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La tormenta griega suma presiones al franco

La cita con las urnas del 17 de junio determinará la permanencia o no de Grecia en el euro. Keystone

Ante los crecientes temores de que Grecia abandone la zona euro, los exportadores y el banco central de Suiza permanecen en alerta sobre una nueva potencial apreciación del franco. El panorama se complica aún más con la fragilidad de España.

En el Gobierno y el Banco Nacional Suizo (BNS), un grupo de expertos trabaja ya en posibles caminos para frenar una nueva escalada del franco frente al euro. Esto ha desatado rumores en torno a una eventual aplicación de un impuesto sobre depósitos extranjeros o un relajamiento del tipo de cambio mínimo (actualmente ubicado en un mínimo de 1,20 francos por euro).

“Durante las últimas semanas, la situación ha empeorado y es cada vez más incierta”, reconoció el gobernador del BNS, Thomas Jordan, en la más reciente edición del dominical SonntagsZeitung. Jordan forma parte del grupo de trabajo, pero declinó comentar las medidas que analizan. Sin embargo, reiteró el compromiso del BNS de defender un tipo de cambio mínimo.

Los griegos elegirán un nuevo gobierno el próximo 17 de junio, una cita que puede ser determinante para el futuro de su moneda. Regresar al dracma expondría a los bancos europeos a incrementar sus pérdidas con respecto a las deudas griegas y aumentaría también el pánico en otras economías.

En mayo, se conoció que la Unión Europea (UE) había iniciado conversaciones con algunos de sus países miembros para determinar cómo enfrentarían la contingencia de una potencial salida de Grecia del euro. En este escenario, el franco suizo volvería a operar de inmediato como moneda refugio para los inversores, y pondría a prueba la capacidad del BNS de defender el techo que impuso al tipo de cambio franco-euro.

“Si Grecia abandona el euro, entonces esperaríamos una mayor depreciación de la divisa europea”, señala a swissinfo.ch Janwillem Acket, economista jefe del banco Julius Bär. “Y el BNS se vería forzado a actuar con una gran energía para disuadir a los especuladores de atacar su política”.

Experiencia histórica

En 2011, el BNS destinó 17.800 millones de francos suizos (18.600 millones de dólares) a defender el tipo de cambio mínimo que fijó. Si los problemas de Grecia siguen en ascenso, el banco central se vería obligado a una compra masiva de euros.

Suiza correría el riesgo de registrar una inflación galopante como la que experimentó en los años 1980, cuando el BNS actúo de forma similar, fijando el valor del franco frente al marco alemán.

Hoy, pese a los llamados de la industria y los sindicatos para que el BNS devalúe el franco, varios observadores estiman que los riesgos de inflación presionarán al banco central a fijar un nuevo tipo de cambio mínimo en el que el franco sería más fuerte frente al euro que en la actualidad.

La experiencia histórica también arroja luz sobre la eficacia de los impuestos aplicables a depósitos foráneos. Un gravamen de este tipo se aplicó, sin éxito, en los años 1970, cuando Suiza luchaba contra la debilidad del marco frente a su moneda nacional.

Posiblemente algunos inversores aceptarían pagar un impuesto para refugiarse en el santuario seguro que constituye el franco, con objeto de preservar sus fortunas de la erosión. Pero ningún gravamen será capaz de evitar que los inversores abran cuentas denominadas en francos en otras plazas financieras.

Fuerzas externas

Según Daniel Kalt, economista jefe de la división de UBS Wealth Management, por el momento la salida de Grecia del euro no es una realidad concreta. Pero afirma que, de verificarse, la UE tendría que prevenir los riesgos de contagio a otras economías meridionales de la UE.

“La salida de Grecia del euro podría provocar una retirada masiva de depósitos e incluso que otros países periféricos abandonen la moneda única”, explica Kalt a swissinfo.ch. “Y se requeriría una acción contundente por parte de los políticos europeos para prevenir un contagio”.

La reacción de la UE ante los desafíos que pueda imponer Grecia podría perfilarse durante la próxima cumbre europea prevista para  finales de junio.

