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Coreógrafo suizo compone musical sobre la vida de Nijinski

La fascinante y dramática historia del legendario bailarín ruso Vaslav Nijinski, quien marcó una época en el ballet clásico a comienzos del siglo XX, será tema de un interesante musical compuesto y dirigido por el coreógrafo suizo Jürg Burth en Berlín.

Burth, director artístico del Theater des Westens de Berlín -templo lírico en el que cantaran en el siglo pasado Enrico Caruso, María Callas y Marlene Dietrich y hoy consagrado a las comedias musicales- estrenará la pieza en abril de 2002, según anunció en una entrevista con swissinfo.

Nijinski, nacido en Kiev en 1889 y fallecido en 1950, tras padecer una enfermedad mental, se había casado en 1913 en Buenos Aires (Argentina) con la condesa Romola de Pulszky-Lubocy-Cselfalva.

La idea es “mostrar a los espectadores el fenómeno del bailarín Nijinski, el genio que no pertenecía a nadie y del que todos querían apropiarse”, afirmó el coreógrafo y director helvético.

Burth, natural de Zúrich, estudió danza en Cannes (Francia) y después en Nueva York, con Martha Graham y en la Juilliard School. Fue coreógrafo de las óperas de Zúrich, Basilea y Colonia (Alemania), donde fundó el Tanz Forum, y de diversas compañías neoyorquinas; actualmente trabaja también para el Ballet Nacional de Amsterdam y la Opera de Viena.

Nijinski, formado en la Escuela Imperial de Danza de San Petersburgo y figura principal del Teatro Mariinsky en 1907, se unió dos años más tarde en París a la compañía de Serge Diáguilev, quien fue su agente, amigo y amante. En el teatro Mariinsky, Nijinski había sido compañero de tres grandes bailarinas de la época, entre ellas la legendaria Anna Pavlovna Pavlova.

El debut de Nijinski el 17 de mayo de 1909 en el Théâtre du Châtelet cautivó a París. La expresión y belleza de su figura, la fuerza y agilidad de sus saltos y giros, su virtuosismo e interpretación dramática lo convirtieron en un genio del ballet de la época.

Entre 1907 y 1912 trabajó con el coreógrafo jefe de la compañía, Michel Fokine, quien creó para él ‘Le Carnaval’, ‘Les Sylphides’ (una revisión de ‘Chopiniana’), ‘Le spectre de la rose’, ‘Schéhérezade’ y ‘Petrushka’, entre otras célebres piezas.

A partir de 1912 el consagrado bailarín comenzó su carrera como coreógrafo y concibió para los Ballets Rusos de Diáguilev ‘L’Après-midi d’un faune, ‘Jeux’ y ‘Le Sacre du printemps’, así como ‘Till Eulenspiegel’, producido en Estados Unidos, sin la supervisión del mecenas y organizador de espectáculos ruso.

Nijinski, “quien era en realidad bisexual, se enamoró de la que sería su esposa” en 1913, en Buenos Aires (Argentina), durante la primera gira por América del Sur, durante la que no viajó Diáguilev.

Sin embargo, en la versión de Burth el agente artístico ruso y amante de Nijinski participa en la gira y sorprende al bailarín con Romola, la condesa Pulszky-Lubocy-Cselfalva, y lo despide de la compañía.


“Todos querían recibir algo del genio que era Nijinski, él mismo es el bailarín en el sentido de una metáfora”, afirmó Burth. “Nijinski quiere a todos, pero los demás no pueden hacer nada con ese cariño, porque el amor es posesivo”.

La música de la pieza, inspirada en obras de los compositores rusos Piotr Chaikovski y Serguéi Rajmáninov, será compuesta por el alemán Niclas Ramdohr, quien ya ha colaborado con Burth en la musicalización de la revista ‘Revue Berlin’, que dirige el coreógrafo suizo con singular éxito en el teatro ‘Friedrichstadtpalast’ de la capital de Alemania.

Durante parte de la Guerra Grande y de la Segunda Guerra Mundial, “el Dios de la danza”, como se le llamaba por aquel entonces a Nijinski, fue internado en Hungría, por ser súbdito ruso, y en 1919 se retiró de los escenarios, tras sufrir una crisis nerviosa, que los médicos diagnosticaron como esquizofrenia. Hasta su muerte en 1950 el ex bailarín y coreógrafo vivió en Suiza, Francia e Inglaterra.

“Creo que detrás de la figura de este famoso y genial bailarín encontraré una historia fascinante y atemporal, también para el público actual, sobre la utopía de la bisexualidad”, señaló Burth, consciente de que “recién ahora, casi un siglo después de haber bailado, comienza a comprenderse la enorme importancia que tuvo esta figura pionera de la danza clásica europea”.

Juan Carlos Tellechea, Berlín

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