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Cuando “Yugo” suscitaba respeto

Keystone

Los inmigrantes procedentes de los Balcanes constituyen un grupo numeroso y heterogéneo. Para muchos de ellos la integración se realiza con dificultad.

Aunque en el pasado fueron apreciados por la diligencia en el trabajo, su imagen fue parcialmente deteriorada por algunos malos elementos infiltrados entre los inmigrantes.

Con frecuencia se habla de ellos, pero en tono acusador. Están juntos en un mismo grupo, pero cada uno tiene raíces y trayectorias diferentes. Muchos llegaron a Suiza hace bastante tiempo. Sin embargo, aún son considerados como huéspedes indeseables.

Una gran parte de los inmigrantes de los Balcanes no están reunidos en Suiza por azar. Fuimos a buscarlos. Se trata de los inmigrantes de la ex Yugoslavia que con 370.000 personas representan actualmente la comunidad extranjera más importante de Suiza.

Además, desde hace tres años son los más activos en el frente de las naturalizaciones. Una tercera parte de los nuevos pasaportes suizos han sido para ellos.

Llegan los “Yugos”

Serbo-montenegrinos, kosovaros, croatas, bosnios, macedonios y eslovenos: son numerosas las nacionalidades que a pesar del desmoronamiento de la República de Yugoslavia son reagrupados bajo la denominación única de “Yugos”.

Es un término frecuente, pero deliberadamente asociado a la imagen de una persona que se refugia en Suiza solamente para beneficiarse de la prosperidad del país. Sin embargo, el término no siempre ha tenido un carácter despectivo.

Dejan Mikic, zuriqués de origen serbio, llegado a Suiza en 1967, recuerda que al comienzo de los años ochenta los periódicos titulaban: “Llegan los Yugos” cuando anunciaban, con temor reverencial, la llegada de un reputado equipo de básquetbol.

Trabajadores asiduos y solidarios

Favorecida por un acuerdo firmado por Berna y Belgrado en 1965, la inmigración de los Balcanes trajo a Suiza inicialmente ingenieros, médicos y dentistas de alto nivel.

Casi al inicio, este flujo de especialistas fue acompañado por una inmigración de trabajadores temporeros. La decisión de algunas empresas suizas de reclutar mano de obra de la misma región resultó ser adecuada. El trabajo se realizaba de modo eficiente y disciplinado gracias a la solidaridad y a la ayuda recíproca entre coterráneos.

Si alguien trabajaba mal eran los propios miembros del grupo quienes se encargaban de repatriarlo a la aldea de origen. No querían lastimar la reputación frente al patrón.

Huir de la guerra

El marco de la situación cambió fundamentalmente después de la muerte del Mariscal Tito, en 1980. De hecho el agravamiento de las condiciones socio-económicas estimuló a muchas personas de las clases menos favorecidas a buscar una alternativa en el exterior.

La mano de obra poco calificada y con escasa formación se concentró principalmente en el sector de la construcción. (Por ejemplo, sólo el sector de las obras públicas reclutó más de 40.000 personas provenientes de Kosovo). También encontraron trabajo en la industria, la restauración y en menor medida en la agricultura.

El estallido de la Guerra de los Balcanes en 1991 empeoró más tarde las cosas, como explica a swissinfo Philippe Wanner, director del Foro suizo para el Estudio de las Migraciones (FSM). “La estructura socio-demográfica de los inmigrantes cambió. Si al comienzo los expatriados estaban representados sólo por trabajadores, después de la guerra llegaron a Suiza familias enteras y refugiados”.

Pocos para arruinar una imagen

La decisión del Consejo Federal (gobierno suizo) de no incluir a la ex Yugoslavia entre los países tradicionales de “reclutamiento de mano de obra extranjera”(política de los tres círculos), cerrando de hecho los ojos a 25 años de inmigración organizada, resultó ser poco eficaz.

Los reagrupamientos familiares continuaron y la población balcánica en Suiza creció (casi 200.000 nuevos arribos en diez años) pero ya estos inmigrantes no eran bienvenidos.

“En efecto, entre los refugiados que llegaron a Suiza se habían infiltrado también traficantes de droga y personas ligadas a las mafias locales”, señala Wanner.

Algunos pocos intrusos contribuyeron a lastimar la imagen de los inmigrantes de la ex Yugoslavia que ya no son considerados como intelectuales o buenos trabajadores, sino como criminales.

No hacer amalgamas

Cuando se consultan las estadísticas sobre la criminalidad los inmigrantes de los Balcanes están efectivamente sobre-representados. Un estudio suizo publicado en este sentido muestra que considerando el total de los extranjeros condenados por las autoridades, el porcentaje de ex yugoslavos pasó del 20%, en 1991, al 28% en 1998. Pero las cifras no dicen todo.

En primer lugar, los profesionales del crimen pertenecientes a las redes mafiosas de origen albanés representan solamente una pequeña minoría de los 200.000 residentes de lengua albanesa en Suiza.

En segundo lugar es necesario tener en cuenta que en el origen de los comportamientos deplorables hay con frecuencia una situación social difícil. “Además de las experiencias personales de los ex yugoslavos, a menudo difícil de interiorizar, es importante considerar que la sociedad de acogida desempeña un rol fundamental”, dice Janine Dahinden.

La colaboradora del FSM recuerda en este sentido que los sentimientos de discriminación y racismo siempre están presentes. En su opinión se debe principalmente a la sociedad de acogida el hecho de no poder integrar a estas personas. Esto, a pesar de que una de entre cada cinco personas de origen balcánico haya nacido justamente en Suiza.

Ex yugoslavos de hoy, italianos de ayer

Una notoria discriminación de los ex yugoslavos se puede ver sobre todo en el mundo del trabajo y en el ámbito escolar. Según los resultados de algunas encuestas tener un nombre albanés es suficiente para limitar considerablemente las posibilidades de encontrar un empleo, incluso con calificaciones idénticas a las de un ciudadano suizo.

De este modo, los inmigrantes de la ex Yugoslavia viven las mismas dificultades sufridas en el pasado por los italianos.

Sin embargo el futuro se presenta con color de rosa. Por lo menos es esto lo que escribe el profesor Ludwig Hasler en su libro: “El amor prohibido a los Balcanes”(Zúrich 2003).

“Dentro de 30 años diremos: es fantástico que las personas de los Balcanes estén aquí. Ponen una nota de color melancólico al gris de la música helvética”.

Swissinfo, Luigi Jorio
(Traducción: J.Ortega)

Según algunos especialistas no todas las poblaciones de la ex Yugoslavia en Suiza se enfrentaron con los mismos problemas.

De hecho los ex yugoslavos de lengua albanesa tuvieron más dificultades de integración que los serbios, croatas y bosnios.

Inmigrantes de Kosovo y macedonios tienen más lagunas en cuanto a la formación, y la tasa de desempleo entre ellos es mucho más alta.

370.000 inmigrantes de ex Yugoslavia representan la mayor comunidad extranjera en Suiza.

En 1990 eran 172.777.

60.916 en 1980 y 24.971 en 1970.

La mayor parte de los ex yugoslavos vienen de Kosovo (36%). El resto de Serbia-Montenegro (22%), Macedonia (16%), Bosnia (14%) y Croacia (12%).

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