“Es previsible una gran tensión en los mercados financieros durante las dos últimas semanas de junio. Y éste podría ser un periodo muy difícil para el BNS si no se encuentran soluciones para Grecia”, refiere Acket.

Consecuencias indirectas

Grecia no representa un gran riesgo directo para Suiza. Del total de activos extranjeros que administra la plaza financiera helvética (1,4 billones de francos), solo 2.370 millones están vinculados a Grecia.

En materia de comercio exterior el riesgo tampoco es importante. En 2010, las exportaciones suizas de material electrónico y maquinaria de construcción a Grecia representaban 1.000 millones de francos de los 68.500 millones que exportó Suiza al mundo, según datos de la patronal Swissmem.

Sin embargo, una mayor presión sobre el franco podría significar un desastre para los exportadores helvéticos que, en muchos casos, se manejan ya con márgenes de ganancia peligrosamente bajos, debido a que sus productos se han encarecido repentinamente en su principal mercado: la UE.

Grecia, España y Portugal

Las opiniones están divididas a partes iguales con respecto a si Grecia permanece o deja la zona euro. Daniel Kalt, del UBS, cree que este abatido país se mantendrá quieto e intentará renegociar sus deudas.

Sin embargo, aún cuando la deuda griega desapareciera de un plumazo, el franco suizo seguiría enfrentando fuertes presiones derivadas de otros países del sur del continente, como España y Portugal, que también sufren severos problemas de endeudamiento.

“Portugal necesitará un segundo rescate el año próximo y el gran problema ahora es España, cuyo sector bancario está sometido a un gran estrés. Aún hay mucho camino por andar antes de resolver la crisis entera”, señala a swisisnfo.ch.

España, el consejo de administración de BFA-Bankia –el cuarto banco más importante del país y el más golpeado por el estallido de la crisis inmobiliaria– solicitó el pasado viernes al gobierno un rescate adicional de 19.000 millones de euros para recapitalizarse.

Este monto se sumaría al crédito por 4.650 millones de euros que recibió el año pasado. El anuncio llega en un momento en el que Madrid lo tiene cuesta arriba para financiarse en los mercados internacionales.

España es otra de las economías de la eurozona que camina sobre la cuerda floja.

Su su lista de pendientes incluye un sistema financiero frágil, un desempleo que afecta al 49% de los jóvenes menores de 25 años, una economía que ha perdido competitividad a escala internacional y un draconiano programa de austeridad en el gasto público.

Uno de los temas más urgentes es el rescate de BFA-Bankia. El cuarto banco español solicitó el pasado viernes (24.05) al gobierno una capitalización histórica por 23.650 millones de euros (4.650 millones otorgados el año pasado y 19.000 millones adicionales).

Tras el anuncio, la agencia calificadora Standard & Poor’s rebajó la calificación de la entidad bancaria y colocó su papel en la clasificación de bonos basura.

Una suma de información que fue mal recibida por los mercados financieros. El lunes pasado, la acción de Bankia se desplomaba un 28% al inicio de la jornada y acumula ya pérdidas superiores al 60% desde que debutó en el mercado en el verano de 2011.

Grecia es el enfermo más grave de Europa con un nivel de deuda que no podrá pagar sin la ayuda de Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Muchos años de gasto público desenfrenado e ingresos fiscales insuficientes explican su situación. El país se halla entre la espada y la pared desde que la crisis financiera global secó el mercado del crédito barato en el mundo.

Durante los últimos dos años, Grecia se ha visto obligada a aceptar un rescate por 240.000 millones de euros (288.000 millones de francos), préstamo vinculado al cumplimiento de un estricto programa de austeridad, recortes de empleos públicos y de salarios.

Las elecciones del pasado 6 de mayo no arrojaron un claro liderazgo. Varios intentos para formar una coalición fracasaron.

El 17 de junio se celebran nuevos comicios que podrían desencadenar la salida de Grecia de la zona euro. Es un escenario que comienzan a analizar los vecinos de la UE, las empresas y los bancos.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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