los Hess lo importante es darles todas las herramientas para que trabajen y progresen. Ellos no regalan nada pero les ponen en las manos la oportunidad para que se desarrollen”, cuenta Cony y ejemplifica:

“Donald Hess logra comunicarse con la gente. Su sinceridad te da seguridad. Me acuerdo cuando les propuso hacer el salón comunitario y les dijo que ellos iban a tener que colaborar para construirlo, el día que empezamos estaba lleno de gente de todas las edades, muchos que ni siquiera eran empleados nuestros, colaborando sin cesar, haciendo cientos de ladrillos de adobe. Eso fue emocionante”

Ahora, un pueblo que ve el futuro

Hoy, alrededor de 120 personas trabajan en la estructura de Colomé, tienen beneficios sociales, cobran un salario y se capacitan permanentemente. Terminó el éxodo de las épocas anteriores y, por el contrario, muchos de los lugareños que se fueron a la capital o a otros pueblos en busca de trabajo, están regresando.

Liliana Velásquez, es muy tímida. Nació en Colomé y vive con sus 11 hermanos y sus padres en el pueblo. Tiene 24 años pero parece aún más joven.

Cuenta que había emigrado a la capital salteña a los 17 años para trabajar, pero enterada de que la bodega había cambiado de dueños y estaba tomando gente, volvió con su familia y se postuló para emplearse en los viñedos, ayudando a su padre en las cosechas.

“Mientras estaba en las viñas me dijeron acá si quería trabajar en el hotel, porque necesitaban una chica para el restaurante, y me vine. Me gusta el trabajo, soy moza y a veces ayudo en la cocina. Para mi este lugar va a seguir creciendo y el pueblo va a estar mejor. Ahora la gente no se va; viene”.

”Vivimos mejor”

Adriana Chocobar tiene 27 años y también trabaja en Colomé desde hace casi 2 años. Menos tímida que Liliana, cuenta que tiene tres hijos y que empezó trabajando en la casa de empleados hasta que la pasaron para el hotel:

“Mi marido, José Cruz, también trabaja acá, en los viñedos. Antes acá no había trabajo. Ahora somos bastantes personas porque nos respetan el trabajo, hacemos más cosas, me enseñan cosas. Antes nos pagaban cada tres meses, ahora cobramos como corresponde y nos respetan todo”.

“Antes quería irme del pueblo; ahora me dan ganas de quedarme acá porque tenemos trabajo y vivimos mejor”, asegura.

Sin dudas, para los habitantes de este pueblo salteño, incrustado en el corazón de los Valles Calchaquíes, la llegada del Hess Group Switzerland, marcó un antes y un después en sus vidas:

“La llegada de los Hess les cambió la vida cien por cien. Ahora viven y tienen expectativas. Antes apenas sobrevivían…”, concluye Cony.

swissinfo, Norma Domínguez, Buenos Aires

Ubicada en los Andes del Norte argentino, rodeada de viñedos y flores de cardos, donde el clima siempre es cálido y la paz puede respirarse, se encuentra la Estancia-Hotel Colomé.

Hacer el mejor vino argentino en el viñedo más alto del mundo y mejorar la calidad de vida de la gente del pueblo donde funciona Colomé, son parte de los desafíos del empresario suizo Donald Hess.

Donald Hess llegó a la Argentina de vacaciones y, casi por casualidad, mientras andaba en busca de tierras cultivables para “vinos rojos”, descubrió la Bodega Colomé.

La finca de 39.000 hectáreas tenía vida propia, pueblo propio, cultura propia… y la típica pobreza de las tierras rurales norteñas del país, donde la desocupación y el aislamiento son una traba para el desarrollo.

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