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Crean grupo de trabajo Suiza-UE

Doris Leuthard y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, el lunes en Bruselas. Keystone

Los presidentes del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y de la Confederación Suiza, Doris Leuthard, dieron la víspera, en Bruselas, un paso significativo para rediseñar las relaciones bilaterales entre Suiza y la Unión Europea.

Reconocieron la imperiosa necesidad de dar una nueva dimensión a las relaciones institucionales entre Berna y la Unión Europea (UE) para rescatarlas de la rutina.

“La Unión está convencida de la necesidad de desarrollar sus relaciones con Suiza sobre bases legales y políticas sólidas”, dijo Herman Van Rompuy. “Llegó el momento de dar un nuevo impulso a nuestra cooperación y de explorar la posibilidad de un marco institucional horizontal”, dijo José Barroso, al anunciar la creación de un “grupo de trabajo conjunto” en el tema.

No se trata de una imposición de la Comisión, sino de una decisión adoptada conjuntamente, precisó de inmediato Leuthard, quien agregó que “los resultados iniciales” de esta reflexión se darán a conocer en diciembre. En el encuentro también propuso a sus interlocutores efectuar una vez por año reuniones a alto nivel entre Suiza y la UE a las que, en opinión de Berna, deben estar asociados los parlamentos suizo y europeo.

Una vieja historia

La posibilidad de negociar un “acuerdo marco” entre Suiza y la UE había sido recibida con beneplácito en diciembre de 2008 por los ministros de Relaciones Exteriores de los Veintisiete, que habían decidido analizar de nueva cuenta sus relaciones con Suiza, articuladas actualmente alrededor de un conjunto, difícil de manejar, de más de 120 acuerdos bilaterales sectoriales.

En particular, habían acordado que en adelante, la conclusión de nuevos acuerdos bilaterales -en el ámbito de la electricidad, agricultura, etc- sería sometida a dos condiciones principales: la aceptación por parte de Suiza de la legislación y la jurisprudencia europeas vigentes; la creación de mecanismos que permitan por una parte adaptar los acuerdos a los cambios en la reglamentación y en la jurisprudencia comunitaria; en segundo lugar, garantizar una interpretación y una aplicación homogénea del Derecho europeo.

Doris Leuthard, sin embargo, estableció los límites del ejercicio. “Vamos a reflexionar en todas las direcciones sobre cómo podemos simplificar los procedimientos, pero a partir de dos principios: el respeto a la soberanía y el funcionamiento de las instituciones existentes”.

Para Suiza, no es cuestión de alinearse automáticamente a las normas de la UE, de dejar a la Comisión la tarea de supervisar la correcta aplicación de los acuerdos, de plegarse a las órdenes de la Corte de Justicia de la UE o de renunciar a sus prácticas de referéndum. Exige también estar estrechamente asociada a los procesos de toma de decisiones de la Unión.

En este contexto, algunos sugieren aprovechar la capacidad institucional del Espacio Económico Europeo, que incluye a los Veintisiete, Noruega, Liechtenstein e Islandia. Los tres países tienen su propia autoridad de control y la Corte de Justicia (presidida por un suizo, Carl Baudenbacher).

Más allá de esta cuestión que se convirtió en existencial para el desarrollo de las relaciones entre Suiza y la UE, Leuthard también abordó problemas específicos con sus interlocutores. Además de Herman Van Rompuy y José Barroso, la mandataria helvética se reunió con los comisionados para el mercado interior Michel Barnier, y la fiscalidad, Algirdas Semeta.

Rubik puesto en la picota

José Barroso, y Algirdas Semeta pusieron en la picota el proyecto de Rubik que fue desarrollado en Suiza con el fin de preservar el secreto bancario y bajo el cual, corresponderá a las instituciones financieras recoger, de forma anónima, una retención en origen sobre todos los rendimientos del ahorro percibidos por las personas no residentes en Suiza, cuyo monto sería devuelto luego al país de origen del inversionista .

“Nuestro objetivo es generalizar el intercambio automático de información. La retención en la fuente prevista por Rubik no es compatible con este objetivo”, dijo José Barroso claramente. Respuesta de Doris Leuthard, quien espera lograr sus fines Estado por Estado, dando la vuelta a la UE como tal: “Hasta nuevo aviso, el paso al intercambio automático de información es completamente inaceptable” para Berna, que teme una fuga de capitales a Hong Kong y Singapur.

El gobierno suizo alimenta también “interrogantes” sobre otro proyecto de la Unión, el de ampliar a Suiza el código de conducta de los Veintisiete sobre fiscalidad de las empresas. “¿Por qué un código interno de la Unión debería ser aplicable en Suiza?”, se preguntó Leuthard.

Tanguy Verhoosel, Bruselas, swissinfo.ch
(Traducción: Marcela Águila-Rubín)

Ejemplo. El lunes en Bruselas, la presidenta de la Confederación, Doris Leuthard, invitó a los países de la Unión Europea a tomar ejemplo de Suiza en materia de disciplina presupuestaria.

Interés. Doris Leuthard explicó que Suiza tenía un interés en la recuperación económica de la UE, aunque el país no forme parte. “Somos solidarios, queremos una Europa fuerte, económicamente creíble”, dijo en una rueda de prensa junto al presidente de la UE, Herman Van Rompuy.

Maastricht. “Suiza tiene un nivel de deuda del 39% del PIB, nosotros cumpliríamos los criterios de Maastricht, si existieran todavía”, añadió en un tono irónico. Los criterios de Maastricht son aquellos que los países candidatos a la entrada en la zona euro debían respetar, especialmente en materia de limitación del déficit público nacional anual (no más del 3% del PIB) y el control de la deuda pública (limitada al 60% del PIB).

Crisis. Estos últimos criterios son también los que los países miembros de la UE y de la zona euro deben respetar en el marco del pacto de estabilidad. El pacto ha volado en pedazos con la crisis financiera y económica en Europa. La casi totalidad de los países de la UE, 24 de 27, son objeto ahora de procedimientos por déficit excesivo.

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