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El genio creativo de Mario Botta

Medio siglo de Mario Botta al Museo de Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto. swissinfo.ch

Ocho años después de su inauguración, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto (MART), en el norte de Italia, rinde homenaje a su creador con una exposición sobre los 50 años de trayectoria de Mario Botta.

Un recorrido de sesenta proyectos, entre iglesias futuristas, casas unifamiliares y edificios públicos. Entrevista.

En Rovereto, Mario Botta ha conseguido una de las obras más geniales de su carrera: el MART, un museo, o mejor dicho, un “laboratorio de arte y de ideas”, como lo definió el propio arquitecto tesinés en la inauguración de la pinacoteca en diciembre de 2002.

El prestigioso museo, uno de los más logrados de todos los que se han construido en Europa en el último decenio, celebra ahora la obra de su creador con una gran exposición titulada ‘Mario Botta. Arquitectura 1960-2010’. La muestra ilustra medio siglo de grandes proyectos, incluidos de arquitectura, diseño, escenografías, croquis, ideas y ‘encuentros’ del artista.

Y es aquí, sentados en la plaza del MART, que nos damos cita con el gran arquitecto suizo, entre dos palacios del siglo XVII – el Palazzo Alberti y el Palazzo dell’Annona-, en el centro de la gran cúpula (superficie 1.300 m2, 25 m de alto, diámetro de 40 m).

swissinfo.ch: ¿Cuéntenos las sensaciones que tuvo durante los preparativos para esta exposición? ¿Qué efecto le produce ver 90 de los 300 proyectos que ha realizado?

Mario Botta: Una muestra de arquitectura representa algo que no está (presente), porque la arquitectura está fuera del museo: en las calles, plazas, ciudades. Aún así, me llena de felicidad esta gran oportunidad que se me ha brindado.

Se trata de un viaje de regreso a mi propio interior, con prólogo y apéndice de mis pensamientos transformados en una realidad tangible. Me impresiona pensar que han transcurrido cincuenta años desde mi primer trabajo, cuando era un joven arquitecto en ciernes (Prebisterio de Genestrerio y casa unifamiliar de Morbio Superiore en Suiza en 1959).

Siento aún el mismo entusiasmo de cuando me licencié en Venecia con los profesores Carlos Scarpa (su gran maestro de 1964 a 1969) y Giuseppe Mazzariol. Poco después empecé a forjar una disciplina interior y a llevar una vida ‘de artesano’: tres meses con Le Corbusier y luego con Louis Kahn.

Tengo que decir que tras una profunda reflexión, me he percatado de que siempre me persigue la misma obsesión: la búsqueda de una forma en cuya definición confluyan el rigor de la geometría, los materiales, el modo en el que la luz resalte los volúmenes. Incluso si, aún hoy, ante todo lo que veo, me siento aún más desarmado frente al misterio del proceso creativo.

swissinfo.ch: Usted comenzó con un aprendizaje y hace quince años abrió la Academia de Arquitectura en Mendrisio (cantón Tesino). ¿Cómo fue su regreso a la enseñanza? ¿Qué le llevó a asumir este desafío?

M.B.: Me gustaba la idea de confrontación con la realidad. De una inmersión verdadera, si bien los tiempos han cambiado. La Academia de Mendrisio sólo tiene quince años de vida, pero el objetivo era el de confrontarme con una formación que tiene un enfoque más histórico-humanístico respecto a los dos Politécnicos Federales de Zúrich y Lausana, centrados en los paradigmas de la construcción.

Quería vivir en mi propia piel la responsabilidad de la arquitectura en el seno de la sociedad como una resolución de los problemas y afrontarlos con los estudiantes.

swissinfo.ch: Volviendo al MART, ¿qué le enorgullece de esta exposición? ¿Qué cree que va a impactar al espectador?

M.B.: El espacio ‘encuentros’ de las doce secciones. Ahí está mi corazón, mis emociones por los ‘enamoramientos’ de la vida que conforman muchas ‘deudas culturales’ y encaprichamiento por grandes personalidades del arte y la literatura de los que me he ‘alimentado’ (Pier Paolo Pasolini, Marcel Duchamps, Guido Ceronetti, Varlin, Alberto Giacometti, Pablo Picasso, Giorgio Morandi, etc.).

¿La sorpresa para el espectador? Seguramente ver una exposición en la que hay espacio para el diseño, la escenografía (‘Galileo’ en el Piccolo Teatro de Milán con Strehler), los diseños preparatorios, los croquis, los modelos originales, las fotografías (de René Burri), los lugares y la contaminación entre todo ello. Un flujo continuo, porque “la arquitectura no existe; existe sólo una obra de arquitectura’.

swissinfo.ch: Si existe sólo la obra realizada, en su opinión, los arquitectos de hoy cómo si adaptan al contexto?

M.B.: Mal. Basta mirar las periferias y la degradación para emitir un juicio. Ya no hay conciencia de la ciudad propiamente dicha. La arquitectura se ha convertido en manifiestos fatuos en lugar de mantener un diálogo continuo con lo que se relaciona con la ciudad.

El gran problema de la arquitectura contemporánea reside en que no se concibe ya para la ciudad, sino contra la ciudad: casi todas las periferias urbanas no respetan la naturaleza propia de la ciudad, así como tampoco el resto del tejido urbano que está desarticulado. Basta recordar que en el siglo XIX cada edificio tenía una colocación precisa dentro de un tejido urbanístico que delineaba la ciudad; hoy, en cambio, se tiende a la parcialización del conjunto. Hay que entender que arquitectura está en una conexión continua con las ciudades.

swissinfo.ch: ¿Cómo vive la llegada imparable de la tecnología? ¿Y la Naturaleza?

M.B.: La tecnología es un instrumento que debe utilizarse con criterio. Si pensamos que hemos ido a la Luna y muchas veces no fuimos capaces de construir casas mejores en la Tierra, esto significa algo. En las ciudades no se vive bien porque se ha dañado el equilibrio entre hombre y Naturaleza.

Hay que ser severos y críticos con la tecnología, así como es necesario resaltar el vínculo del hombre con su pasado. Hoy la arquitectura resiste a la pérdida de identidad, pero es un gran deber no olvidar el pasado y su grandeza, para recuperar ese vínculo atávico con la naturaleza y con la memoria más profunda de la cultura del ser humano.

Mario Botta nace en 1943 en Mendrisio, cantón Tesino.

Tras un periodo de aprendizaje en el estudio de los arquitectos Carloni y Camenisch en Lugano, en los que diseña su primera casa, ingresa en el Liceo artístico de Milán (1961-1964).

De 1964 a 1969 cursa estudios en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia, donde obtiene la licenciatura con los profesores Carlo Scarpa y Giuseppe Mazzariol.

Durante su estancia en Venecia, tiene la oportunidad de conocer y trabajar para Le Corbusier y Louis I. Kahn.

Su trayectoria como arquitecto comienza en 1970 en Lugano. Realiza las primeras casas unifamiliares en su cantón natal, el Tesino, y sucesivamente proyectos en todo el mundo que le han valido un sinfín reconocimientos internacionales.

Siempre volcado en múltiples actividades didácticas, fue el artífice y fundador de la Academia de Arquitectura de Mendrisio.

Belén Couceiro

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