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Comercio justo: de los alimentos a la moda

Jovenes estilistas, como Nina Raeber de Lausana, se adentran en la moda ética. (Bild: coll.part)

Suiza es líder en el comercio justo. Después del éxito de los plátanos, las flores y el café certificados, ahora se comercializan productos de algodón y de moda.

Pero para consolidar esta tendencia, se necesita ganar una clientela adepta y crear un mercado competitivo.

Al comprar productos de comercio justo se contribuye a reducir las desigualdades entre los países ricos y pobres, asegurando unos ingresos a los productores, así como condiciones de trabajo decentes y respetuosas del medio ambiente. Hoy se ha popularizado esta idea, en sus comienzos visionaria..

Cada vez más productos salen de las tiendas tercermundistas y se hacen un hueco en los grandes almacenes. Boutiques, centros comerciales, distribuidores, minoristas, diseñadores están volcados en concebir nuevos artículos certificados, pero más ‘a la moda’.

De los plátanos a las camisetas

Esta tendencia responde a una demanda de los consumidores suizos que bate todos los récords. La Fundación Max Havelaar, con sede en Basilea, registró una cifra de negocios de 210 millones de francos en el año 2004.

Los plátanos con sello del comercio justo son el producto estrella y representan el 47% de las ventas. El negocio del café y las flores certificadas va viento en popa, por lo que el año pasado la Fundación Max Havelaar se lanzó a comercializar productos textiles fabricados con algodón africano y asiático.

En este segmento las cosas son más complicadas, confiesa Didier Deriaz, de Max Havelaar: “Es fácil verificar que se respeten nuestros criterios en la producción. Pero en el caso de los productos transformados, hay que asegurarse de que se respeten en cada eslabón de la cadena de producción”.

Switcher, Manor, Migros, Helvetas y Balsiger Textil son los distribuidores de las camisetas certificadas en Suiza.

Motivación de los grandes distribuidores

Switcher, comprometida desde 1981 en brindar condiciones dignas a los trabajadores y proteger el medio ambiente, ha vendido 25.000 camisetas de comercio justo. El grupo suizo ha diseñado dos nuevas colecciones para esta primavera y el próximo verano.

“Es extraordinario ver la motivación de los grandes distribuidores”, se felicita Daniel Ruefenacht, de Switcher.

El fenómeno se ha extendido a los grandes grupos de la moda como el francés Vuitton o los estadounidenses Nike y Gap, que hablan de ‘responsabilidad social’ o ‘compromiso a favor del medio ambiente’.

La organización NiceFutur.com anuncia un desfile de moda, al igual que Switcher. El otoño pasado, la segunda edición del ‘Ethical Fashion Show’ se celebró en París, al margen de los salones de la alta costura, para “defender una moda solidaria y responsable, y demostrar que el desarrollo sostenible es la próxima tendencia de la moda”.

Equitativos y modernos

Laurent Mercier, mejor costurero suizo y antiguo alumno de Jean-Paul Gaultier en París, prepara una línea de ropa concebida según estos criterios, a petición de la asociación H-50 para el desarrollo sostenible, de la que es miembro.

“Para mí es una oportunidad poder proponer algo más equitativo, sin por ello sacrificar lo moderno y que gusten”, dice de NiceFutur.com.

“El ‘quid’ de la cuestión es que gusten. Ofrecer productos aceptables para ganar clientes, como ya se ha conseguido en el ámbito de la alimentación, para que apoyen la moda ética. Según Daniel Ruefenacht, “el consumidor sólo elige un artículo si le gusta”.

Desprenderse de una imagen estereotipadas

Nina Raeber, creadora de accesorios certificados, lo confirma: “La gente va a las ‘tiendas del mundo’ por militantismo y no, en primer lugar, para encontrar artículos que le gusten. Hay que desprenderse de esa imagen un poco anticuada y fabricar otros artículos capaces de conquistar a una clientela incondicional.

Pese a ello, los adolescentes no son adeptos de los ‘básicos’ de Switcher que, sin embargo, responden a los criterios estéticos “en boga aquí”.

Daniel Ruefenacht no lo desmiente: “La moda ‘desechable’ de las grandes cadenas de ‘prêt à porter’ es más sexy, es verdad, pero no es nuestro estilo. Nuestros productos son piezas estándar y esos adolescentes se sumarán tarde o temprano a nuestros clientes que tienen entre 25 y 50 años”, explica a swissinfo.

Otros productos

Max Havelaar se dispone a comercializar otros productos (juguetes, calzado) el día en que hay una demanda suficiente por parte de los distribuidores, indica Didier Deriaz.

En Lausana, la boutique ‘Les Soeurs Boa’ sólo vende creaciones con el sello del comercio justo. “Los objetos bonitos eran muchas veces objetos de lujo con una historia no muy relumbrante”, declara Michel Gofard.

Su boutique vende creaciones (alhajas, accesorios, calzado, vajilla) que, sin ser lujosas ni folclóricas, son “productos bonitos fabricados con criterios que respetan el medio ambiente y la gente, y cuyo precio es accesible”.

Su sueño es certificar una crema producida con las segregaciones de un caracol que contiene sustancias complejas, ya sintetizadas por la cosmética, pero en el estado natural y sin agentes alergénicos.

“Las campesinas chilenas se frotaban la cara con esos caracoles para cuidar la piel”, explica el comerciante que anuncia una nueva marca.

Industria equitativa

Finalmente, para que ese segmento se haga un hueco en el mercado, hay que aumentar masivamente la producción. “Actualmente no existe un mercado equitativo. Este es meramente teórico, así que queda todo por hacer”, anota Daniel Ruefenacht.

Crear una producción industrial y una distribución: “No soy una ONG y, si quiero ganarme la vida con mis creaciones, tengo que aumentar las ventas sin violar mis criterios”, afirma Nina Raeber.

No olvidemos que este mercado no representa más del 0,01% del comercio mundial… Y para mejorar las condiciones de vida de un campesino africano, asiático o sudamericano, se necesitan proporciones mayores.

swissinfo, Isabelle Eichenberger
(Traducción del francés: Belén Couceiro)

El año pasado la cuota de mercado de los plátanos Max Havelaar en Suiza fue del 47%.

Switcher vendió 7 millones de textiles en el 2005, uno por habitante.

El suizo gasta 22 francos al año en productos del comercio justo; el francés 6 francos.

El comercio justo representa el 0,01% del total de los intercambios comerciales mundiales que representan 11.421 millones de francos.

Varias ONG suizas – Pan para el Prójimo, Caritas, Acción Cuaresma, Ayuda Protestante, Helvetas y Swissaid – crearon en 1992 la sección suiza de Max Havelaar, siguiendo el modelo de la fundación holandesa homónima, que nació en 1988.

La fundación otorga un certificado a los productos de regiones desfavorecidas, fabricados de acuerdo a los criterios sociales y ecológicos, y comercializados respetando los mismos criterios.

Los certificados cumplen los estándares internacionales del FLO (Fairtrade Labelling Organisations Internacional).

En el 2005, la cifra de negocios de Max Havelaar fue de 210 millones de francos.

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